Tsunami belga a la nueva ola espa?ola
La selecci¨®n sub 21 cae goleada en Ferrol en el estreno de la generaci¨®n del 94
El list¨®n de la historia se alza ante la nueva selecci¨®n sub 21 de Espa?a, que comenz¨® en tierras gallegas un recorrido que en teor¨ªa debe finalizar en el verano de 2017 si logra clasificarse para el Europeo de la categor¨ªa, hito que la generaci¨®n anterior no consigui¨®. La exigencia del pasado obliga a futbolistas que ya evolucionan en la ¨¦lite, pero todav¨ªa completan su formaci¨®n. Hay margen, pero tambi¨¦n es necesario mejorar. En Ferrol, esta nueva Espa?a demostr¨® ser menos que B¨¦lgica y cedi¨® una derrota larvada en los errores defensivos, pero tambi¨¦n en una palmaria inferioridad global. Tanto que al final adem¨¢s de derrota lo que hubo fue un repaso.
Espa?a lo pas¨® mal. Sufri¨® por su ternura, por su falta de acoplamiento, tambi¨¦n por la fortaleza del rival. En B¨¦lgica ya se ha producido ese fen¨®meno que Luis Aragon¨¦s anticip¨® hace a?os como una ulterior revoluci¨®n para el f¨²tbol espa?ol: la llegada del mestizaje. Quiz¨¢s por estos pagos jam¨¢s llegar¨¢ a ser tan relevante como en el peque?o pa¨ªs de flamencos y valones, enriquecido por la aportaci¨®n de la inmigraci¨®n o del vivero de sus antiguas colonias. La dulce B¨¦lgica de Meeuws, Coeck, Ceulemans o Scifo ha mudado en fornida, de una exuberancia f¨ªsica que en edades j¨®venes marca diferencias. Si adem¨¢s saben que hacer con la pelota tienen mucho ganado. Los chicos de su sub 21 demostraron que tienen esa capacidad y Espa?a fue a rebufo porque no tuvo la pelota, que es su base m¨¢s s¨®lida para crecer. Tampoco B¨¦lgica acapar¨® el esf¨¦rico, pero lo tuvo como quiso, marc¨® el ritmo, vari¨® entre el toque y el f¨²tbol m¨¢s directo, presion¨® e hizo da?o como en el primer gol, un error en la salida desde el ¨¢rea propia de Sandro, un delantero, que arriesg¨® en una zona en la que no suele trabajar con un pase que intercept¨® Ciss¨¦ para habilitar el remate cruzado de Kabesele.
Espa?a, 1-B¨¦lgica, 4
Espa?a: Kepa (Whalley, m. 55); Jonny, David Costas (Camarasa, m. 65), ??iguez (Jaime, m. 85), Gay¨¢; Samper; Munir (Carlos Castro, m. 65), Sa¨²l, Denis Su¨¢rez (Unai L¨®pez, m. 78), Moi G¨®mez (Medr¨¢n, m. 45); y Sandro (Deulofeu, m. 45).
B¨¦lgica: Roef; Foket, Dendoncker, Heylen, Lukaku; Ciss¨¦ (Raman, m. 34), Musonda (Castagne, m. 84), Malanda, Tielemans, Kayembe (Bongonda, m. 76); y Kabasele (Mbombo, m. 69). No utilizados: Hubert, El Messaouidi, De Sart y Geens.
?rbitro: Taboada Xistra (Portugal). Amonest¨® a Medr¨¢n.
Goles: 0-1, m. 14, Kabesele; 0-2 m. 35, Tielemans; 1-2, m. 48, Munir; 1-3, m. 56, Kayembe; 1-4, m. 74, Raman
A Malata. 6.000 espectadores.
Espa?a respondi¨® m¨¢s desde el coraje que desde el orden. March¨® a arreones y en alguno de ellos encontr¨® una interesante veta en la conexi¨®n con Gay¨¢ y Moi G¨®mez por la izquierda. Gener¨® opciones y hasta mereci¨® marcar en la primera parte, pero nunca domin¨® el partido, que estaba en el bolsillo de Musonda, Malanda y Tielemans, tres tipos cuyo nombre conviene retener. El primero, un industrioso centrocampista de apoyo y toque propiedad del Chelsea, hijo de un internacional de aquella gran Zambia que gole¨® a Italia en los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l; el segundo, un bigardo que ya tiene minutos de calidad en el Wolfsburgo, perseguidor del Bayern en la Bundesliga, someti¨® a la medular espa?ola como si se tratase de un juego de hombre contra ni?os. Opac¨® a Denis Su¨¢rez, talentoso enganche de la roja que apenas toc¨® bola. Cerca de ellos evolucion¨® Tielemans, tan lampi?o en su rostro como excitante en su f¨²tbol, autor de un gol que le retrata como el mediocentro con llegada y panorama que tiene alerta a media Europa. Algo discont¨ªnuo en el juego, pero con 17 a?os (naci¨® en 1997) y experiencia en Liga de Campeones con el Anderlecht, suscit¨® los aplausos del p¨²blico de Ferrol, que se rindi¨® a una genialidad suya que vali¨® el segundo tanto belga, un golpeo de empeine desde treinta metros que hizo que la pelota se alejara de dentro a fuera a medida que se acercaba a Kepa.
Pero Espa?a jam¨¢s decay¨®. Con diez minutos por jugar antes del descanso trat¨® de minimizar los da?os sin necesidad de que Celades introdujera modificaciones. Se fue arriba y mereci¨® el gol en una doble oportunidad que muri¨® en los postes despu¨¦s de que Sa¨²l estuviera vivo para rematar un rebote tras disparo de Moi. En la resoluci¨®n fall¨® Sandro, que opt¨® por la potencia donde bastaba la levedad y estrell¨® el rechace del larguero de nuevo en el mismo palo.
Las maniobras del t¨¦cnico espa?ol en la caseta mejoraron al equipo, al menos de inicio. Situ¨® a Denis en la izquierda, le liber¨® de Malanda y le encontr¨® espacios y alg¨²n segundo para pensar. Pero sobre todo le dio el frente del ataque a Munir, irrelevante en la banda derecha, uno de esos delanteros que poco necesita para golpear, apenas una porf¨ªa de Sa¨²l en la presi¨®n, un rebote y el bal¨®n en su izquierda. Con ella coloc¨® la pelota en la red en la en¨¦sima acci¨®n suya que remite al gran Ra¨²l Gonz¨¢lez Blanco. El blaugrana Munir tiene gestos y soluciones dignas de la mejor fotocopia del mito madridista. Con casi toda la segunda parte por delante y un solo gol por debajo, m¨¢s afinada, Espa?a empez¨® a creer, pero dej¨® de hacerlo por su fragilidad defensiva, seguramente donde menos alternativas tiene el seleccionador. All¨ª, diez minutos despu¨¦s del gol de Munir, ??iguez y Costas fabricaron el tercer gol belga con un pase del primero carente de tensi¨®n ante el que se cruz¨® Kayembe para quedarse ante la meta. Una diana que duele porque al rival le supuso un tibio esfuerzo lograr lo que a Espa?a le costaba un intenso despliegue. All¨ª muri¨® el partido. Se fue Munir al banquillo y Raman meti¨® el cuarto para B¨¦lgica, un gol por la escuadra que dej¨® en el ambiente una aroma a abuso. Y eso no ocurr¨ªa con las categor¨ªas inferiores de Espa?a desde hace mucho tiempo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.