Hundido
Martin Elmiger (IAM) se marcha en solitario en el primer kil¨®metro de la etapa, s¨®lo le quedan 221 hasta l¨ªnea de meta de Nimes. Jack Bauer (Garmin) reacciona, le alcanza, y cuatro kil¨®metros despu¨¦s ya tienen 30 segundos de ventaja. En el pelot¨®n todos se muestran satisfechos con la situaci¨®n: dos hombres en cabeza, adem¨¢s de dos equipos que a¨²n no han ganado ninguna etapa y que est¨¢n condenados a intentarlo. Si les cogemos otros saltar¨¢n y ser¨¢ a¨²n m¨¢s duro para nuestras piernas, y adem¨¢s con el riesgo a?adido de que la escapada sea m¨¢s numerosa y resulte incontrolable, pensaba ese ente abstracto conocido como el pelot¨®n, tan predecible en sus reacciones a veces, tan impredecible en otras. En el kil¨®metro 13 tienen ya tres minutos de ventaja.
La amenaza de viento lateral en las largas rectas expuestas del valle del R¨®dano tiene tambi¨¦n mucho peso en este pensamiento. Dos corredores son carne de ca?¨®n para el pelot¨®n a nada que alg¨²n equipo est¨¦ interesado en llegar al sprint. Y si aparece el viento y se montan abanicos, la propia inercia ser¨¢ suficiente para alcanzarles a nada que no se hayan dormido demasiado. En el kil¨®metro 30 Giant y Lotto comienzan a tirar del grupo cuando la diferencia con ellos alcanza los 9 minutos. Hay sentencia firme, la escapada est¨¢ condenada.
No s¨¦ c¨®mo se siente Kristoff en este momento, aunque soy capaz de imaginarlo, pero s¨ª que s¨¦ c¨®mo estar¨¢ Bauer
La transici¨®n en este Tour de los Alpes a los Pirineos se realiza realmente en un solo d¨ªa, pues el segundo ser¨¢ el d¨ªa de descanso. Y esa rapidez hace que, por el mero hecho de su unidad, nadie est¨¦ dispuesto a tomarse un d¨ªa de transici¨®n. Si fuesen m¨¢s habr¨ªa m¨¢s opci¨®n para las fugas, pero siendo s¨®lo uno, son varios los equipos dispuestos a no dejar escapar ninguna oportunidad.
Elmiger lleva recorridos muchos kil¨®metros en fuga en estas dos semanas en una carrera que, de momento, no est¨¢ por la labor de dar licencia a los valientes. Faltando 50 kil¨®metros la distancia con el pelot¨®n es de menos de dos minutos, pero entonces comienza a llover, a veces de manera en forma torrencial en forma de tormentas veraniegas, y la sentencia del pelot¨®n se convierte literalmente en papel mojado.
Son las cuatro de la tarde y parece caer la noche, as¨ª que nadie est¨¢ dispuesto a asumir riesgos de manera gratuita. Y son ya dos semanas de carrera y muchos los ca¨ªdos por el camino, as¨ª que la precauci¨®n se apodera del pelot¨®n y este miedo dota de un ¨²ltimo aliento a los dos fugados: un minuto cuando faltan 15 kil¨®metros.
Pueden comenzar a so?ar, sobre todo si piensan, y as¨ª lo hacen, que en los ¨²ltimos seis kil¨®metros tendr¨¢n que negociar seis rotondas; y que dos corredores en solitario en esas resbaladizas condiciones son m¨¢s r¨¢pidos super¨¢ndolas que un pelot¨®n, al que la inercia lanza pero al que el desorden tras cada una de ellas frena.
Detr¨¢s reina el caos, y Omega hace la guerra por su cuenta con ataques en solitario. M¨¢s cr¨¦dito para los dos de adelante que pasan una rotonda, otra y otra, y se plantan en el ¨²ltimo kil¨®metro con algo m¨¢s de 10 segundos de ventaja. La victoria ser¨¢ para uno de ellos dos, o eso parece.
Pero tras 220 kil¨®metros escapados, 1000 metros se hacen largos, muy largos, obsesivamente largos. En pleno sprint Elmiger cede, Bauer toma la delantera, y cuando faltan 25 metros para la meta, el pelot¨®n comandado por Kristoff, que vence la etapa, neutraliza la escapada.
El ciclismo es duro, todos lo sabemos, pero a veces es tambi¨¦n cruel. No s¨¦ c¨®mo se siente Kristoff en este momento, aunque soy capaz de imaginarlo, pero s¨ª que s¨¦ c¨®mo estar¨¢ Bauer. Hundido, y no como sin¨®nimo de mojado, sino como adjetivo. Hundido, deprimido y defraudado.
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