Nadal, la victoria del sufrimiento
El espa?ol, con calambres y atendido por el m¨¦dico, apura cinco sets ante el estadounidense Tim Smyczek (112? del ranking) y llega a la tercera ronda
![Juan Jos¨¦ Mateo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F1228d29c-d423-4ecf-9105-891d7df471c3.jpg?auth=14375061413b532409017eb7f95b809eefda00aea8a00c97eb448c5d0cf243ab&width=100&height=100&smart=true)
![Rafa Nadal celebra su victoria ante el norteamericano Tim Smyczek.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4WFBAVGXEF5E3SFWMIMRG2JXLE.jpg?auth=c8f0bea9c61dc41ab452f1a277a3a253434f9a4c4b8d8ac6315c56365abaff44&width=414)
Las grandes historias se construyen con cap¨ªtulos peque?os. Con calambres, atendido por el m¨¦dico, y reclamando constantemente toallas cargadas de hielo para enfriarse el cuerpo, Rafael Nadal apur¨® m¨¢s de cuatro horas para eliminar al desconocido Tim Smyczek en segunda ronda del Abierto de Australia (6-2, 3-6, 6-7, 6-3 y 7-5). Fue una victoria arrancada con dolor, conquistada desde el sufrimiento, dura y peleada. All¨ª donde se esperaba un paseo militar, los evidentes problemas f¨ªsicos del espa?ol y la valent¨ªa del estadounidense, fenomenal en el juego de fondo, depararon una guerra de trincheras en la que el n¨²mero tres mundial a punto estuvo de caer derrotado frente al 112. Nadal jug¨® entre tinieblas, tan oscurecido por sus problemas y el talento del contrario como para desaprovechar su saque para firmar la tercera manga y luego tres bolas de partido. Cuando termine su carrera, se recordar¨¢n los t¨ªtulos conquistados y quiz¨¢s se olvidar¨¢n partidos como este, en rondas menores, que son los que han construido su historia: no hay tenista que gane tantos duelos jugando mal; ninguno es tan capaz de superar sus l¨ªmites en la adversidad; no hay otro competidor tan refractario a los problemas y las excusas.
¡°Ha sido una noche muy dura¡±, dijo Nadal, que felicit¨® a su contrario y le calific¨® de ¡°caballero¡±, porque el estadounidense le permiti¨® volver a servir con primer saque en el ¨²ltimo juego del duelo despu¨¦s de que el grito de un espectador le molestara y le hiciera fallar. ¡°Tuve malas sensaciones. Empec¨¦ a tener calambres. No s¨¦ lo que ha pasado¡±, a?adi¨®. ¡°Es lo normal tras tanto tiempo fuera del circuito. Hay que aceptar estas situaciones hasta volver al nivel correcto¡±.
El espa?ol compiti¨® empapado en sudor, movi¨¦ndose pesadamente y sin golpear con precisi¨®n. Cansado. Irreconocible. Atacable. Vulnerable. Sin fuerza. Sin velocidad. Sin ritmo. Vi¨¦ndose sin posibilidades de dominar desde la l¨ªnea de fondo, su gran especialidad, el espa?ol intent¨® asaltar la red para examinar si a Smyczek le entraba un ataque de v¨¦rtigo ante la figura del campe¨®n lanzado a por el duelo. El estadounidense no tembl¨®. Al espa?ol le falt¨® acierto. Nunca le acompa?¨® el saque (tres dobles faltas en otros tantos puntos de break). Jam¨¢s encontr¨® la chispa en las piernas que necesita para buscar los restos. Una vez finiquitado el primer set, en el que se pudo observar la distancia sideral que separa a ambos tenistas en circunstancias normales, jam¨¢s fue un Nadal reconocible.
El espa?ol compiti¨® empapado en sudor, movi¨¦ndose pesadamente y sin golpear con precisi¨®n
Valga un ejemplo. Tras mil sufrimientos, el n¨²mero tres mundial sac¨® para ganar la tercera manga. Ese juego era el partido, porque la desventaja de dos sets a uno era un Himalaya para Smyczek. Nadal ni se acerc¨® a lograrlo. Se vio abocado al tie-break. All¨ª, el estadounidense jug¨® como los valientes, a todo o nada, y sum¨® el set contra toda l¨®gica. En toda su carrera solo hab¨ªa ganado seis desempates. El s¨¦ptimo lleg¨® contra un campe¨®n de 14 t¨ªtulos del Grand Slam. Una se?al m¨¢s de que algo no marchaba en la raqueta del espa?ol, de siempre un tenista decidido, apasionado y contundente. En Melbourne, las heroicidades, los tiros imposibles y las decisiones tomadas con coraz¨®n de le¨®n fueron del estadounidense.
No hubo casi pu?os cerrados, casi no hubo demostraciones de alegr¨ªa, tras cada punto ganado con sangre, sudor y l¨¢grimas apenas se escuch¨® un d¨¦bil ¡°?vamos!¡±. El n¨²mero tres mundial, que intenta convertirse en el primer tenista capaz de ganar al menos dos veces todos los grandes en la Era Abierta (desde 1968), procur¨® guardar el m¨¢ximo de energ¨ªa posible para lo realmente importante. Para sufrir. Para pelear. Para luchar por mantenerse vivo en el torneo en el que acumula m¨¢s contratiempos.
No hubo casi pu?os cerrados, casi no hubo demostraciones de alegr¨ªa. El n¨²mero tres mundial procur¨® guardar fuerzas para sufrir y pelear. Y lo hizo
Y sufri¨®. Y pele¨®. Y luch¨® mientras se le escapaba entre los dedos el partido merced a sus dobles faltas (siete), sus errores no forzados y los tiros ganadores del contrario (64), que nacieron de la mezcla de la inspiraci¨®n de Smyczek y de sus propias bolas cortas, una invitaci¨®n al golpeo. El estadounidense, adem¨¢s, supo presionar muy bien al espa?ol en sus momentos de duda.
El reloj, sin embargo, pareci¨® darle aire al favorito y quit¨¢rselo al aspirante. Pasadas las tres horas de combate, Nadal empez¨® a recuperar el color y Smyczek comenz¨® a perderlo. El espa?ol hab¨ªa llegado hasta ah¨ª sin primer saque, y comenzaron a entrarle. El estadounidense se hab¨ªa plantado en esa etapa dej¨¢ndose el alma en cada peloteo, y empez¨® a pagarlo. Ah¨ª, en el infierno de la quinta manga, el n¨²mero tres volvi¨® a demostrar que es de los mejores tenistas de la historia caminando sobre las llamas. Nadal se hab¨ªa visto 21 veces en una quinta manga (solo cinco derrotas). Smyczek, 3 (una). El espa?ol, que ahora jugar¨¢ con el israel¨ª Sela, no solo impuso su experiencia frente al estadounidense, que lleg¨® a restar para ganar el partido: una vez m¨¢s, su cabeza volvi¨® a llevarle a donde no pod¨ªa ir solo su cuerpo.
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