¡°Nadie quer¨ªa ¨¢rbitros negros¡±
Bob Motley, el ¨²nico ¨¢rbitro vivo de las Ligas Negras de b¨¦isbol, fue rechazado por la MLB pese a ser el n¨²mero uno de su promoci¨®n
Algunos homenajes llegan demasiado tarde. Bob Motley, el ¨²nico ¨¢rbitro de las Ligas Negras de b¨¦isbol que sigue vivo, fue invitado en octubre al lugar que durante d¨¦cadas identific¨® como el para¨ªso: un vestuario de las Grandes Ligas. La MLB estadounidense se neg¨® a contratar a ¨¢rbitros negros hasta 1966, dos d¨¦cadas despu¨¦s de que Jackie Robinson pasara a la historia como el primer jugador que romp¨ªa las barreras raciales en un deporte considerado pasatiempo nacional. ¡°Hice todo lo que pude para arbitrar en las Grandes Ligas, pero no me dieron la oportunidad de pelear en igualdad de condiciones¡±, recuerda Motley, de 91 a?os. Este marine de la Segunda Guerra Mundial fue el paradigma de una ¨¦poca en la que los prejuicios pesaban m¨¢s que el talento.
Nacido en Autaugaville (Alabama), Motley creci¨® sin su padre, al que cree que envenenaron, y tuvo que lidiar con la amenaza permanente del Ku Klux Klan. ?l y sus siete hermanos pasaban la noche escondidos en el suelo cuando los capuchones blancos sal¨ªan de cacer¨ªa. Se enamor¨® del b¨¦isbol tirando piedras y so?aba con ser un gran pitcher. En su adolescencia tuvo el atrevimiento de presentarse ante el entrenador de los Cleveland Buckeyes, de las Ligas Negras, y pedirle una oportunidad. Tras dejarle lanzar durante cuarto de hora, se la dio. Motley ser¨ªa el pitcher titular al d¨ªa siguiente en un partido de exhibici¨®n. ¡°Ni siquiera pude lanzar una entrada y ya perd¨ªamos 5-0. Me march¨¦ avergonzado y tir¨¦ la equipaci¨®n al contenedor¡±.
De pitcher a soldado, Montley se alist¨® en 1943 y luch¨® en Jap¨®n, donde se escondi¨® de las tropas niponas bajo una pila de cad¨¢veres. La bala que alcanz¨® su pie derecho en Okinawa le descubrir¨ªa la otra cara del b¨¦isbol. ¡°Me levant¨¦ de la cama del hospital, vi que estaban jugando un partido y pregunt¨¦ si pod¨ªa arbitrar. As¨ª empez¨® todo¡±. En su vuelta a EE UU se encontr¨® un una realidad que no esperaba. ¡°En la guerra no pensaba en la discriminaci¨®n. Si Jackie Robinson lo hab¨ªa conseguido, ?por qu¨¦ no yo?¡±.
El ascenso de Motley como ¨¢rbitro fue mete¨®rico: en menos de un lustro ya coordinaba a 40 compa?eros. Mientras las estrellas del b¨¦isbol negro como Hank Aaron o Willie Mays llegaban con cuentagotas a ese mundo de blancos, en las Ligas Negras los jugadores compet¨ªan lesionados porque no hab¨ªa servicio m¨¦dico. La fiebre se curaba bebiendo combustible con az¨²car y los c¨¢tchers ten¨ªan los dedos deformados porque su guante no soportaba los lanzamientos a 100 millas por hora de pitchers como Satchel Paige, que jug¨® su ¨²ltimo partido en las Majors con 58 a?os. Como el dinero escaseaba, los ¨¢rbitros viajaban en autob¨²s con los equipos a los que dirig¨ªan. Una vez, un jugador descontento trato de apu?alar a Motley en el asiento trasero. ¡°Quer¨ªa rebanarme el cuello. Menos mal que ten¨ªa a mano la m¨¢scara y pude contenerle¡±.
Desde su fundaci¨®n en 1920 hasta su ocaso en los sesenta, las Ligas Negras tuvieron un fuerte apoyo de la comunidad negra. El estadio de los Kansas City Monarchs albergaba 20.000 espectadores en el partido inaugural de 1952. Al otro lado de Misuri, los Saint Louis Cardinals, de la MLB, empezaron el curso con solo 2.000 asientos ocupados. ¡°Nuestros aficionados eran mucho m¨¢s fieles. Los deportistas y los m¨²sicos eran los ¨²nicos modelos para los afroamericanos de aquella ¨¦poca. Por eso el deporte ha sido siempre una parte esencial de la cultura negra¡±.
Tras siete a?os de negativas, Motley fue admitido en una escuela de ¨¢rbitros de Florida en 1956. ¡°De 87 compa?eros, yo fui el n¨²mero uno, y ni aun as¨ª pudieron darme un trabajo¡±. 31 de ellos fueron colocados inmediatamente. ¡°Me dijeron que nadie quer¨ªa a un ¨¢rbitro negro y esas palabras retumbaron en mis o¨ªdos durante meses¡±. Dos a?os despu¨¦s fue contratado en la Pacific Coast League, de la Triple A, la categor¨ªa inmediatamente inferior a la MLB, pero el ascenso nunca llegar¨ªa. Motley, que combin¨® su carrera con un trabajo en General Motors que mantuvo durante 37 a?os, renunci¨® dos a?os y medio despu¨¦s para dedicarse a su familia. ¡°Quise ser para mis hijos el padre no pude tener para m¨ª¡±.
Los ¨¢rbitros fueron exclu¨ªdos hasta 1966, dos d¨¦cadas despu¨¦s del fichaje del primer jugador negro
No llegar¨ªa a arbitrar en templos como el Yankee Stadium o Fenway Park, pero Motley aprecia el car¨¢cter integrador de las Ligas Negras. ¡°Estoy orgulloso de haber sido parte de una competici¨®n que no exclu¨ªa a nadie, ya fueran blancos, mujeres o exconvictos¡±. El Museo de las Ligas Negras recoge su carrera y Kansas City celebr¨® el d¨ªa de Bob Motley el 1 de julio de 2007.
Sigui¨® arbitrando en las Ligas Negras cuando le necesitaron y forjo un v¨ªnculo con los Kansas City Royals, de la MLB, el equipo que le recibir¨ªa con las manos abiertas en un acto que no cura sus heridas. ¡°Nunca han intentado compensarnos. ?C¨®mo iban a hacerlo? Han contratado a ¨¢rbitros negros, pero eso no resuelve mi problema¡±. En la conversaci¨®n con este h¨¦roe silenciado, un ¨¢rbitro implacable al que le encantaba teatralizar en el diamante, se repiten dos ideas: el servicio militar y su sue?o frustrado en la elite. Afront¨® ambos de la misma forma: ¡°He salvado mi vida por los pelos y siempre he tenido claro que nadie podr¨ªa conmigo. Si persigues un objetivo tienes que seguir luchando¡±.
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