Los M¨¢rquez, gente corriente
Dos hermanos de Cervera y su amigo de la infancia son los nuevos campeones del mundo
Es la hora de comer en casa de los M¨¢rquez. Y Marc se escaquea de una de las pocas tareas dom¨¦sticas que tiene asignada: poner la mesa. ?lex, el encargado de quitarla, tiene m¨¢s trabajo desde hace unas semanas. Marc apenas puede moverse sin la ayuda de unas muletas. No ha empezado el Mundial y no sabe que el a?o que le espera va a ser, probablemente, uno de los mejores de sus vidas. Una temporada marcada no s¨®lo por el dominio de los pilotos espa?oles, sino por el triunfo de una manera de hacer la cosas, por la internacionalizaci¨®n de una familia corriente rebosante de talento. Cuando se fractur¨® el peron¨¦ a finales de febrero practicando motocross a escasos kil¨®metros de su pueblo, no imaginaba lo que se le ven¨ªa encima: s¨®lo en sue?os fantaseaba con ver a su hermano ?lex coronarse en Moto3 o a su amigo Rabat dominando en Moto2.
En Cervera, una peque?a localidad de menos de 10.000 habitantes en el interior de Catalu?a, Marc M¨¢rquez, 21 a?os, el campe¨®n de MotoGP m¨¢s joven de la historia, es todav¨ªa el hijo de El Pichote, sobrenombre por el que se conoce a su padre, Juli¨¤. No es raro verles a ¨¦l y a ?lex salir de casa ataviados con sus monos de ciclistas, casco incluido, dispuestos a cargar unos cuantos kil¨®metros sobre sus piernas. Compa?eros de fatigas, lo mismo llenan la furgoneta y se van a alguno de los circuitos que tienen cerca de casa ¨Cen Rufea o Alcarr¨¤s¨C para practicar motocross o dirt track, que se echan un partidito de f¨²tbol con sus respectivos mec¨¢nicos, a quienes cuidan como si fueran de la familia. Eso s¨ª, siempre es el hermano mayor quien moviliza al peque?o. Seguidores del Bar?a, los hermanos M¨¢rquez, sin embargo, siempre pasaron m¨¢s horas en los circuitos que en las canchas de f¨²tbol. La culpa la tienen sus padres.
"Yo era un patata, iba muy lento, pero me divert¨ªa mucho¡±, r¨ªe ?lex, que no ten¨ªa ambici¨®n
Juli¨¤ y Roser, ¨¦l de Cervera, ella de Bell-Lloc d'Urgell, se conocieron (y se gustaron) una noche en la discoteca Big Ben de Mollerusa, punto de encuentro en la comarca. Se hicieron socios del Moto Club Segre, en Bellpuig, y all¨ª pasaban los fines de semana: ella hac¨ªa los bocadillos, ¨¦l recog¨ªa las entradas para las carreras de motocross y enduro. Y el peque?o Marc, sentado sobre una bala de paja, no perd¨ªa detalle. Por eso, a los cuatro a?os, escribi¨® una carta a los Reyes Magos y les pidi¨® "una moto de gasolina, de las de hacer saltos". Y as¨ª comenz¨®: montado en una Yamaha PeeWee, de 50cc, rosa y blanca, a la que su padre tuvo que ponerle peque?as ruedas a los lados pues entonces el ni?o ni siquiera sab¨ªa montar en bici. A los 13, confiesa Marc, ya sab¨ªa que quer¨ªa ser profesional. Nada que ver con ?lex, que fue heredando las motos de su hermano mayor, y a quien nunca le obsesion¨® ganar ¨C"Era un patata, iba muy lento, pero me divert¨ªa mucho", r¨ªe. Su transitar por los circuitos siempre fue un juego de ni?os.
Incluso cuando entr¨® en sus vidas Emilio Alzamora, campe¨®n del mundo de 125cc, asiduo a los domingos moteros del Club Moto Segre. Ha guiado la carrera de los dos hermanos. Y ha visto c¨®mo un ni?o al que le cost¨® dar el estir¨®n se ha convertido no s¨®lo en el debutante m¨¢s brillante de la historia de MotoGP, sino tambi¨¦n en un piloto modelo que marca tendencia, rompe moldes y desborda carisma. Este domingo comprob¨® tambi¨¦n que el relajo con el que el hermano peque?o afront¨® siempre las carreras ¨Cresultado quiz¨¢ de que nunca le presionaran los padres para definir su futuro como piloto profesional¨C es una de sus principales armas en la pista.
Otros tripletes
En 2010: Marc M¨¢rquez (Moto3), Toni El¨ªas (Moto2) y Jorge Lorenzo (MotoGP).
En 2013: Maverick Vi?ales (Moto3), Pol Espargar¨® (Moto2) y Marc Marquez Moto GP).
Marc M¨¢rquez, a quien tuvieron que hacerle una moto a medida el a?o en el que debut¨® en el campeonato de Espa?a, pues solo pesaba 32 kilos, es hoy un jovencito musculado, dos veces campe¨®n de MotoGP, que ya mide 1,70m. Y ha cumplido as¨ª con las previsiones de los m¨¦dicos a los que visitaban sus padres, preocupados por su crecimiento. "Me tomaba todos los d¨ªas un zumo de litro y medio: pl¨¢tano, manzana, naranja...", recuerda ¨¦l. De aquel handicap sac¨® un pilotaje fino y una trazada limpia. Y, tambi¨¦n, la lecci¨®n de que aprend¨ªa con cada accidente. "Volv¨ªa llorando, pero nunca le he visto con miedo tras una ca¨ªda. Siempre quiere ir m¨¢s r¨¢pido", rememora Jordi Castella, uno de los mec¨¢nicos de su equipo en MotoGP, que viste de Honda por expreso deseo del piloto.
Castella conoci¨® a los M¨¢rquez cuando el mayor ten¨ªa 13 a?os y el peque?o diez. Los recog¨ªa del colegio cada mi¨¦rcoles, el ¨²nico d¨ªa de la semana que no hab¨ªa clases por la tarde, y com¨ªan en casa de la abuela Sole y el abuelo Ramon. Luego iban a entrenarse: Marc daba vueltas y m¨¢s vueltas, buscando la perfecci¨®n; ?lex, tres a?os menor, s¨®lo se divert¨ªa. Jugaba a ser piloto, como ha estado jugando hasta hace dos a?os, cuando empez¨® a ser consciente de que ten¨ªa aptitudes para ser mucho m¨¢s que la sombra de su hermano. "Algunos pensaban que tenia ventaja por apellidarse M¨¢rquez, creo que es al rev¨¦s. Ha sentido m¨¢s presi¨®n, todos le miran. Y me siento orgulloso de que est¨¦ construyendo su propia carrera", declar¨® ayer Marc.
?lex, enjuto, nunca necesit¨® batidos de frutas para ganar talla. Para ¨¦l, que a los 18 mide 1,80m, la altura fue un problema. Y antes que a dar gas tuvo que aprender a esconderse tras la c¨²pula de su moto para no perder en las rectas lo que ganaba en las curvas. Algo m¨¢s holgaz¨¢n que Marc y menos perfeccionista, M¨¢rquez junior, igualmente fino y con una agresividad contenida en el cuerpo a cuerpo, se jug¨® este domingo el t¨ªtulo de Moto3 con Jack Miller en el circuito de Cheste y lo gan¨® porque tiene unos nervios de acero. Marc le ha ense?ado en los ¨²ltimos meses en Rufea a sacar los dientes en la pista, a utilizar su cuerpo para defender una posici¨®n, a buscar los espacios para meter rueda. Y lo mismo ha hecho el campe¨®n con su amigo Rabat, a quien insufl¨® una confianza que no ten¨ªa.
Han crecido. Pero han cambiado poco. Ayer, en Cheste, se hicieron una foto que les acompa?ar¨¢ toda la vida: los tres campeones del mundo?
Fue en los circuitos de Catalu?a donde los M¨¢rquez conocieron a Tito, tantas veces al ritmo de los dos hermanos de Cervera, tantos d¨ªas en la peque?a caravana con la que Juli¨¤ llevaba a sus ni?os a las carreras, tantas tardes aliment¨¢ndose de los macarrones de Roser o desayunando "todas las guarradas del mundo: bollicaos, donuts y cacaolat", recuerda Marc.
Han crecido. Pero han cambiado poco. Ayer, en Cheste, se hicieron una foto que les acompa?ar¨¢ toda la vida: los tres campeones del mundo frente al mismo objetivo, los tres amigos que se entrenan juntos en Rufea peri¨®dicamente celebrando no un t¨ªtulo, sino tres. "Es un d¨ªa incre¨ªble para m¨ª y para mi familia. Estoy muy contento, m¨¢s que cuando gan¨¦ yo. Con mi hermano lo he vivido mucho. Y tambi¨¦n estoy feliz por Tito, porque es uno m¨¢s. Cuando nos conocimos yo ten¨ªa nueve a?itos". Y siguen siendo buenos amigos. Tanto que ninguno teme a lo que pueda pasar el a?o que viene, cuando Tito y ?lex sean compa?eros de equipo en Moto2.
As¨ª son los M¨¢rquez, tan corrientes como sus vecinos de Cervera. Chicos sin aditivos, ni tatuajes. Que viven en el mismo adosado en el que se criaron con su padre, un conductor de excavadoras en paro, y su madre, administrativa de una empresa de construcci¨®n. Por all¨ª aparece a veces Rabat, para completar la foto. Como ayer, cuando el curso, que empez¨® en febrero con una fractura y muchas horas de sof¨¢, termin¨® en una discoteca de Valencia. No hab¨ªa toque de queda. Los campeones tienen hoy el d¨ªa libre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.