Pizzinato, el peque?o Nicol¨¢s del Espa?ol
Un curioso caso que se produjo en 1948, del que fueron protagonistas el Espa?ol y un se?or que dijo ser y llamarse Alberto Pizzinato, celebridad del f¨²tbol transalpino
La peripecia del Peque?o Nicol¨¢s, ese peperillo audaz y entrometido que ha pisado los principales salones de este pa¨ªs a fuerza de labia, me sirve para desempolvar un curioso caso que se produjo en el f¨²tbol, en tiempo tan lejano como 1948. Fueron protagonistas el Espa?ol y un se?or que dijo ser y llamarse Alberto Pizzinato, italiano de naci¨®n, y que se present¨® a s¨ª mismo como una celebridad del f¨²tbol transalpino.
El asunto fue curioso. Me lo cont¨® hace alg¨²n tiempo mi amigo Bernardo Salazar y puede rastrearse en Mundo Deportivo y Marca a partir de mediados de agosto de 1948.
Un buen d¨ªa se present¨® en la frontera de Port Bou un se?or muy depauperado. Dec¨ªa ser italiano, estar huyendo de los comunistas, ser futbolista de profesi¨®n y buscar asilo pol¨ªtico en Espa?a. Se le traslad¨® a la comisar¨ªa de Figueras, donde complet¨® un relato novelesco. Hab¨ªa tenido que huir de Italia porque hab¨ªa sido conocido partidario de Mussolini, y de ah¨ª que el movimiento comunista, tan fuerte en la Italia de la posguerra, la tuviera tomada con ¨¦l. Hab¨ªa sido, contaba, jugador de gran m¨¦rito. Extremo izquierdo, aunque tambi¨¦n pod¨ªa desenvolverse como delantero centro. Hab¨ªa sido titular de la Selecci¨®n Ol¨ªmpica de Italia en 1936, en los JJOO de Berl¨ªn. Hab¨ªa jugado luego como profesional en la Ambrosiana, haciendo ala con Silvio Piola. La Ambrosiana es como se llam¨® el Inter en los a?os de Mussolini, porque lo de Internazionale podr¨ªa evocar el concepto de la Internacional Comunista. La Ambrosiana era uno de los grandes equipos de Italia, y Piola, uno de los fen¨®menos de la historia. Piola ten¨ªa fama universal. Haber hecho carrera a su lado era todo un aval.
Tambi¨¦n declar¨® que durante la guerra hab¨ªa pertenecido al arma de artiller¨ªa y combatido en distintos frentes. El derrumbe final del Eje le hab¨ªa pillado en Alemania, de donde hab¨ªa huido de la ola rusa hasta llegar, a pie, a Italia. All¨ª le encarcelaron los comunistas durante un tiempo. Cuando cobr¨® la libertad, le confiscaron un bar-restaurante que hab¨ªa montado con sus ahorros de profesional antes de la guerra y no le dejaron jugar. Le acusaban de colaboracionista. Se fue entonces a Luxemburgo, a intentar una nueva vida como entrenador, pero all¨ª se sinti¨® vigilado. Hab¨ªa venido a Espa?a, de nuevo caminando (?desde Luxemburgo!) y pasando hambre y calamidades porque sab¨ªa que s¨®lo en Espa?a pod¨ªa estar a salvo de los comunistas.
Dijo estar huyendo de los comunistas y se present¨® como una celebridad del f¨²tbol italiano. Era 1948
Tras tan sensacional declaraci¨®n, le mandaron de Figueras a la C¨¢rcel Modelo de la calle Entenza de Barcelona, no como detenido, sino como hu¨¦sped a considerar. De ah¨ª le trasladaron a la C¨¢rcel Modelo de Las Ramblas. All¨ª le dieron ropa, cama y comida.
Quien primero se enter¨® de la presencia en la ciudad de esta especie de Rocambole del f¨²tbol fue el Espa?ol, que se entusiasm¨®. Un crack italiano no era cualquier cosa. Italia hab¨ªa ganado el Mundial en 1934 y en 1938, y entre una cosa y otra, el torneo futbol¨ªstico de 1936, en Berl¨ªn. Era el primer torneo de f¨²tbol ol¨ªmpico en el que participaron s¨®lo amateurs. La persistencia del f¨²tbol en colar profesionales hab¨ªa acabado en su expulsi¨®n del Movimiento Ol¨ªmpico. En Los ?ngeles, 1932, no hubo f¨²tbol. Regres¨® en Berl¨ªn, todos aficionados. Pizzinato, con 29 a?os cuando apareci¨® en Espa?a, tendr¨ªa 17 cuando los JJOO de Berl¨ªn. Muy joven, pero trat¨¢ndose de un amateur no sorprender¨ªa tanto. Italia gan¨® el t¨ªtulo, batiendo en la final a Austria, 2-1 en pr¨®rroga, ante 85.000 espectadores. De aquella selecci¨®n ol¨ªmpica saltaron varios al equipo que ganar¨ªa luego en Par¨ªs el Mundial-38. Era todo un aval. Y m¨¢s lo del ala con Piola. Y perseguido por los comunistas, por m¨¢s se?as. Un mirlo blanco.
As¨ª que el Espa?ol le firm¨® contrato a botepronto, sin la menor comprobaci¨®n. En la ¨¦poca, por otra parte, no era f¨¢cil comprobar alineaciones de otros pa¨ªses, ni hab¨ªa grandes contactos internacionales por los que circulara el conocimiento. Y menos con dos guerras, la nuestra y la Mundial, por en medio.
El 11 de agosto, Pizzinato firma por el Espa?ol. Esa misma ma?ana acude a por ¨¦l a la C¨¢rcel Modelo el Gerona, reci¨¦n ascendido a Segunda. Hace la gesti¨®n a trav¨¦s de su entrenador, Carlos Plattko, hermano del c¨¦lebre portero al que cant¨® Alberti. Por la tarde se presenta Agust¨ªn Montal, presidente del Bar?a. (Su hijo tambi¨¦n lo ser¨ªa, mucho m¨¢s adelante. Con ¨¦l vendr¨ªa Cruyff). Pero el jugador ya era del Espa?ol, cuyo presidente, Paco S¨¢enz, que hab¨ªa llegado al cargo en las Navidades, no cab¨ªa en s¨ª de gozo. El Espa?ol ten¨ªa un equipo apa?ado, con jugadores estimables, singularmente Tr¨ªas, Teruel, Parra, Rosendo Hern¨¢ndez y Artigas. Hab¨ªa sido finalista de Copa en 1947. Quiz¨¢ Pizzinato fuera el empuj¨®n preciso.
El 11 de agosto, Pizzinato firma por el Espa?ol. Esa misma ma?ana acude a por ¨¦l a la C¨¢rcel Modelo el Gerona
La noticia del fichaje aparece en primera p¨¢gina de El Mundo Deportivo del 12 de agosto. Pizzinato es hospedado en La Manigua, un palacete colonial, rodeado de palmeras, donde estaban las oficinas del club y algunas habitaciones. Estaba situado detr¨¢s de una de las porter¨ªas de Sarri¨¤. Lo administraba, cuidaba y habitaba la familia de Crisanto Bosch, glorioso extremo del equipo antes de la guerra. All¨ª pas¨® a vivir, a cuerpo de rey y a salvo de comunistas, el h¨¦roe de esta historia.
Pidi¨® alg¨²n tiempo para enfrentarse al bal¨®n. Estaba demasiado estragado. Necesitaba fortalecerse. As¨ª que le arrimaron solomillos y paellas en cantidad. ?l sal¨ªa a trotar al campo, aunque no demasiado intensamente, no fuera a hacerse da?o.
El Marca del 15 de agosto se hace eco del caso en portada. El reportaje cuenta su peripecia e incluye una breve entrevista con ¨¦l, en la que se declara muy agradecido:
¡ªHace a?o y medio que no juego; pero en cuanto recupere algo de peso y me haya recuperado, creo que podr¨¦ dar buen rendimiento y recordar con acierto mis temporadas mejores, cuando hac¨ªa ala con Piola. Tengo 29 a?os, no me considero veterano... Y nada m¨¢s que rogarle haga patente mi emocionado agradecimiento a todos los que me han recibido con los brazos abiertos, haciendo alto honor a la reconocida hospitalidad espa?ola y a la hermandad del deporte, que no conoce otras luchas m¨¢s que las de los terrenos de juego.
Se retrat¨® con el uniforme del Espa?ol, para la colecci¨®n de cromos de Ediciones Deportivas ALG. Y fue incluido en la misma, con su historial.
Pidi¨® alg¨²n tiempo para enfrentarse al bal¨®n. Estaba demasiado estragado. Necesitaba fortalecerse. As¨ª que le arrimaron solomillos y paellas en cantidad
Pepe Espada, el entrenador, pretendi¨® convencerle para que el d¨ªa 28, cuando ya llevaba m¨¢s de dos semanas de relax, jugara al menos un tiempo en un amistoso en Granollers. Pero se resisti¨®. No estaba a punto, tem¨ªa hacer el rid¨ªculo. ?l prefer¨ªa seguir en lo suyo: buena mesa, buena cama y trotecillos por Sarri¨¤, que era como el jard¨ªn de su casa.
Pas¨® otra semana y a Pepe Espada se le acab¨® la paciencia. Un d¨ªa le cogi¨® del cogote para decirle que o se met¨ªa en el partidillo de titulares contra suplentes o se iba de all¨ª en ese mismo instante. S¨®lo entonces cant¨® de plano. No era futbolista, nunca lo hab¨ªa sido. Ni Berl¨ªn, ni Piola, ni nada. Pero pod¨ªa servir en el club para alguna tarea...
Como la ¨²nica tarea para la que hab¨ªa servido era para empujarse las paellas y los solomillos de la se?ora de Bosch, le mandaron con viento fresco. El Espa?ol no dio explicaciones. Tampoco en la prensa aparecen. Bochorno, me figuro.
De su carrera en el f¨²tbol queda como ¨²nico vestigio aquel lejano cromo. No le busquen en la alineaci¨®n de Italia en Berl¨ªn, ni en ninguna de la Ambrosiana. Ni del Espa?ol tampoco. Fue el futbolista que nunca existi¨®.
Fue el Peque?o Nicol¨¢s de nuestro f¨²tbol. S¨®lo que tardaron menos en detectarle.
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