Cuatro minutos de final
Aunque duela, este torneo ser¨¢ recordado como el Maracanazo del baloncesto espa?ol
Cuatro minutos. 240 segundos. Fue todo lo que dur¨® una final que m¨¢s que un partido fue una exhibici¨®n de Estados Unidos, que mostr¨® una insultante superioridad, parecida o incluso superior a la que llevaban ense?ando desde que el torneo ech¨® a andar. F¨ªsicamente inalcanzables, con un acierto en el lanzamiento que por momentos convirti¨® el choque en un concurso de triples del All Star de la NBA, y d¨¢ndole una velocidad vertiginosa a las manos y al juego, no dejaron ni el m¨¢s m¨ªnimo hueco a la sorpresa. En cuanto a Teodosic se le acab¨® la gasolina por el enorme esfuerzo que ten¨ªa que hacer para quitarse de encima a Curry, el partido ech¨® el cierre. A partir de ah¨ª, 36 minutos de robos de cartera, transiciones fulgurantes, mates y triples de todos los colores y actuaciones asombrosas como la de Irving, imperial durante todo el partido o el barbudo Harden. Sin rival, los estadounidenses quisieron recordar a todo el mundo que son los mejores y de paso mandar un recado a aquellos que les pusieron en duda.
Serbia hizo lo que pudo y le dejaron, que fue bien poco, tan poco que s¨®lo durante cuatro minutos mantuvo el temple, mastic¨® bien los ataques y limit¨® los errores. Exigido f¨ªsicamente por encima de sus posibilidades, sin la suficiente dureza defensiva para incomodar a los americanos, se diluyeron antes de llegar al final del primer cuarto, presentaron la rendici¨®n durante el segundo y se llevaron una paliza hist¨®rica. Liquidado el debate por la v¨ªa r¨¢pida, desapareci¨® la tensi¨®n competitiva en lo que se refiere a la pelea por el triunfo, dejando por delante una eternidad de tiempo, amigable escaparate para que cada jugador dejase su firma. Mientras tanto, el marcador mostraba guarismos escandalosos. 35 puntos en diez minutos, 67 en el descanso, 100 a falta de dos minutos para el final de tercer cuarto y 129 al cierre. ?Una barbaridad!
Si utilizamos la perdurabilidad como vara de medir, pocas cosas quedar¨¢n en el recuerdo dentro de unos a?os
Desangelado final para un torneo que algunos dirigentes lo han calificado como el mejor de la historia. Supongo que se refer¨ªan a cuestiones organizativas, porque de juego y competencia, se ha quedado m¨¢s bien corto. Si utilizamos la perdurabilidad como vara de medir, pocas cosas quedar¨¢n en el recuerdo dentro de unos a?os. El resurgir de Serbia, el gran rendimiento de Francia y, por encima de todo, los dos hechos m¨¢s relevantes. La incuestionable superioridad mostrada por Estados Unidos, que no pas¨® ni un solo momento de apuro en todo el torneo. Un equipo joven, talentoso, energ¨¦tico hasta decir basta y con el esp¨ªritu colectivo suficiente. Son los mejores, y ahora que con m¨¢s o menos ausencias, traen a mundiales y olimpiadas equipos rebosantes de m¨²sculo y habilidades, s¨®lo actuaciones rozando la perfecci¨®n como las de Espa?a en Pek¨ªn y Londres evitan paseos militares.
Finalmente y aunque duela, este Mundial ser¨¢ recordado como el Maracanazo del baloncesto espa?ol. Una desilusi¨®n tremenda, inesperada y dolorosa cuyos efectos todav¨ªa est¨¢n por evaluar pero que ha dejado un regusto muy amargo. No hay duda de que la imagen de la selecci¨®n, hasta ahora impoluta, ha salido bastante da?ada. El modelo perfecto, la federaci¨®n ideal, el equipo impecable que jugaba de cine y donde m¨¢s que compa?eros eran amigos, ha dado paso a los pitos a los dirigentes, los c¨¢nticos pidiendo dimisiones, las sospechas sobre el comportamiento de los jugadores y una catarata de rumores. Es lo que tienen las derrotas, sobre todo aquellas que rompen tantos sue?os.
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