Parec¨ªa una tonter¨ªa
Otro Atl¨¦tico aconsejar¨ªa albergar pocas esperanzas de pasar la eliminatoria, pero con Simeone, todo es posible
Desconocemos qu¨¦ ocurrir¨¢ esta noche, salvo que todo lo que ocurra ser¨¢ espeluznante. Hace ya tiempo que el Atl¨¦tico se volvi¨® un equipo terror¨ªfico. Quiz¨¢ no combine con fatal belleza, ni golee con las manos en los bolsillos. Pero, y qu¨¦. Tambi¨¦n en sus emboscadas habita cierta forma de esplendor. Hay noches que el exceso de virtuosismo constituye un lastre. ¡°Yo no s¨¦ nada de m¨²sica. En el g¨¦nero que toco no hace falta saberlo¡±, dec¨ªa Elvis del rock. En ese sentido, para ganar una eliminatoria que tienes perdida, s¨®lo precisas un instante de oscuridad, y que el Mal act¨²e de fuente de placer. No importa que la suerte sonr¨ªa moment¨¢neamente al rival, ni siquiera que Messi est¨¦ de su parte. Cuando un equipo encarna el terror, le basta uno de esos minutos en que el Bar?a parece decirse a s¨ª mismo ¡°ay, pero qu¨¦ feliz soy y qu¨¦ guapo¡±, para caer sobre ¨¦l. Las cosas horribles desbancan a uno cuando vive instalado en lo mejor.
La vida apacible que le promete al Bar?a el 1-0 es un escenario propicio para la asechanza
Otro Atl¨¦tico aconsejar¨ªa albergar pocas esperanzas de pasar la eliminatoria. Los ¨²ltimos partidos contra el Bar?a incitan al pesimismo. El viejo equipo volv¨ªa inevitable el fracaso. Recordaba a esa escena de Retorno al pasado cuando Jane Greer pregunta: ¡°?Existe alguna maldita manera de ganar?¡±. Y Robert Mitchum confiesa: ¡°Bueno, hay un camino para perder m¨¢s despacio¡±. No pod¨ªas so?ar con m¨¢s. Pero gracias a Simeone sabes que incluso cuando hay muerte hay esperanza. Sus jugadores son irreductibles. Est¨¢n seguros de s¨ª mismos. Ya no te acercas a ellos y responden como Beckett a aquel se?or que le pregunt¨® si en efecto era Beckett, y ¨¦ste dijo ¡°a veces¡±. Son letales todo el tiempo. Solucionan problemas.
Hay noches que el exceso de virtuosismo constituye un lastre
La vida apacible que le promete al Bar?a el 1-0 de la ida es un escenario propicio para la asechanza. ?C¨®mo vivir tranquilo? Cuando sientes que puedes mecerte en el resultado, porque Koke o Griezmann yerran lejos de tu ¨¢rea, y no encadenan dos octos¨ªlabos seguidos con el bal¨®n, est¨¢s perdido. Obnubilado porque te ves en semifinales, de pronto experimentas una molestia en el pecho, parecida a la tos. Ser¨¢ una tonter¨ªa, piensas. Cuando te palpas, como si buscases el paquete de Lucky, y retiras la mano, descubres la sangre, seguramente efecto de un libre indirecto anodino. En ocasiones, la derrota no es fruto de una ofensiva sin cuartel, sino de un lance sin importancia.
Hace meses le¨ª que un hombre hab¨ªa superado un infarto severo, y cuando le dieron el alta, y sali¨® del hospital, mientras encend¨ªa un pitillo para celebrarlo, lo atropell¨® una ambulancia dando marcha atr¨¢s; al poco, fallec¨ªa. A eso le llamo un lance futbol¨ªstico, tonto e inh¨®spito, aunque no tenga que ver con el f¨²tbol. En este Atl¨¦tico, de una jugada que parece una tonter¨ªa, inocua, que no sirve ni para prender un cigarro, nace el gol que te arruina. El f¨²tbol a veces se resume en una jugada descamisada, l¨¢nguida, sin futuro, que por una fatalidad se envenena y acaba contigo, como esos mediod¨ªas que te atragantas con un hueso de aceituna y mueres de maravilla.
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