Himno al jugador argentino
"Los argentinos son unos animales". Sir Alf Ramsey, seleccionador ingl¨¦s en el Mundial de 1966
En v¨ªsperas del partido del a?o en Europa, la semifinal de Champions entre el Barcelona y el Bayern M¨²nich, todo el mundo habla del retorno de Pep Guardiola al campo de sus amores o del tridente letal que conforman Messi, Su¨¢rez y Neymar. No muchos se acuerdan de Javier Mascherano. Deber¨ªan.
M¨¢s que Messi, fue la roca de la selecci¨®n Argentina en su exitosa campa?a mundial en Brasil el a?o pasado; m¨¢s que cualquier otro jugador del Barcelona, es un soldado, o el bombero que uno quisiera ver llegar al rescate en caso de estar atrapado en un edificio en llamas.
Son cancheros los argentinos. Saben estar. Aceleran el proceso de adaptaci¨®n animal darwiniano
Mascherano es el jugador salvavidas, el que interviene en el instante preciso en el momento de m¨¢xima crisis. Y es un l¨ªder nato; m¨¢s que un capit¨¢n, un caudillo. Lo es en su selecci¨®n y en el Bar?a, lo fue durante los tres a?os que jug¨® en el Liverpool, lo ser¨ªa si jugase en China o Jap¨®n. Dispuesto a jugar en el centro de la defensa o en el mediocampo, su capacidad de adaptaci¨®n es asombrosa. Marcelo Bielsa dijo una vez que la grandeza de Mascherano deber¨ªa entenderse en t¨¦rminos gen¨¦ticos. Hay otra explicaci¨®n menos obvia. Tiene que ver tambi¨¦n con el hecho de ser argentino.
Lo se?alaba un amigo chileno hace unos d¨ªas en Santiago: no solo los jugadores de f¨²tbol argentinos, sino los argentinos en general tienen una facilidad ¨²nica para desenvolverse en el extranjero.
El amigo chileno hab¨ªa vivido en Europa. Dec¨ªa que tanto ¨¦l como el resto de sus compatriotas, como los colombianos, ecuatorianos, peruanos, mexicanos ten¨ªan una tendencia, al menos al principio de sus estancias europeas, a agacharse, a dar exageradamente las gracias, casi a pedir perd¨®n por estar vivos. Los argentinos no. Esa prepotencia por la que se les conoce en el resto de Am¨¦rica Latina resultaba no ser la cara visible de una profunda inseguridad, como cualquier psicoanalista amateur estar¨ªa tentado a inferir, sino de una genuina confianza en s¨ª mismos.
No se equivocaba el amigo chileno. Son cancheros los argentinos. Son piolas. Saben estar. Quiz¨¢ tenga que ver con aquella condici¨®n de exiliados con la que muchos de ellos conviven, esa sensaci¨®n de, por ejemplo, no pertenecer del todo al continente americano. Sea cual sea la explicaci¨®n, el hecho es que el argentino viaja lejos de casa y se acelera el proceso de adaptaci¨®n animal darwiniano; posee las armas para acoplarse con naturalidad a su nuevo entorno. Se pasea con la cabeza alta nada m¨¢s llegar a Madrid o a Barcelona y lo hace tambi¨¦n, lo cual es especialmente notable, al aterrizar en Londres, Liverpool, Manchester, Newcastle o la ciudad de Leicester.
Nos referimos en particular a los futbolistas argentinos desplazados a Inglaterra, pa¨ªs por el que deber¨ªan sentir cierta animosidad, o en el que no deber¨ªan sentirse del todo c¨®modos, ya que desde la infancia les taladran la cabeza con la idea de que los ingleses son unos piratas, ¡°unos hijos de puuuuta¡± imperdonablemente responsables de haber invadido su capital y de haber robado sus anheladas islas malvinas en la primera mitad del siglo XIX.
En Espa?a destaca Mascherano y antes lo hicieron Redondo, Ayala, Valdano y, por supuesto, Simeone
Pero, al contrario, se integran en el salvaje f¨²tbol profesional ingl¨¦s m¨¢s r¨¢pidamente que los propios nativos y, con asombrosa frecuencia, se convierten en los h¨¦roes de sus hinchadas. As¨ª ocurri¨® con Mascherano en el Liverpool, pero tambi¨¦n con los pioneros Osvaldo Ardiles y Ricardo Villa, cuyos nombres los fans del Tottenham coreaban con redoblado fervor mientras los militares brit¨¢nicos y argentinos se mataban en la guerra de las Malvinas; con Juli¨¢n Speroni, el portero del Crystal Palace, dios argentino de la afici¨®n del sur de Londres; Jon¨¢s Guti¨¦rrez, cuya entrega a muerte por los colores ¡ªcasi literalmente ya que acaba de recuperarse de un c¨¢ncer¡ª le ha ganado el amor incondicional de los sufridos hinchas del Newcastle United; y con un emigrado m¨¢s reciente, el veterano Esteban Cambiasso, que lo est¨¢ dando todo hoy para evitar que el Leicester City caiga a segunda.
Hay muchos m¨¢s. Entre los que se trasladaron a Espa?a, destacan Fernando Redondo, Fabi¨¢n Ayala, Jorge Valdano y, por supuesto, Diego Simeone. Todos tienen en com¨²n que se mudaron a Europa ya adultos y se movieron nada m¨¢s llegar como Pedro ¡ªo como Peter¡ª por su casa, todos l¨ªderes, todos bravos, todos la m¨¢xima expresi¨®n de lo que debe ser un profesional.
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