El Athletic arr¨ªa velas en Europa
Los errores defensivos condenan a los rojiblancos ante un Torino m¨¢s eficaz
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El Athletic arri¨® velas en Europa por no saber gobernar el viento. El Torino fue un vendaval demasiado fuerte para la tripulaci¨®n rojiblanca, que acumul¨® tantos errores en defensa que acab¨® por hundir el barco. A contracorriente, el Athletic se maneja con mucha dificultad, mientras el Torino aparent¨® un oficio que le salv¨® de varias quemas. No est¨¢ el Athletic para estos trotes, por m¨¢s que var¨ªe el esquema, por m¨¢s que elija a estos o a aquellos, por m¨¢s que se golpee el coraz¨®n hasta amoratarse el pecho. Simplemente, no est¨¢. Y por eso ya no est¨¢ en Europa. Se ahog¨® en su propio mar.
ATHLETIC, 2-TORINO, 3
Athletic: Herrer¨ªn; Iraola, Etxeita, Gurpegui (Williams, m. 42), Laporte, De Marcos; San Jos¨¦, Be?at, Mikel Rico (Unai L¨®pez, m. 79); Muniain y Aduriz. No utilizados: Iraizoz, Ibai, Viguera y Balenziaga
Torino: Padelli; Darmian, Maksimovic, Glik, Moretti, Molinaro; Vives, Gazzi, El Kaddouri (Farnerud, m. 84); Maxi L¨®pez (Mart¨ªnez, m. 73) y Quagliarella. No utilizados: Castellazzi, Bovo, Jansson, Silva y Amauri
Goles: 0-1. M. 16. Quagliarella, de penalti. 1-1. 44. Iraola. 1-2. M. 46. Maxi L¨®pez. 2-2. M. 61. De Marcos. 2-3. M. 67. Darmian.
?rbitro: Liran Liany (Israel). Amonest¨® a Maxi L¨®pez, Mikel Rico, Gazzi, Darmian y Mart¨ªnez
Unos 50.000 espectadores en San Mam¨¦s, unos 2.000 del Torino.
Despu¨¦s de aquellos tiempos en los que el futbolista imperaba sobre el sistema (entre otras cosas porque todos jugaban igual todos los d¨ªas), se han dise?ado mil pizarras, estrategias, t¨¢cticas, dibujos, se?ales de tr¨¢fico, c¨ªrculos, v¨¦rtices y geometr¨ªas variables. Pero nadie, nadie, ha conseguido evitar el error humano ni los da?os colaterales cuando se produce. Ernesto Valverde hab¨ªa recetado al Torino su misma medicina: una defensa de cinco, un medio campo de tres y dos delanteros. ?Ale, a jugar en igualdad de condiciones! ?Por qu¨¦ eligi¨® a Gurpegui, un central de choque, de los que necesitan enemigos para luchar, en vez de a Etxeita, m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s ¨¢gil, pertenece al territorio privado de su jurisdicci¨®n. Lo que no pod¨ªa prever es que, sistemas y dibujos aparte, Gurpegui cometiera un error t¨¦cnico convirtiendo un centro insulso de Darmian en un penalti a¨²n m¨¢s insulso. A veces, la suma de decisiones err¨®neas produce efectos sorprendentes, como que el Torino que se encontrara con un gol en el marcador al cuarto de hora cuando estaba tomando la medida al campo, al partido, al reloj, m¨¢s preocupado de evitar un gol del Athletic que de conseguirlo.
Cuando Quagliarella transform¨® el penalti, algo hab¨ªa cambiado en San Mam¨¦s. Hasta entonces al Athletic le val¨ªa el caracoleo, su desfile de moda ante el ¨¢rea rival, sin pisarla casi nunca (no te vaya a pasar lo que a Madonna...), el pase previsible, un grado de intensidad, y nada imprevisible que le hiciera dudar al portero Padelli. Estaba claro que el Torino hab¨ªa practicado mucho el sistema y el Athletic lo sujetaba con pinzas: al equipo de Ventura le val¨ªa para defender y atacar (llegaba m¨¢s que el Athletic) y al de Valverde ni le serv¨ªa para atacar ni para defender. En esos casos, donde no hay ganancia, la p¨¦rdida es segura.
Y por eso perd¨ªa el Athletic, porque los errores humanos se pagan con creces, pero los colectivos se reparten y parecen m¨¢s peque?os. Pero lo mismo que las t¨¢cticas no pueden eludir a los futbolistas, tampoco pueden impedir que los partidos reivindiquen su locura. Y cuando Iraola le pill¨® la espalda a Molinaro y marc¨® el empate, al borde del descanso, los cables del partido se rompieron y se hizo la luz. Aparentemente ambos segu¨ªan fieles a sus principios: Valverde no lo vari¨® cuando se lesion¨® Gurpegui y meti¨® a Williams. Retras¨® a San Jos¨¦ y la vida sigui¨® igual.
Pero el empate fue como cuando se te resbala el salero encima de la ensalada: hay que echarle ganas. Y el Torino hizo de tripas coraz¨®n y se adelant¨® dos minutos despu¨¦s con un cabezazo de Maxi L¨®pez en el en¨¦simo agujero negro de la defensa rojiblanca. Pero quedaban m¨¢s, despu¨¦s de que De Marcos empatara de nuevo gracias a la inspiraci¨®n de Muniain, quiz¨¢s en su mejor partido en muchos meses. No es que oliera a pr¨®rroga, porque quedaba media hora, pero el Torino detuvo el tiempo devolvi¨¦ndole la moneda al Athletic. Plagi¨® el gol de Iraola, en otro despiste de De Marcos que aprovech¨® Darmian. La ¨²nica diferencia entre ambos goles es que el rojiblanco entr¨® por arriba y el granate (ayer azul) por abajo.
Hasta ah¨ª lleg¨® la locura. Las remontadas tienen un l¨ªmite y llegan a desalentar cuando se exigen con frenes¨ª. Ya no pas¨® nada. Que el Torino hizo unos cambios, que el ¨¢rbitro sac¨® unas tarjetas (d¨ªcese del ¨¢rbitro UEFA que es aquel que en la primera mitad absuelve lo gordo y en la segunda castiga lo delgado). La cordura benefici¨® al Torino m¨¢s eficaz, mejor organizado, m¨¢s aplicado y m¨¢s poderoso. Entonces, puede decirse aquello de "nihil obstat".
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