Pesas, alfiles, Jordi y Jos¨¦ Luis
Como todas las semanas, 'El Palomero' analiza toda la actualidad deportiva
14/11 Viernes
No es frecuente, ni mucho menos, encontrarnos con noticias de halterofilia por estos lares, ni siquiera cuando se celebran Juegos Ol¨ªmpicos. Si existiese una clasificaci¨®n de deportes por su incidencia medi¨¢tica, esta especialidad sin duda ocupar¨ªa la zona baja de la tabla. No tenemos ni cultura ni historia, no podemos asociarla a ning¨²n nombre de referencia y de remitirnos a algo, es a una serie de fortachones y fortachonas sospechosamente musculados que levantan pesos inhumanos a trav¨¦s de esfuerzos que nos hacen temer por su salud. Suele ser un territorio hist¨®ricamente dominados por pa¨ªses como Rusia, Ucrania, Bulgaria, Ruman¨ªa, Ir¨¢n, China o Corea del Norte, lo que con todos los respetos, no resulta la mejor de las propagandas.
Pero el levantamiento de pesas va mucho m¨¢s all¨¢ de estos estereotipos. Es m¨¢s, suele ser un complemento habitual en el entrenamiento de muchas disciplinas pues ayuda a ganar fuerza, explosividad, masa o resistencia muscular, dependiendo del tipo de ejercicios que realices. Atendiendo al objetivo principal de este deporte, levantar el m¨¢ximo n¨²mero de kilos, se podr¨ªa pensar que es una cuesti¨®n de fuerza bruta. Seg¨²n Lidia Valent¨ªn, una leonesa de 29 a?os que este fin de semana luchar¨¢ por subirse el podio en el Mundial que se celebra en Kazajist¨¢n, otro de los pa¨ªses importantes en el panorama halterof¨ªlico, esto no es cierto. Para nuestra gran estrella de este deporte, campeona de Europa y que acarici¨® metal en los Juegos de Londres, no gana el m¨¢s fuerte, sino el que mejor combina habilidad, coordinaci¨®n, flexibilidad y agilidad articular. Lidia debe lograrlo de forma excelente, porque si no, no ser¨ªa capaz de levantar 147 kilos en dos tiempos (apoyo en el pecho) y 121 en arrancada (del suelo al techo sin parandinha). Para pesar menos de 75, son un mont¨®n de kilos. Sea como fuere, se agradece que de vez en cuando los focos, aunque sea con bombillas de poca potencia, fijen su mirada en personas y territorios poco habituales y de esta forma sepamos algo m¨¢s de muchos deportistas de relevancia y sus estilos de vida, rutinas de entrenamiento y claves de rendimiento. Sus historias merecen la pena y puesto a leer o a informarte, resultan mucho m¨¢s interesantes que si en un entrenamiento rutinario, Fulanito le hace un ca?o a Menganito.
15/11 S¨¢bado
Al hilo del Mundial que est¨¢n disputando el noruego Magnus Carlsen y el indio Viswanathan Anand, veo una foto de un Boris Spassky ya muy mayor, e inevitablemente me asalta el recuerdo del momento cumbre de la historia del ajedrez, al menos en lo que a relevancia deportivo/pol¨ªtica/social se refiere. Yo ten¨ªa apenas trece a?os, pero eran suficientes como para acordarme sin gran dificultad del verano en el que logr¨® atraer la atenci¨®n de millones de personas en todo el mundo. Porque aquel Spassky-Fisher disputado en Islandia traspas¨® con creces los l¨ªmites de su deporte. Jugaban un norteamericano que adem¨¢s de ser un genio del ajedrez para otras cuestiones era propenso al cortocircuito, y montaba cirios de dos en dos, y un discreto sovi¨¦tico que ten¨ªa la pesada carga de defender algo que la URSS cre¨ªa de su propiedad. Todo esto en un momento hist¨®rico donde ambas potencias se peleaban por todo, ya fuesen misiles, llevar gente al espacio o ganar medallas en unos Juegos Ol¨ªmpicos. El territorio, por tanto, estaba abonado para que alrededor de las partidas los rumores, acusaciones y amenazas estuviesen a la orden del d¨ªa. Como si a Fisher le hiciesen falta esas cosas para dar temas de conversaci¨®n. Su comportamiento fue un constante grano en salvase las partes para la organizaci¨®n, y solo le falt¨® quejarse del tipo de papel higi¨¦nico. Total, que entre unas cosas y otras, nos pasamos casi dos meses recibiendo noticias de aquellas partidas en la remota Islandia y deseando que ganase Fisher, ya que nos hab¨ªan contado por activa y por pasiva que los sovi¨¦ticos no eran gente de fiar. No dejaba de ser sorprendente tanto espacio en las noticias para un deporte sin ning¨²n arraigo social en nuestro pa¨ªs, y donde la mayor¨ªa no sab¨ªamos mucho m¨¢s que c¨®mo se mueven las piezas. Pero es que el culebr¨®n ten¨ªa todos los ingredientes para construir una buena historia que nos mantuvo enganchados.
Eso s¨ª, si hablamos de ajedrez y culebrones, la cima se produjo doce a?os m¨¢s tarde, cuando jugaron en Mosc¨² la primera de las 144 partidas que disputaron en algo m¨¢s de diez a?os los se?ores Karpov y Kasparov. Como en el Spassky-Fisher, adem¨¢s del choque deportivo entre dos talentos superlativos, la cosa tra¨ªa m¨¢s miga. El EEUU-URSS era sustituido por un URSS oficialista (Karpov)-URSS contestataria (Kasparov) y de esta forma se mantuvo el nivel de conflictos, acusaciones, espionajes y dem¨¢s historias que pon¨ªan el contrapunto a las partidas. El mundo occidental iba con Kasparov, y otra vez el ajedrez se hizo un hueco relevante en la informaci¨®n casi diaria, sobre todo en sus primeros enfrentamientos, pues la rivalidad dur¨® tanto que dio tiempo a que cayera el muro de Berl¨ªn y desapareciese la Uni¨®n Sovi¨¦tica entre partida y partida.
Pienso en estos tiempos gloriosos del ajedrez mientras intento interesarme por el mundial actual, pero no lo consigo. Seg¨²n nos cuenta el imprescindible Leontxo Garc¨ªa, no corren buenos tiempos y no se entiende muy bien como un deporte con los atractivos de todo tipo que tiene el ajedrez, no logra materializarlos en atenci¨®n y generaci¨®n de recursos. Lo juegan m¨¢s de 600 millones de personas, tiene una imagen muy buena pues se asocia a inteligencia, estrategia y sofisticaci¨®n, mejora el rendimiento escolar de los ni?os hasta el punto que en algunos pa¨ªses es asignatura obligatoria y tiene una historia que se remonta a varios siglos. Leontxo explica que las causas son diversas y coloca en el centro del tablero a un presidente de la Federaci¨®n Internacional que adem¨¢s de haber sido colega de gente tan recomendable como Sadam Hussein, Gadafi o Assad, asegura que fue secuestrado por un grupo de extraterrestres. ?Toma ya! Con semejante l¨ªder, no me extra?ar¨ªa que un d¨ªa de estos peones, torres, caballos, alfiles, Felipe y Leticia salgan corriendo del tablero.
16/11 Domingo
?rase una vez que, en aquellos tiempos cuando Karpov y Kasparov pasaban m¨¢s tiempo juntos que con sus mujeres, reinaban en Catalu?a dos singulares personajes. Uno era el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. El otro dirig¨ªa el Barcelona, y se llamaba Jos¨¦ Luis N¨²?ez. O Josep Lluis, que ser un catal¨¢n nacido en Baracaldo permite la dualidad. Coet¨¢neos (Jordi naci¨® en 1930, Josep Lluis en el 31) contaban con un enorme poder que emanaban del liderazgo de las dos instituciones m¨¢s importantes de Catalu?a, a las que hab¨ªan accedido casi a la vez (N¨²?ez en el 78, Pujol en el 80) y donde estuvieron 22 y 23 a?os respectivamente. Sus vidas corr¨ªan paralelas y hasta exist¨ªa un cierto parecido f¨ªsico entre ambos. Amantes del victimismo como eficaz arma pol¨ªtica en una ¨¦poca que Madrid y el Madrid ten¨ªan la culpa de todo, en aquellos ochentas y noventas en Catalu?a parec¨ªa que no se mov¨ªa ni una hoja sin el consentimiento y benepl¨¢cito de alguno de los dos.
Tantas similitudes hacen que no deje de resultar hasta coherente que casi m¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s de su ascensi¨®n a los cielos, se encuentren ambos a las puertas del infierno. Bueno, N¨²?ez ya las ha traspasado, pues esta tarde ha ingresado en la c¨¢rcel para cumplir la condena de dos a?os y dos meses que le fue impuesta por el Tribunal Supremo (TS) por sobornar a inspectores de Hacienda para que hicieran la vista gorda en sus revisiones tributarias. Pujol, por su parte, se mantiene a la espera de lo que decida la justicia sobre unos cuantos milloncejos de euros con los que no supo qu¨¦ hacer durante d¨¦cadas y otros asuntos familiares.
Pujol y N¨²?ez, N¨²?ez y Pujol. Vidas paralelas hasta en el hecho que parte de su descendencia termin¨® participando en sus tejemanejes. N¨²?ez est¨¢ en la c¨¢rcel con uno de sus hijos. A varios de los de Pujol se les investiga y da la impresi¨®n por la cantidad de procesos abiertos y sospechas con fundamento, quiz¨¢s no tardemos mucho en ver alguno de ellos haciendo el pase¨ªllo. ?Qui¨¦n pod¨ªa imaginar este final durante las m¨¢s de dos d¨¦cadas en las que les vimos a menudo sentados juntos en el palco del Camp Nou, m¨¢xima y mejor escenificaci¨®n del quien es quien en Catalu?a? Triste epilogo para dos personajes que lo fueron todo y se van quedando poco a poco en nada.
En nada se qued¨® la esperad¨ªsima final entre Djokovic y Federer, que prefiri¨® cuidarse un poco de cara la final de Copa Davis, ¨²nico t¨ªtulo que le falta al palmar¨¦s de Super Roger. Una l¨¢stima, Me queda una duda. Si hubiese estado en juego recuperar el n¨²mero uno del mundo, ?qu¨¦ hubiese hecho Federer? ?Su pa¨ªs o su ranking? Eterno debate este, muchas veces presente sobre todo en el f¨²tbol, y del que Pepe S¨¢mano hace un acertado an¨¢lisis en este art¨ªculo.
Termino con algo personal. Este lunes presento Ahora que me acuerdo, un libro donde paso revista a compa?eros, rivales, equipos, pasado, presente, viajes, series de televisi¨®n, reflexiones pseudoprofundas sobre la vida y dem¨¢s componentes del universo palomeril. Ser¨¢ a las ocho de la tarde en la Fundaci¨®n del diario Madrid, calle Larra 14. En un error del que espero no arrepentirme, he invitado a los dos Javieres, Cansado y Coronas, a que me acompa?en. La entrada es libre. Qued¨¢is avisados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.