M¨¦xico llora y no canta
Holanda silencia las ilusiones de 110 millones de mexicanos
Durante 90 minutos el f¨²tbol uni¨® al pa¨ªs de la desigualdad. La gigantesca brecha entre ricos y pobres se redujo ante un televisor para ver rodar un bal¨®n. Los mexicanos echaron a volar sus sue?os, alimentados por la ilusi¨®n creada por la selecci¨®n de Miguel Herrera, que ha hecho creer a los esc¨¦pticos. Al final, millones atestiguaron la misma historia que el f¨²tbol les cuenta desde hace 20 a?os, la eliminaci¨®n en octavos de final. Esta vez el cuento fue relatado de la manera m¨¢s cruel. Los holandeses arrebataron el triunfo en los ¨²ltimos cinco minutos de partido. ¡°Te la debo, hijo. No vamos al ?ngel de la Independencia¡±, dec¨ªa Luis Romero con cara desencajada a su hijo peque?o. Los festejos tendr¨¢n que ser aplazados cuatro a?os m¨¢s.
A las diez de la ma?ana, una hora antes del inicio del partido, Esteban ya hab¨ªa bebido tres cervezas para adormecer los nervios. Tiene 27 a?os. La ¨²ltima vez que M¨¦xico hab¨ªa avanzado a cuartos de final fue en el Mundial de 1986, organizado aqu¨ª. Esteban apenas caminaba y balbuceaba algunas palabras. Su generaci¨®n hab¨ªa sido marcada por las crisis econ¨®micas en la pol¨ªtica y la maldici¨®n del quinto partido en el f¨²tbol. En esta ocasi¨®n el mito muri¨® en la raya, pero sobrevive por un Mundial m¨¢s.
En el Z¨®calo, la principal plaza en el coraz¨®n de la ciudad de M¨¦xico, miles de personas se unieron para ver el partido
Esteban vio el partido en la Roma, un centenario barrio de la Ciudad de M¨¦xico que ha sido adoptado por los hipsters para ser la vanguardia de las ¨²ltimas tendencias. Vio la memorable cita con la historia enfundado en una camisa negra de la selecci¨®n mexicana en Goleiro, un espacio organizado por Sicario, un grupo de eventos de j¨®venes empresarios. En sus hombros descansaba la bandera de M¨¦xico. A su alrededor las gafas de sol disimulaban mal los rostros desencajados por la derrota. ¡°Se vale llorar¡±, dec¨ªa una mujer cerca de ¨¦l a un hombre vestido de verde que clavaba en el piso la mirada.
En el Z¨®calo, la principal plaza en el coraz¨®n de la Ciudad de M¨¦xico, miles de personas se unieron para ver el partido. La familia Garc¨ªa se traslad¨® desde Ecatepec, en el Estado de M¨¦xico, una entidad vecina a la capital del pa¨ªs. Llegaron desde las nueve de la ma?ana y al medio tiempo se formaron en una l¨ªnea que les regalaba patatas fritas, palomitas y paletas heladas. Con eso se llenaron el est¨®mago. Hacia el final del encuentro, los cantos del Cielito lindo, que adelantaban el triunfo mexicano, fueron ahogados por el penalti convertido por Huntelaar, en la agon¨ªa del partido. ¡°Nos robaron, siempre hacen lo mismo¡±, dec¨ªa uno de los Garc¨ªa.
En las cantinas cercanas al Z¨®calo la tristeza reinaba. La selecci¨®n de Miguel Herrera hab¨ªa clasificado a Brasil despu¨¦s de una eliminatoria desastrosa. M¨¦xico tuvo que ir a buscar su boleto en la repesca contra Nueva Zelanda. En el Mundial, sin embargo, era una escuadra irreconocible que arriesgaba y jugaba al t¨² por t¨² ante cualquiera. Las expectativas eran tan pocas que muy pronto comenz¨® a sorprender tras la victoria ante Camer¨²n, el empate con Brasil y el arrollamiento a los croatas. La historia, no obstante, se resumi¨® en un mantra que ha regido la actuaci¨®n de M¨¦xico en los ¨²ltimos mundiales. ¡°Jugamos como nunca y perdimos como siempre¡±, dec¨ªa Elena, una aficionada que vest¨ªa de rojo para la ocasi¨®n. Unas mesas m¨¢s all¨¢ en el Sal¨®n Corona, Jes¨²s ensayaba las palabras de derrota que le sal¨ªan tras el KO holand¨¦s: ¡°La vida del mexicano es siempre la misma. No nacimos para ganar¡±, dec¨ªa con la bandera tricolor sobre el lomo.
Alberto Gonz¨¢lez, un empresario que tiene una peque?a marca de mezcal (un destilado de maguey), asegura que el desempe?o de la selecci¨®n es un ¡°fracaso¡±. ¡°M¨¦xico ha invertido mucho para el quinto partido desde hace 20 a?os sin conseguirlo. En cualquier otra industria el resultado ya hubiera sido diferente¡±, asegura.
Esteban es m¨¢s positivo. Cree que M¨¦xico ha jugado, hasta el momento, el mejor Mundial de los a?os recientes. La maldici¨®n del quinto partido estar¨¢ vigente por cuatro a?os m¨¢s. Lo ¨²nico que quiere es irse a su casa para llorar la derrota en privado y tomar un mezcal. ¡°Para todo mal, mezcal¡±, asegura. Es el momento de beber para olvidar.
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