La Copa no excita al Athletic
El Espanyol da un paso adelante hacia la final al empatar en San Mam¨¦s
La avenida que da acceso a San Mam¨¦s se cubri¨® de humo de bengalas al paso del autob¨²s rojiblanco. Faltaba hora y media para el comienzo del partido y San Mam¨¦s ol¨ªa a f¨²tbol, que dec¨ªa Kubala. Se imitaban los viejos tiempos, aunque era el partido de ida y no de vuelta como con el Sevilla. Antes, los locos anduvieron sueltos y se liaron a mamporros en un barrio aleda?o a Bilbao y despu¨¦s a pedradas con el autob¨²s del Espanyol... Le peor coreograf¨ªa del f¨²tbol, el entrem¨¦s m¨¢s rancio en una boda de post¨ªn. Porque la Copa excita Bilbao como ning¨²n otro campeonato. Todos si la ganan disfrutan igual, pero nadie la vive como el Athletic, con esa intimidad que solo da el conocimiento de tantas celebraciones.
Y en esto lleg¨® el partido, como un viento suave, midiendo cada cual cada metro de terreno y los trapecios del bal¨®n, como un invitado de ¨²ltima hora que no quiere romper un vaso por muy jabonoso que lo pongan en sus manos. Athletic y Espanyol sab¨ªan que caminaban en el alambre, que era una semifinal con la puerta giratoria, que lo mismo te habilita que te atropella.
Athletic, 1-Espanyol, 1
Athletic: Herrer¨ªn; Iraola (Ibai G¨®mez,. m. 80), Gurpegui, Etxeita, Autenetxe; Be?at, San Jos¨¦; Susaeta (Viguera, m. 67), De Marcos, Muniain (Aketxe, m. 67); y Aduriz. No utilizados; Iraizoz, Bustinza, Mikel, Rico y Williams.
Espanyol: Pau L¨®pez; Arbilla, Colotto, H¨¦ctor Moreno, Fuentes; Lucas, V¨ªctor S¨¢nchez, Javi L¨®pez (Salva Sevilla, m. 88), V¨ªctor ?lvarez (Monta?¨¦s, m. 90); Sergio y Stuani (Caicedo, m. 70). No utilzados: Casilla, Felipe, Duarte y Jord¨¢n.
Goles: 1-0. M. 11. Aduriz. 1-1. M. 34. V¨ªctor S¨¢nchez.
?rbitro: Del Cerro Grande. Amonest¨® a Herrer¨ªn, y Monta?¨¦s
Unos 52.000 espectadores en el estadio de San Mam¨¦s.
Y en caso como ese hay un tipo que ha aprendido el oficio desde abajo, empezando de botones en el banco del gol. Nada hab¨ªa hecho el Athletic hasta que un pase de San Jos¨¦, lo emboc¨® De Marcos cay¨¦ndose, moribundo en el juego, pero atrevido en la desesperaci¨®n y el bal¨®n acab¨® en los pies de Aduriz, que imaginaba el gol como un ni?o sue?a con sus regalos y le dio un puntapi¨¦ col¨¢ndose entre los centrales, suficiente para superar los brazos del atribulado Pau L¨®pez, condenado al triste papel de espantap¨¢jaros que acompa?a a los porteros cuando te lanzan lo que se llama una vaselina (figura ret¨®rica sin demasiada explicaci¨®n).
Cosas del f¨²tbol. Ah¨ª muri¨® el Athletic. Sin hacer nada hab¨ªa hecho un gol. O sea, efectividad impoluta. Quiz¨¢s no entendi¨® que una cosa es ganar y otra es jugar, y que ambas a veces van emparejadas (no siempre). Y que el Espanyol se qued¨® con el bal¨®n como si fuera una posesi¨®n innegociable. Y que para eso ten¨ªa m¨¢s armas en el centro del campo, que le bastaba con tapiar la pradera e impulsar a su gente un poco m¨¢s all¨¢ de lo que preve¨ªan. Una jugada inocente como una piruleta abandonada en el patio del ¨¢rea la convirti¨® Aurtenetxe en el regalo del amigo invisible. Dej¨® la pelota, con la derecha, la que le ayuda a apoyarse, como el ni?o que deja un bocadillo desagradecido, y V¨ªctor S¨¢nchez que tiene a bien agujerear al Athletic (cinco de sus ocho goles en Liga se los ha hecho a los rojiblancos) le quit¨® el lazo al regalo y lo dej¨® en la red del sorprendido Herrer¨ªn.
En realidad, no hab¨ªa pasado nada y hab¨ªa pasado de todo en muy poco tiempo. En media hora se hab¨ªa tramitado la burocracia del partido. Un gol sorprendente y un gol regalado. F¨²tbol, lo que se dice f¨²tbol, hab¨ªa muy poco. Duraba lo que las bengalas en los aleda?os de San Mam¨¦s, el paso del autob¨²s. El Espanyol se guareci¨® de un posible aluvi¨®n (que no lleg¨®), bien armado en el centro del campo y con la l¨ªnea bien ordenada en defensa, con el abrigo justo para no pasar fr¨ªo. El trabajo de sus medios centro era encomiable, tanto que V¨ªctor S¨¢nchez pudo desequilibrar el partido y la eliminatoria a falta de cinco minutos con un cabezazo al poste en un contragolpe.
Del Athletic no hab¨ªa noticias. Sus cartas no llegaban al ¨¢rea por falta de franqueo. Los extremos, Muniain y Susaeta, no exist¨ªan, hasta el punto que Valverde los sustituy¨®, uno detr¨¢s de otro, por pura desesperaci¨®n. Aduriz, el baluarte, el fogonero, se conden¨® a la soledad absoluta, esa que incluye la tranquilidad de los defensas.
Y el partido muri¨® como muere la tarde, con calma, sin sobresaltos, sin incidencias que rese?ar. Con un empate que acerca al Espanyol a la final de Copa, con un gol en el talego que vale un potos¨ª. Y le deja al Athletic con esa sensaci¨®n de impotencia que le acompa?a toda la temporada, incluso en las citas c¨¦lebres de su torneo favorito, el que le convierte en un vendaval, pero que en esta ocasi¨®n fue un leve vientecillo a la s¨®lida muralla del Espanyol. Las llave de la final ahora est¨¢ en manos del Espanyol.
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