Casillas El Africano
El Madrid mueve masas en Marruecos, donde el capit¨¢n recibe el reconocimiento que ya no le brindan en Chamart¨ªn
El madridista peninsular es seco, sobrio, discreto, con frecuencia severo y siempre proclive al silencio. Al sur del Estrecho el car¨¢cter cambia. En Marrakech el pueblo se present¨® entregado. Estridente. N¨®mada. Dijo el entrenador Carlo Ancelotti el lunes que les hac¨ªa ilusi¨®n jugar en ?frica: "Porque aqu¨ª tenemos muchos aficionados". Lo cierto es que el Madrid tiene m¨¢s que eso en estos contornos. Aqu¨ª, donde el r¨¦gimen pol¨ªtico se parece mucho al absolutismo, este escudo se venera como algo sagrado y la presencia del equipo en el Mundial de Clubes moviliza muchedumbres. Gente resignada que pag¨® su entrada de 20 euros, desembols¨® hasta 100 en la reventa, y no protest¨® por el repentino cambio de sede. Al contrario. Ayer la multitud se sum¨® a la gran caravana que salv¨® los 350 kil¨®metros que separan la capital de Marrakech. Desde temprano, los trenes, los autobuses y los coches particulares abandonaron los grandes n¨²cleos urbanos de Rabat y Casablanca para ir desplaz¨¢ndose en direcci¨®n del interior, a donde la tierra se reseca, hacia los palmares, hacia esas vaguadas desbordantes de agua turbia de barro rojo procedentes del Atlas. La cordillera marroqu¨ª se elev¨® completamente nevada en el horizonte de Le Grand Stade, lugar de la congregaci¨®n final de las masas.
El Madrid convulsion¨® la ciudad. Las calles que circundaban el estadio se congestionaron cinco horas antes del partido con el Cruz Azul
"?Hala Madrid!", repet¨ªan los viandantes de la medina medieval. "?Hala Madrid!", clamaba un se?or que descargaba mercanc¨ªa de un burro. "?Hala Madrid!", dec¨ªa el botones del hotel. "?Hala Madrid!", repet¨ªa el individuo ocioso en la Plaza de la Prefectura de Bah¨ªa. La cosa no era un reclamo tur¨ªstico. Sencillamente, la ciudad experimentaba una convulsi¨®n. Las calles que circundaban el estadio, situado a 10 kil¨®metros del centro, en un vasto secarral, se congestionaron cinco horas antes del partido con el Cruz Azul. La inmensa mayor¨ªa eran madridistas de camiseta puesta. Completamente uniformados y totalmente informados sobre la ¨²ltima moda que agita a los hinchas del norte. Recibieron al equipo en el calentamiento con un grito beduino: "?Iiiiiscoooo, Iiiiiscoooo...!".
Si los mejores de un partido son aquellos que hacen las cosas m¨¢s complicadas en los momentos m¨¢s cr¨ªticos, los mejores del Madrid en Marrakech fueron Kroos, Ramos, Carvajal, Benzema y Casillas. El alem¨¢n brind¨® el 1-0 a bal¨®n parado (ya lleva 10 asistencias as¨ª) a la salida de una falta lateral dif¨ªcil de enroscar. Ramos cabece¨® elev¨¢ndose sobre Flores con una facilidad pasmosa. Al cuarto de hora. Y otro cuarto de hora m¨¢s tarde Carvajal burl¨® a Zurdo, se fue de Pinto y meti¨® el centro so?ado por los puntas. El centro que clav¨® Benzema para el 2-0. El gol que mataba el partido. El gol que parec¨ªa el definitivo hasta que Pavone gan¨® la posici¨®n y Ramos lo derrib¨®, o eso pareci¨®. El ¨¢rbitro se?al¨® el penalti y el capit¨¢n mexicano, Gerardo Torrado, se prepar¨® para lanzarlo. Antes del descanso ese potencial 2-1 habr¨ªa devuelto el duelo a la vida. Torrado ajust¨® el tiro a su izquierda, pegado al palo, fuerte. Pero Casillas lo par¨® con una estirada magn¨ªfica. Fue su segundo penalti consecutivo desbaratado desde Almer¨ªa, en la ¨²ltima jornada de Liga. El portero parece un hombre nuevo.
Como quiera que el 'mourinhismo' no alcanz¨® estas regiones, el pueblo enton¨® el viejo c¨¢ntico que en Chamart¨ªn ya parece olvidado. "?Iiiiiiikeeeeeeeer"
Como quiera que el 'mourinhismo' no alcanz¨® estas regiones, el pueblo enton¨® el viejo c¨¢ntico que en Chamart¨ªn ya parece olvidado. "?Iiiiiiikeeeeeeeer, Iiiiiiiikeeeeeeeeerrr...!", modulaba el coro, introduciendo notas del folklore local. Unos le llaman fusi¨®n. Otros, globalizaci¨®n. Y otros masificaci¨®n, o fin de la historia. Fanatismo, en el peor de los casos, o felicidad. Porque, ?qu¨¦ contentos parec¨ªan estos hombres con las paradas del capit¨¢n! Como si disfrutaran de su reivindicaci¨®n tras tanto tiempo de penuria. En plena efervescencia, cuando corr¨ªa el minuto 43, Illarra dio un pase atr¨¢s sin percatarse de que le entregar¨ªa el bal¨®n a Pavone. As¨ª es que el partido de nuevo cobr¨® vida. Mano a mano, el ejecutor del Crus Azul, el llamado 'Tanque' Pavone, lanz¨® su tremendo cuerpo sobre el bal¨®n y sobre el portero. Casillas se apresur¨® a encimarlo, le cerr¨® el ¨¢ngulo, y le rob¨® la pelota. Psicol¨®gicamente, fue la defunci¨®n del Cruz Azul. El resto fue descanso y segunda parte con cargo a los ornamentos.
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