Degenkolb alarga su idilio con La Vuelta
Con el triunfo en la 17? etapa, el alem¨¢n est¨¢ a una victoria de igualar las cinco que consigui¨® en la edici¨®n de 2012
Andaba s¨®lo, taciturno no, porque es el rey del espr¨ªn en la Vuelta, pero un tanto desvalido, s¨ª. S¨®lo y de pronto un tanto encerrado entre una jaur¨ªa en la que afilaban los colmillos tipos como Matthews, Cancellara o Boonen que no desperdician pieza alguna.
Clasificaciones
Etapa 17 (Ortigueira-A Coru?a 190, 7 km):
1: Degenkolb (Giant) 4h. 26m 07s
2? Matthews (Orica), m. t.
3? Cancellara (Trek), m. t.
4? Stuyven (Trek), m. t.
5? Ferrari (Lampre (m. t.)
General
1? Contador (Tinkoff) 67h 51, 07s
2? Valverde (Movistar) a 1m 36s
3? Froome (Sky) a 1m 39s
4? Joaqu¨ªm Rodr¨ªguez (Katusha), a 2m 29s
5? Fabio Aru (Astana), a 3m 38s
Y los dos segundos llevan 17 etapas sin comer nada. Su equipo le ayud¨® cuanto pudo, pero quedaba mucho cuando desistieron de la caza. Entonces, Degenkolb, con su corpulencia, con su maillot verde brillante de la regularidad, supo que hab¨ªa que buscarse la vida, esquivando a los lobos, enga?¨¢ndolos si fuera posible. Y cogi¨® primero la rueda de Froome, que no quer¨ªa disputar el espr¨ªn sino evitarse l¨ªos en un final sinuoso (pav¨¦s incluido). Y luego la de este, y luego la de aquel, y la que hiciera falta para encontrar ese pasillo por el que colarse y que le echen un galgo. Y el alem¨¢n se col¨® batiendo en la llegada a Matthews y Cancellara con tiempo para levantar sus brazos y parecer un albatros escapado del mar y plantado en el paseo mar¨ªtimo de A Coru?a. Y conseguir su cuarta victoria de etapa y acariciar la posibilidad de igualar su registro de cinco victorias en la ronda espa?ola conseguido en 2012. A¨²n le queda una opci¨®n, la etapa del viernes con final en Cangas de Morrazo.
Antes de que Degenkolb, que seguro que sue?a con Espa?a y duerme feliz, alzara los brazos como extendiendo sus alas, ocurri¨® una circunstancia que se produce a menudo en el ciclismo y que no tiene una explicaci¨®n racional. Consiste en elegir la peor de las dos opciones posibles. De salida se hab¨ªan escapado cinco ciclistas: Mat¨¦, Denis, Lluis M¨¢s, Favilli y el eritreo Tekleaimanot. Luego el grupo se qued¨® en dos: el australiano Denis y el luxemburgu¨¦s Jungels. El pelot¨®n se echaba encima, m¨¢s encima, muy encima, pero no llegaba. Enfilada la recta de meta, insist¨ªan, pero de pronto deciden que hay que parar, que s¨ª t¨², que si yo, que si t¨² no, yo tampoco, y lo que era un 50% de posibilidades de ganar se convierte en ninguna posibilidad de hacerlo. Y eligen la segunda opci¨®n. Probablemente no hubieran llegado, pero nunca sabr¨¢n si lo hubieran conseguido. Lo que s¨ª supieron es que engullidos por aquella jaur¨ªa de lobos no iban a quedar ni los huesos. Hay ciclistas que eligen la manera de perder en vez de la de ganar. Decepci¨®n se llama el juego.
Y los velocistas lo aprovecharon. No quedan muchas piezas que cazar y ahora vale todo. El jueves no ser¨¢ un buen d¨ªa para ellos, con llegada en alto a un puerto por el que pasar¨¢n dos veces. Adem¨¢s, quien sue?e con la victoria final, ma?ana tiene una buena excusa para jugarse buena parte de sus ahorros. Es d¨ªa de ventajas y de bonificaciones. Pero el viernes puede ser otro gran d¨ªa para esos tipos grandotes (en su mayor¨ªa) a los que hay que reforzar los pedales para que no los rompan a plantillazos. Degenkolb, adem¨¢s, lucha por defender su maillot verde, que amenaza quien mejor honor hace a ese color: Valverde. Y el murciano tiene en la etapa de ma?ana un d¨ªa se?alado para el ¨¦xito. El alem¨¢n, lo tiene borrado.
La guerra est¨¢ prevista el s¨¢bado en Ancares, una etapa de las de verdad, que decidir¨¢ la clasificaci¨®n final. Pero entre esos dimes y diretes, de si ataco o no ataco, de si conservo o progreso, de si vigilo a este o a aquel, Degenkolb agiganta su prestigio como llegador en su carrera favorita. Quiz¨¢s no sea el mejor espr¨ªnter del mundo, pero si el mejor de la Vuelta en los ¨²ltimos a?os. Y eso que andaba solo, como desvalido y encerrado. Pero acab¨® encontrando el hueco, como el agua (y hab¨ªa mucha para inspirarse a su costado izquierdo en A Coru?a), que siempre encuentra la salida, que en esta caso era la llegada.
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