La NFL se ahoga entre esc¨¢ndalos
Los Vikings de Minnesota suspenden a un jugador que agredi¨® a su hijo de cuatro a?os
Adrian Peterson es el segundo jugador de la NFL apartado de su equipo en las ¨²ltimas dos semanas. Ray Rice fue suspendido indefinidamente por agredir a su mujer. La carrera de Peterson, brillante hasta ahora, se ha torcido por las heridas que caus¨® a su hijo de cuatro a?os al golpearle con la rama de un ¨¢rbol. La Liga Nacional de F¨²tbol americano, incapaz de manejar semejante crisis ante la opini¨®n p¨²blica, se ahoga entre esc¨¢ndalos que obligan a EE UU a enfrentarse a algunos de sus valores familiares, deportivos y culturales.
En los dos casos, la reacci¨®n de los ciudadanos, la cobertura medi¨¢tica y el enfrentamiento constante de tertulianos, columnistas y expertos a uno y otro lado de esta historia han obligado a la NFL a actuar casi a remolque. Y si el v¨ªdeo de Rice arrastrando a su mujer inconsciente tras golpearla en un ascensor volte¨® la conversaci¨®n sobre si deb¨ªa o no ser suspendido m¨¢s de dos partidos, en el caso de Peterson lo lograron unas fotograf¨ªas de la piel desnuda y herida de su hijo, marcado en las piernas, los gl¨²teos, los test¨ªculos y las manos -en se?al de que intent¨® defenderse de su padre, de 1,82 metros de altura y 98 kilos de peso.
Ambas im¨¢genes han mostrado a EE UU un inc¨®modo reflejo. ?Deben sabotear los seguidores la liga de f¨²tbol? ?Debi¨® ser la NFL m¨¢s estricta de lo que han sido las autoridades? ?Por qu¨¦ no fueron detenidos ninguno de los dos? ?Por qu¨¦ no fueron retirados de sus equipos a pesar de que hac¨ªa meses que ambos admitieron ser responsables de los hechos? ?Debe un padre dar azotes a sus hijos? ?Por qu¨¦ se escandaliza el pa¨ªs por lo que hizo Peterson cuando ning¨²n estado proh¨ªbe el castigo corporal a menores -salvo bajo raras excepciones- dentro de la casa familiar?
Nunca pens¨¦ que me ver¨ªa en una situaci¨®n en la que el mundo juzga mis habilidades paternas o si he abusado de mis hijos¡±
¡°Yo soy del Sur. All¨ª damos azotes todo el tiempo. Todos los padres sure?os van a acabar en la c¨¢rcel en esas circunstancias. Creo que debemos tener cuidado con c¨®mo dictamos a los padres que deben tratar a sus hijos¡±. Esa fue la defensa de Charles Barkley, exjugador de la NBA, nacido en Alabama y esc¨¦ptico ante la reacci¨®n suscitada por el caso Peterson. Barkley reconoci¨® que a ¨¦l tambi¨¦n le hab¨ªan azotado y que este no es un asunto de distinguir entre el bien y el mal sino de entender que ¡°todos hemos crecido en circunstancias distintas¡±.
?se mismo fue el argumento de Peterson, al que suspendi¨® su equipo despu¨¦s de convocarle este fin de semana a pesar de que la polic¨ªa hubiese dictado el viernes una orden de arresto contra ¨¦l. La distancia entre sus palabras y las de cualquiera que se escandalice por el tratamiento dado a su hijo habla de un abismo entre dos mundos, puesto en evidencia en esta crisis.
El informe policial, publicado por la cadena CBS, asegura que Peterson reconoci¨® haber golpeado a su hijo ¡°entre 10 y 15 veces¡± y que lo hizo por su bien. ¡°Nunca pens¨¦ que me ver¨ªa en una situaci¨®n en la que el mundo juzga mis habilidades paternas o si he abusado de mis hijos¡±, dijo en un comunicado. ¡°Mi responsabilidad es ense?ar a mi hijo lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal, y eso es lo que hice aquel d¨ªa¡±.
Los casos de Peterson y Rice llegan apenas dos semanas despu¨¦s de que la NFL estrene medidas contra la violencia dom¨¦stica, de seis partidos por una agresi¨®n y suspensi¨®n indefinida si el jugador reincide. La expulsi¨®n de Rice -recurrida por el jugador- es en realidad una excepci¨®n.
Los due?os de los Vikings, equipo al que pertenece Peterson desde 2007, defendieron este lunes que Peterson jugase mientras las autoridades estudiaban la agresi¨®n a su hijo. El mi¨¦rcoles por la ma?ana hab¨ªan cambiado de opini¨®n. Describieron el caso como ¡°delicado¡± y aseguraron que quer¨ªan ¡°acertar¡± al tratarse del juicio sobre ¡°c¨®mo un padre adoctrina a su hijo¡±.
Los principales anunciantes de la liga no han tardado en reaccionar. La casa de cerveza Anheuser-Busch ¡°no est¨¢ satisfecha¡± con la gesti¨®n de las autoridades de la mayor industria deportiva de EE UU -mueve cerca de 10.000 millones de d¨®lares al a?o-, Nike ha dejado de patrocinar a Peterson, los hoteles Radisson han roto con los Vikings y marcas de maquillaje como CoverGirl han replanteado su patrocinio en nombre de las 90 millones de seguidoras de la NFL.
Pero la huida de los anunciantes es solo el primer s¨ªntoma de que tanto las compa?¨ªas como los jugadores o sus seguidores se enfrentan a un debate mucho m¨¢s amplio que el espacio entre un esc¨¢ndalo y el siguiente. El analista de The New York Times, Michael Powell, ha comparado el f¨²tbol americano con el Coliseo Romano. La exsecretaria de Estado Condoleeza Rice, posible candidata a sustituir al presidente de la NFL, ha equiparado la gesti¨®n de este deporte con la estrategia militar. No faltan quienes ven en la pizarra de los entrenadores formaciones de soldados. El esp¨ªritu de equipo, el sacrificio del individuo por el del grupo, rima con demasiada frecuencia con el lenguaje b¨¦lico. Aunque sea un deporte.
¡°Vivimos en dos momentos culturales¡±, escribi¨® Powell. ¡°Despu¨¦s de a?os tap¨¢ndonos los o¨ªdos cuando se habla de mentes y huesos rotos, de la factura que pasa el deporte a los futbolistas y sus parejas, ahora nos cabreamos de lunes a s¨¢bado en discusiones sobre palizas a mujeres. Pero el domingo nos ponemos la camiseta y, cerveza en mano, gritamos a los jugadores para que cometan m¨¢s actos violentos¡±.
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