Un pelot¨®n tan amoroso

Hace unas semanas muri¨® Jacques Hochart, el farolillo rojo del Tour del 73, el Tour de Oca?a. Lo corri¨® con el maillot rosa del De Kova-Lejeune, un equipo nacido de las dotes de persuasi¨®n de Geminiani y del vizconde De Gribaldy, imparables en la barra del cabaret parisiense El Alc¨¢zar, y del capricho de Myriam de Kova, cantante y bailarina del cabaret, setentona viuda de un millonario griego que acaba de sacar un disco: Sobre el amor y el dinero.La aventura de este equipo, en el que tambi¨¦n corrieron Lucien Aimar y Andr¨¦s Gandarias, dur¨® solo un verano, hasta que la cabaretera se cans¨® de orde?ar su bolsillo, pero es un antecedente limpio de c¨®mo la moda tan extendida de ahora de millonarios financiando equipos por capricho juguet¨®n, y algunos, como Oleg Tinkov, hasta bautiz¨¢ndolos con su nombre, no ha nacido ahora, porque, como bien se sabe, todo en el Tour ha existido de siempre.

Tinkov hace de millonario a lo grande. Se viste de ciclista y se entrena con sus ciclistas, que no dejan de ser sus empleados, como lo es el m¨¢nager, Bjarne Riis, a quien tambi¨¦n obliga a salir a entrenarse vestido de arriba abajo con el amarillo del equipo, y a todos a les deja subir en su avi¨®n privado, como cuando los llev¨® a Leeds para el comienzo del Tour despu¨¦s de hacer una excursi¨®n en bicicleta por el pav¨¦s de Roubaix, o como cuando hizo transportar a Contador herido de Besan?on a Madrid para no perder tiempo. Y como un forofo tuitea sus ideas, y grita que Contador habr¨ªa ganado el Tour con una sola pierna.

El franc¨¦s atac¨® por razones familiares y amorosas, y por ambas gan¨®

Pero por debajo de los antojos del millonario ruso que les paga, el Tinkoff, sus corredores, respira sobre todo como una familia con familia. En el d¨ªa de descanso, en el bar de al lado del hotel, se puede ver a la hora de comer en la terraza a Riis y su esposa, y un hijo peque?o que devora postres de chocolate, negociando casi en grupo con Giovanni Lombardi, el m¨¢nager italiano de Peter Sagan que termina de afinar su contrato y que tambi¨¦n le muestra su preocupaci¨®n por Roman Kreuziger, a quien igualmente representa, el ciclista del que los expertos de la UCI dicen que no tiene un buen pasaporte hematol¨®gico. Como buen checo, Kreuziger, que no est¨¢ en el Tour, se siente protagonista de una pesadilla kafkiana, pues no sabe c¨®mo defenderse de una acusaci¨®n que no comprende y que no ven por ninguna parte ni los m¨¢s reputados expertos. Y un poco m¨¢s all¨¢, Nicolas Roche, tambi¨¦n corredor del Tinkoff a quien le preocupa que se rayen los cristales de sus gafas, se toma un caf¨¦ con su padre, el famoso Stephen, el irland¨¦s que en el 87 gan¨® Giro, Tour y Mundial.

Atac¨® subiendo, un poco a lo Fignon, el m¨¢s admirado ciclista de su t¨ªo

Al d¨ªa siguiente, por las peque?as colinas del Jura que descienden abruptamente hasta Oyonnax, la capital de la plasturgia, plagada de f¨¢bricas de objetos de pl¨¢stico, tanto Roche como Sagan se exhiben. El hijo del irland¨¦s se escapa en el col de la Col (o del Repollo: por ambas verduras se puede traducir Choux, su nombre en franc¨¦s), un empinado y estrecho tercera, y se puede pensar que lo hace tanto por consejo de su padre como por amor a Contador, su l¨ªder ca¨ªdo, pues el Tinkoff es una familia y todos buscan la fuga y la victoria terap¨¦utica o de complacencia. Y Sagan, una vez resueltos los pr¨®ximos a?os de su futuro, confes¨® tras una nueva derrota, pues su fuga no lleg¨® al final (¡°nadie quiere colaborar conmigo, porque saben que los gano a todos al sprint¡±, se lament¨® el eslovaco), que si atac¨® fue por amor a su novia (no dijo si se llamaba Carmen), que era su cumplea?os y que quer¨ªa regalarle la victoria. ¡°Se tendr¨¢ que conformar con las flores que me dan todos los d¨ªas por llevar el maillot verde¡±, dijo.

El ramo bueno, el de ganador de etapa, la victoria que genera las sensaciones m¨¢s fuertes, m¨¢s vividas del d¨ªa, m¨¢s org¨¢smicas, se lo llevar¨¢ la espl¨¦ndida ciclista Marion Rousse, que es la novia de Tony Gallopin, quien tambi¨¦n atac¨® por razones familiares y amorosas, y por ambos sentimientos gan¨®. En un final en dientes de sierra, en el que cada repecho era como un molar, Gallopin, el mismo que visti¨® de amarillo el 14 de julio hasta la Planche des Belles Filles, atac¨® en el ¨²ltimo diente, el del lago de Genin, justo uno que no puntuaba. ¡°Estuve concentrado antes del Tour al lado, en la estaci¨®n de Les Rousses, con Marion, y con ella y con mi padre me vine a ver este final de etapa¡±, dijo Gallopin. ¡°Y supe al verlo que para ganar habr¨ªa que atacar donde lo hice. Y as¨ª lo hice¡±. Atac¨® subiendo, un poco a lo Fignon, el m¨¢s admirado ciclista de su t¨ªo, transformando el final de la etapa en una peque?a cl¨¢sica, pero gan¨® bajando, resistiendo la llegada de un pelot¨®n desencadenado y roto (Rui Costa perdi¨® 1m 36s). Gan¨® Gallopin, pero el gran beso de su novia, quien es tambi¨¦n la azafata que entrega el premio de la combatividad, se lo llev¨® Roche, tan combativo, tan familiar y amoroso.