Reinas entre dos paredes
Una exposici¨®n en el Consejo Superior de Deportes recuerda a ¡®las pelotaris¡¯, las primeras mujeres que consiguieron un contrato profesional como deportistas
Ha pasado tanto tiempo que ver una foto en blanco y negro de la ¨¦poca es lo m¨¢s parecido al 3D m¨¢s avanzado de los cines modernos. Eso dicen ellas, llenas de color y de orgullo por lo que hicieron en su d¨ªa. Pueden presumir de ser Las pelotaris, iconos del deporte femenino por lo que tuvo de rupturista su aparici¨®n a principios del siglo XX en los frontones de Bilbao y Madrid, con una raqueta en la mano. Fueron adem¨¢s las primeras deportistas profesionales de la historia. Ten¨ªan contrato y sueldo.
Lo m¨¢s suave que o¨ªas era que te fueras a fregar¡±, recuerda 'chiquita de ledesma'
¡°La pelotari entonces lo pasaba mal, no es como ahora, que es un deporte. Antes era otra cosa¡±, reconoce con una enorme sonrisa Josefina Gonz¨¢lez, Bene II para todo aquel que la conoce, una de aquellas reinas del front¨®n que asisti¨® junto a otras cinco compa?eras que siguieron su ejemplo a la exposici¨®n Habilidades emprendedoras y personales de las pelotaris, pioneras del deporte profesional, que se llev¨® a cabo la semana pasada en el Consejo Superior de Deportes. ¡°Hab¨ªa que tener mucho valor. Era un deporte de cara al p¨²blico. ?F¨ªjate c¨®mo iban vestidas! Hab¨ªa que meterse ah¨ª en una ¨¦poca en la que el hombre era reacio a que se hiciera eso", reconoce Juana Resino, otra de las raquetistas (tambi¨¦n se las conoc¨ªa as¨ª por la herramienta con la que jugaban) presentes en la muestra fotogr¨¢fica, mientras se?ala una de las im¨¢genes. En ella aparecen seis mujeres con la raqueta al hombro portando un vestido blanco terminado en una falta que les cubre los tobillos.
La idea de reunir a un grupo de mujeres en un front¨®n y convertir aquello en un espect¨¢culo deportivo surgi¨® de la mente de Ildefonso Anabitarte. Fue este pelotari que hizo fortuna en Am¨¦rica, metido despu¨¦s a empresario, quien mand¨® construir el Front¨®n Madrid, adecuado por dimensiones al juego de las mujeres (algo m¨¢s corto), que lleg¨® a ser conocido como La catedral de la raqueta. No pudo disfrutar de todos los espect¨¢culos que all¨ª se llevaron a cabo puesto que desapareci¨® en la Guerra Civil. Su hijo Ildefonso mantuvo aquel negocio en pie aunque no lo tuvo f¨¢cil. Acabada la guerra, el General Moscard¨® mand¨® terminar con aquel espect¨¢culo ¡°porque no era una cosa bonita de mujeres¡±. Sin embargo, la pol¨¦mica medida (que dejaba a varias familias sin sustento) no se llev¨® a cabo. ¡°Un d¨ªa vinieron a por ¨¦l. Se encerr¨® en el front¨®n y todos sus empleados le pusieron una guardia para que no se lo llevasen detenido¡±, recuerda Olga de Urrutia, viuda de Ildefonso Anabitarte hijo.
¡°No tuvimos problemas con la familia, al rev¨¦s. Aunque yo les prohib¨ªa que fueran. Un d¨ªa apareci¨® mi hermano y le ech¨¦ tal bronca que no volvi¨®¡±, recuerda Isabel Rodr¨ªguez, Chiquita de Ledesma. ¡°Nos trataban como objetos, como un negocio. Lo m¨¢s suave era que te mandasen a fregar¡±, recuerda. El volumen de apuestas que generaban las pelotaris era tan grande que el lleno estaba asegurado. ¡°Los se?ores iban a ver un espect¨¢culo a medio camino entre las variedades, el erotismo y el deporte. De hecho, en su contrato las pelotaris aparec¨ªan reconocidas como artistas¡±, explica la historiadora Elena Caballero.
¡°Las veo desde una perspectiva de admiraci¨®n, son nuestras referentes. Hicieron grandes cosas por las mujeres, pelearon por sus derechos y nos visibilizaron como deportistas¡±, reconoce Raquel Mic¨®, campeona del mundo sub-22 y absoluta, y actual subcampeona del mundo de paleta y frontenis. Y lo dice mir¨¢ndolas de reojo a ellas, a esas reinas para las que el front¨®n lo fue todo. Y a las que tanto debe el deporte.
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