Marian¨ªn, aquel ¡®Jabal¨ª del Bierzo¡¯
El 26 de noviembre de 1972, un nombre salt¨® a la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos deportivos: Marian¨ªn. Jugaba de n¨²mero 9 en el Oviedo y hab¨ªa conseguido marcarle tres goles a Ir¨ªbar en San Mam¨¦s, proeza hasta entonces s¨®lo conseguida por Marcial, en una espectacular exhibici¨®n con el Espanyol de Los Delfines. Entonces no lo llam¨¢bamos hat trick, no conoc¨ªamos este t¨¦rmino, pero el suyo lo fue en toda regla: porque los marc¨® seguidos, sin que se intercalase entre ellos el gol de ning¨²n compa?ero. Llegaron entre el minuto 55 y el 75, y dieron la vuelta al marcador, de un 2-0 con que se lleg¨® al descanso, a un 2-3. El tercero fue de antolog¨ªa, en una media chilena que ¨¦l practicaba mucho. El choque acab¨® 3-3. En a?os de todos los partidos a un tiempo, cuando Carruseltransmit¨ªa simult¨¢neamente desde todos los campos, el eco de la proeza de Marian¨ªn lleg¨® a todas las aficiones.
?Qui¨¦n era ese Marian¨ªn?
Los m¨¢s entendidos hab¨ªan o¨ªdo hablar de ¨¦l dos a?os antes, al final de la 70-71. Jugaba entonces para al Cultural Leonesa, tras haberse iniciado en su pueblo, Fabero, en plena cuenca minera del Bierzo, y pasar por el Bembibre. Ese 70-71 subi¨® la Cultural a Segunda gracias a sus 36 goles. Fue el m¨¢ximo goleador de todas las categor¨ªas, lo que ya le hizo merecer apariciones en la prensa deportiva nacional.
Incluso pens¨® en ¨¦l el Madrid, seg¨²n supe muchos a?os m¨¢s tarde. El Madrid andaba a la b¨²squeda de un 9 puro, pensando en el relevo de Amancio, interior en punta, que ya entraba en la treintena. Se buscaba jugador de ¨¢rea joven y el primero en que se pens¨® fue Marian¨ªn, punta insistente, muy veloz en corto, con 20 metros demoledores, pegada potente con los dos pies, sentido del oportunismo, con ese raro olfato para saber d¨®nde caen los rebotes y un tremendo salto. No era muy alto, 1,74, pero su potencia de salto era enorme.
Su juego era primitivo, pero podr¨ªa depurarse con el tiempo. Compa?eros que le ense?aran iba a tener. Le adornaba un apodo sonoro: El Jabal¨ª del Bierzo, que le hab¨ªa puesto un periodista del Diario de Le¨®n, ?ngel Herrero, de apodo Roherre.
Al final de esa su primera temporada en la m¨¢xima categor¨ªa alcanz¨® 19 goles, sin penaltis
Una casualidad le sac¨® de la agenda. El Madrid estaba tambi¨¦n detr¨¢s de Aguilar, fino extremo del Racing. Se lo dijeron a Bernab¨¦u y ¨¦l, que ya viv¨ªa casi permanentemente en Santa Pola, aprovech¨® un H¨¦rcules-Racing, de Segunda, para verle. Posiblemente, quer¨ªa verle para dar su conformidad. Era un partido a cara de perro, porque acababa la Liga y los dos estaban en peligro de descenso. A Bernab¨¦u le pareci¨® bien Aguilar, pero mejor todav¨ªa otro chico, un delantero no muy alto, que saltaba mucho y que se hab¨ªa partido la cara todo el partido. Tanto le gust¨® que al final baj¨® a los vestuarios y pidi¨® que se lo presentaran.
¡ªChaval, ?a ti te gustar¨ªa fichar por el Madrid?
Santillana se puso p¨¢lido y contest¨® que s¨ª. Bernab¨¦u llam¨® al club:
¡ªS¨ª, ese Aguilar est¨¢ bien, pero al que hay que fichar sobre todo es al delantero centro.
Nadie hab¨ªa pensado en ¨¦l, pero lo dec¨ªa el Jefe y se acab¨®. Madrid y Racing se pusieron de acuerdo en un paquete que inclu¨ªa a Aguilar, Santillana y el portero Corral. Desde luego, con Santillana, El Patriarca tuvo un gran ojo. Fue el mejor de los tres.
As¨ª que Marian¨ªn se qued¨® en la Cultural, en Segunda, sin enterarse de que la suerte hab¨ªa pasado por su puerta. Sigui¨® su buen rendimiento. En la 71-72 ascendi¨® a Primera el Oviedo. Ten¨ªa un buen delantero, un valenciano de mucho estilo, Gal¨¢n, pero fich¨® a Marian¨ªn para reforzar el ataque. Eso cre¨® un debate entre la afici¨®n, un debate cl¨¢sico. Gal¨¢n era el fino estilista, Marian¨ªn, el duro fajador. Gal¨¢n era el favorito de la afici¨®n, hab¨ªa llegado antes. Para Marian¨ªn no fue f¨¢cil, pero lo resolvi¨® con goles. Los tres a Ir¨ªbar en San Mam¨¦s terminaron por convencer a muchos.
El curso 73-74 se dio el lujo de debutar con la selecci¨®n, contra Turqu¨ªa, en Estambul, partido para celebrar los 50 a?os de existencia de la moderna Turqu¨ªa
Al final de esa su primera temporada en la m¨¢xima categor¨ªa alcanz¨® 19 goles, sin penaltis. Y fue Pichichi, por delante de jugadores como G¨¢rate, Amancio, Quini, Luis o Santillana, los grandes goleadores en aquel tiempo sin extranjeros. Tambi¨¦n se dio el lujo de marcar el gol n¨²mero 1.000 del Oviedo, en precioso cabezazo en el Manzanares. A medida que marcaba goles el Bar?a empez¨® a interesarse por ¨¦l. Las conversaciones con el Oviedo fueron conocidas por la prensa, y un directivo del Bar?a trat¨® de enfriar el entusiasmo diciendo que Marian¨ªn s¨®lo serv¨ªa para cabecear. Pero Rinus Michels, el entrenador, se cruz¨® con halagos al berciano, valor¨¢ndolo como el delantero completo. Marian¨ªn a¨²n se duele de aquel comentario del directivo del Bar?a, y recuerda que de sus 19 goles de aquel a?o s¨®lo cinco fueron de cabeza.
Pero justo entonces se abri¨® de nuevo la importaci¨®n de extranjeros, cerrada desde 1964. Fue una decisi¨®n adoptada a la vista del coladero en que se hab¨ªa convertido la importaci¨®n de oriundos, que hab¨ªa dado pie a toda clase de desmanes, sobornos y disparates, hasta constituir la p¨¢gina m¨¢s chusca de nuestro f¨²tbol. Por fin, despu¨¦s de a?os de pleitos, dimes y diretes, y hasta de una suspensi¨®n por seis meses del secretario de la federaci¨®n, Andr¨¦s Ram¨ªrez, por negligencia in vigilando, se decidi¨® abrir de nuevo las fronteras, con el l¨ªmite de dos extranjeros por club.
El Bar?a, que hab¨ªa empujado mucho por la apertura, ya ten¨ªa avanzadas las conversaciones con Cruyff. Adem¨¢s, fue a por un gran interior en punta, peruano, Sotil. Marian¨ªn qued¨® olvidado. Otra vez la suerte pas¨® de largo.
El curso siguiente, la 73-74, se dio el lujo de debutar con la selecci¨®n, contra Turqu¨ªa, en Estambul, partido para celebrar los 50 a?os de existencia de la moderna Turqu¨ªa. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, Espa?a ten¨ªa un partido contra Yugoslavia para el Mundial 74, de modo que Kubala parti¨® la selecci¨®n en dos. Los mejores jugaron el partido oficial. Los siguientes, el de Estambul. Marian¨ªn jug¨® s¨®lo los 15 ¨²ltimos minutos de este partido, en sustituci¨®n de Clares, que precisamente m¨¢s adelante ir¨ªa al Bar?a. Quince minutos y en una selecci¨®n un poco de aquella manera, pero era partido concertado a nivel de selecciones A. As¨ª que cuenta. Marian¨ªn fue internacional con todos los pronunciamientos. Y guarda orgulloso su camiseta de aquel d¨ªa.
Hoy vive feliz all¨¢, en Fabero, entre minas cerradas y los preciosos montes del Bierzo, y no se queja de su suerte
Pero justo entonces empez¨® la cuesta abajo. Sufri¨® pubalgia, cuando aquello a¨²n se trataba mal. Ten¨ªa que descansar, alg¨²n entrenador no le cre¨ªa, ¨¦l tampoco era d¨®cil ni servil, as¨ª que las discusiones sub¨ªan de tono. Perdi¨® partidos y goles. El Oviedo baj¨®. Al a?o siguiente le fue mejor, ascendieron de nuevo. Pero le dol¨ªa. Finalmente se oper¨® con el doctor Mesovic, un yugoslavo pionero en esas intervenciones. Otro descenso. Y una quinta temporada en el Oviedo, esta vez en Segunda, ya definitivamente mala, con s¨®lo 13 partidos y tres goles, siempre lastrado por lesiones musculares¡ o de las otras. Le pegaron mucho. Para la 77-78, ya con 31, volvi¨® a la Cultural. Luego, un a?o m¨¢s en el Fabero y la retirada.
Hoy vive feliz all¨¢, en Fabero, entre minas cerradas y los preciosos montes del Bierzo. No se queja de su suerte. Al fin y al cabo, ¨¦l se meti¨® en el f¨²tbol empujado por su padre, minero, que le ve¨ªa condiciones cuando jugaba en el pueblo, con vejigas de cerdo o pelotas de trapo. El f¨²tbol le dej¨® viajes, ahorrillos que emple¨® bien, una camiseta internacional que luce en la salita de su casa convertida en museo y, sobre todo, un Pichichi. Un Pichichi ganado a ley, en el Oviedo, frente a la afici¨®n propia, con su mayor¨ªa de galanistas, sin penaltis y frente a los grandes goleadores de la ¨¦poca. Uno de ellos, G¨¢rate, le hizo un d¨ªa el mejor reconocimiento:
¡ªPara nosotros, los que jugamos en el Atl¨¦tico, en el Madrid o en el Bar?a, era f¨¢cil. Pero lo tuyo, o lo de Vav¨¢ en Elche, o lo de Porta, en Granada, eso s¨ª que tiene m¨¦rito.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.