El Madrid y las benditas locuras
A pecho descubierto, solo con Ramos y Pepe como especialistas defensivos, el equipo tipo del r¨¦cord ha vulnerado las supuestas leyes del f¨²tbol
S¨ª, se puede, claro que se puede. No es una chaladura. Ah¨ª est¨¢ el Real Madrid m¨¢s reiteradamente victorioso de su historia para demostrarlo. Su r¨¦cord de 16 victorias encadenadas es muy apreciable, como toda gran marca, pero esta vez tiene un valor a?adido: el c¨®mo lo ha conseguido. Lo ha hecho con apenas dos defensas puros, sin emersons, sin diarr¨¤s. De aquel Bar?a contracultural que ahora se forra con Busquets y Mascherano en Mestalla al Madrid sin m¨¢s sost¨¦n que la virtud. No cuela rebajar su trayectoria por la debilidad de algunos rivales. La mayor¨ªa son los mismos ante los que tomaba cautelas hace nada.
En este cruce de caminos, aunque fuera acuciado por las circunstancias, Carlo Ancelotti ha terminado por ser el t¨¦cnico menos italiano que se haya conocido. A pecho descubierto, solo con Ramos y Pepe como especialistas defensivos, el equipo tipo del r¨¦cord ha vulnerado las supuestas leyes convencionales del f¨²tbol. Para los dogm¨¢ticos resultar¨ªa imposible tanto destape. Ya se sabe, son los fundamentalistas con urticaria si les falta un mediocentro defensivo, o dos, o tres. Son los del cuadrado m¨¢gico y otras gaitas. Los que miden a los futbolistas por los kil¨®metros sudados, los combates, las faltas t¨¢cticas y no tan t¨¢cticas, y los que no sueltan las riendas ni a tiros.
El gran valor del r¨¦cord de 16 victorias es que las ha conseguido con una alineaci¨®n contracultural
Prejuicios y m¨¢s prejuicios, solo comprensibles cuando se trata de equipos sin talonario que se apa?an como pueden. Olvidan los de las tiritonas tacticistas que cuando se trata de un equipo grande que se puede permitir sufragar el talento no hay mejor estrategia que la suma de todos los talentos posibles. Lo corrobora la historia.
De alguna manera, este Madrid, como el Bar?a de reciente relumbr¨®n, ha logrado entroncar con los equipos m¨¢s distinguidos, los que hicieron apolog¨ªa del atrevimiento mientras llenaban las vitrinas, desde la Hungr¨ªa de los a?os 50, a la f¨¢brica de Di St¨¦fano, el Brasil de Pel¨¦, el Ajax total, la escuela del Buitre y compa?¨ªa y el prof¨¦tico dream team. Todos equipos de ¨¦poca, m¨ªticos, que construyeron su leyenda por la belleza de sus gestas. Dichosa enajenaci¨®n la de aquellos intr¨¦pidos que arriesgaron a jugar de forma tan irreverente, con dos laterales como ventiladores (Carvajal y Marcelo), tres arquitectos (Kroos, James e Isco) en vez de tres matracas con colmillo y tres b¨²falos que jam¨¢s miran por el retrovisor (Bale, Benzema y Cristiano). ?Pero c¨®mo es posible tanta imprudencia? ?Y los pepes y ramos con la estaca en medio campo?
Carlo Ancelotti ha terminado por ser el t¨¦cnico menos italiano que se haya conocido
Al osado director de semejante extravagancia nunca se le vio tan airoso, tan orgulloso de una obra. De Ancelotti se dec¨ªa: es un ganador frecuente en equipos no muy seductores. Ahora, en el m¨ªster italiano no hay rastro del calcio, donde le tomar¨ªan por un paranoico, a lo sumo por un t¨¦cnico con una ventolera pasajera. En la Liga, a Ancelotti se le ve feliz. Se adivina a alguien que ya no solo disfruta con las victorias sino que goza con su fascinante y eficaz alineaci¨®n. Casi sin querer, el entrenador est¨¢ a punto de consumar el primer equipo de autor en toda su carrera. Ser¨ªa injusto olvidar que, llegue donde llegue, este intr¨¦pido Madrid fue el Madrid de Ancelotti. Es ¨¦l, que pis¨® Chamart¨ªn de puntillas tras la tormenta de Mourinho, quien mejor ha cumplido con el sue?o de la excelencia del presidente Florentino P¨¦rez, aquel ni?o que creci¨® boquiabierto ante Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento.
Los tiempos son otros y qui¨¦n sabe d¨®nde estar¨¢ el l¨ªmite de este Madrid lanzado. Hasta entonces solo cabe examinar a un equipo plusmarquista que no gan¨® de cualquier manera. Ha jugado bien o muy bien, pero siempre con un descaro may¨²sculo, con la temeridad por bandera. Cosas del f¨²tbol y sus demenciales equilibrios.
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