El Madrid se pasea m¨¢s de la cuenta
La Real remonta de forma colosal un 0-2 y golea a un rival que se vio ganador antes de tiempo Sin aptitud ni actitud, el cuadro de Ancelotti cae ante un adversario lleno de dudas
![Jos¨¦ S¨¢mano](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F65950e2d-87d8-4b87-87d2-e499999b380a.jpg?auth=00cf6232e7a3a64d1deda6c0f646ae477c05fa68bfa4e35ece63fdb41e1e9601&width=100&height=100&smart=true)
![Khedira se lamenta tras fallar una ocasi¨®n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JXMBJOHILZNFFRO3T5T7YV4WA4.jpg?auth=903b631e43b888afa5c07505f2ac31ecc1f7caafcea94e7d581d40ab9dc2da21&width=414)
De un Madrid abrumador a un Madrid penoso. De una Real desamparada a una Real apote¨®sica. Misterios del f¨²tbol, del f¨²tbol de toda la vida y del de estos tiempos en los que lo mismo desfila un equipo con camiseta rosa que otro con publicidad en alfabeto chino. Nada en Anoeta tuvo l¨®gica. Resulta incomprensible que a un conjunto con los galones del madridista se le escape un partido que ten¨ªa liquidado en la primera media hora, con dos goles de ventaja, un pu?ado de ocasiones y un adversario momificado. Un simple gol despert¨® a la Real, que culmin¨® una remontada extraordinaria, con el Madrid dimitido todo el segundo tiempo. Sin aptitud ni actitud, acab¨® a los pies de un rival que lleg¨® a la cita con miles de dudas, con la gente en contra por sus tembleques en este inicio del curso. Cuando menos se esperaba, la Real se sacudi¨® todos los fantasmas y dej¨® al Madrid en un enredo que traer¨¢ cola. Nada grave para la clasificaci¨®n a estas alturas, pero en los grandes se pagan todas las derrotas, sobre todo las que se producen como esta. Porque lo del grupo de Ancelotti fue un siniestro considerable, de aquellos en los que tiene mucho que ver la voluntad, lo que menos se perdona.
No son pocos los desmentidos en el f¨²tbol. Se vio en San Sebasti¨¢n, donde el Madrid bail¨® a la Real en la primera media hora y cuando la apuesta por una masacre era segura, un instante rescat¨® al equipo local, que pas¨® de verse al borde del descalabro a coger aire y luego sellar una epopeya. Tras la puesta en escena de los dos conjuntos era imposible presagiar que la Real pudiera evitar un desaire de ¨¦poca. En diez minutos, el grupo donostiarra ya estaba en las cuerdas, sonado por completo, con dos goles en contra, el tercero y el cuarto a punto de llegar y la hinchada en rebeli¨®n.
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QXPXPCXKPDAMQOKIEA7HPV7TUA.jpg?auth=7a137deb847af6b85a341bdc523899d88d8a8d6a8f72d4a4ba888e43fd76cb61&width=414)
La Real era un equipo de plastilina, desnortado por su p¨¦simo inicio de temporada, afligida por el fulgurante arranque de su adversario. El Madrid se dispuso a darse un banquete, con el gobierno absoluto ante un contrario de cart¨®n piedra, con una tiritona descomunal y el ¨¢nimo por los suelos. Sergio Ramos, el mejor delantero madridista, fue el rey del baile. Sus asaltos al ¨¢rea de Zubikarai resultaron indefendibles para los de Arrasate. Primero se despist¨® Castro, que le dej¨® pasillo en su cabezazo para el primer gol. Ramos, que antes del descanso tuvo otros dos remates similares que no hicieron diana por un pelo, tambi¨¦n tiene pies. Sin Cristiano, impuso sus galones y ejecut¨® de maravilla una falta que impact¨® en el larguero.
No hab¨ªa migas de la Real, que destilaba un tufillo de equipo descompuesto, apesadumbrado, sin nervio. M¨¢s desvalido se sinti¨® aun cuando Bale sonroj¨® a Elustondo con un ca?ito antes de perfilarse forma estupenda para anotar el segundo tanto. El duelo era un chollo para el Madrid, al que solo le faltaba James, extraviado en un d¨ªa tan pl¨¢cido. Ancelotti le ubic¨® en la banda derecha, con Isco muy activo como interior junto a Modric, ambos escoltas de Kroos. El colombiano est¨¢ por llegar. La disposici¨®n t¨¢ctica del equipo le obliga a maquillarse en un puesto que no le va. En la banda pierde panor¨¢mica y el chico no es un certamen de velocidad. A James le gusta subordinarse a los delanteros desde el epicentro del juego, en una posici¨®n m¨¢s centrada. Por el exterior no tiene recorrido.
Pese al desencaje de James, el Madrid estaba en su salsa. En la Real solo se hab¨ªa once soledades. Hasta que de repente un fogonazo le dio vida. Pasada la media hora, Xabi Prieto pein¨® la pelota en un c¨®rner e ??igo Mart¨ªnez lleg¨® con acierto en el segundo palo. Una acci¨®n mal defendida por el Madrid y el partido dio un vuelco del todo imprevisto. Un gol sac¨® a la Real de su estado comatoso. No es un t¨®pico cualquiera que el f¨²tbol es un estado de ¨¢nimo. Cada chico de Arrasate sufri¨® una mutaci¨®n instant¨¢nea, m¨¢xime cuando De la Bella asisti¨® de forma magistral a Zurutuza, que lleg¨® en carrera y cabece¨® con furia a la red de Casillas. Antes del descanso la Real ya se hab¨ªa sobrepuesto a la derrota en Eibar, su descalabro en la Liga Europa y su parvularia primera media hora ante el Madrid.
El despegue de la Real no fue un espejismo, lo confirm¨® punto por punto en el segundo tramo, cuando meti¨® tonelaje al encuentro y el equipo que hab¨ªa estado a un dedo de la rendici¨®n emergi¨® como el conjunto sustancioso de las ¨²ltimas temporadas. Con hueso, con decisi¨®n, con firmeza. La Real descorch¨® al Madrid. Toda una proeza para un colectivo que hab¨ªa estado fundido por completo ante un gigante. El equipo de Ancelotti se derriti¨®, perdi¨® cada disputa, se encontr¨® sin respuestas, inopinadamente se vio desnortado, sin nadie que capeara. Se le agrietaron las l¨ªneas y lo pag¨® bien caro. Prieto enfil¨® a Zurutuza para el 3-2 y, como es costumbre, el Madrid volvi¨® a defender de mala manera una jugada a bal¨®n parado. Tras varios rebotes, Vela le dio la puntilla con el 4-2. Los madridistas protestaron al considerar que el mexicano se hab¨ªa acomodado la pelota con el brazo izquierdo. Los problemas del Madrid no estaban en una jugada puntual. Tuvo una goleada a tiro f¨¢cil y se atrofi¨®, se afloj¨® de piernas y de cabeza. Cuesta creer que al campe¨®n de Europa se le pueda escapar un partido as¨ª. Pero el f¨²tbol exige aplicaci¨®n absoluta, nadie se puede dejar ir antes de tiempo. La Real constat¨® que con orgullo y coraje los modestos pueden improvisar la gloria.
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