El Espanyol deja tieso al Eibar

El Eibar perdi¨® una jornada para huir de la quema y el Espanyol gan¨® una para asaltar la s¨¦ptima plaza. Distintos objetivos, distintos destinos y distinta lectura del marcador y del partido Hay goles que re¨²nen todas las circunstancias: un remate de cabeza (Stuani), un despeje corto del portero (Irureta), un disparo a 20 cent¨ªmetros del poste que da en el poste (Caicedo) que sale hacia el otro lado donde est¨¢ el que ha hecho el primer centro (Sergio Garc¨ªa) que saca el arco y clava la flecha en la red junto al poste del que hab¨ªa venido el bal¨®n. ?Y el Eibar? En una jugada t¨ªpica de puro billar, se qued¨® mirando el tapete. Borja Fern¨¢ndez, el m¨¢s despistado, el m¨¢s ausente, se fue al banquillo, quiz¨¢s castigado por su somnolencia. Se cumpl¨ªa casi exactamente la media hora, y hasta entonces el Eibar hab¨ªa respondido con verticalidad, atrevimiento y buen f¨²tbol a la exigencia casi vital del partido.

El Espanyol no encontraba su sitio. Su rombo en el centro del campo, con Javi L¨®pez en el v¨¦rtice defensivo y Sergio Garc¨ªa en el ofensivo, era m¨¢s art¨ªstico que eficaz frente a un Eibar que se jugaba la vida con ardor pero con paciencia. El billar entre Stuani-Irureta, Caicedo y Sergio Garc¨ªa le ajustici¨® y dio origen a otro Eibar (m¨¢s austero, m¨¢s desordenado) y a otro Espanyol (m¨¢s eficaz) en busca de la s¨¦ptima plaza que pudiera abrirle las puertas de Europa. Es la distancia que media entre la tranquilidad y el agobio.

El Eibar se fue poblando de delanteros en busca del para¨ªso que amenaza con desaparecer. El Eibar se fue desangrando y solo Javi Lara parec¨ªa capaz de ponerle transfusiones reconstituyentes. Metidos en la mina, Javi Lara era pura seda, pura venda a las heridas de su equipo. Enfrente hab¨ªa un peligro que estallaba por doquier: Sergio Garc¨ªa, ya m¨¢s delantero que media punta, m¨¢s extremo, cuando quer¨ªa, alteraba el ecosistema defensivo de un Eibar partido.

Media hora despu¨¦s de la carambola del primer gol, lleg¨® el segundo, en una acci¨®n de Stuani que aprovech¨® un rebote y la mirada inactiva de Lillo para enviar el bal¨®n a la red. La iniciada tambi¨¦n la hab¨ªa iniciado Sergio Garc¨ªa, omnipresente, un hueso para la defensa del Eibar. Su centro lo remat¨® Caicedo, antes de que definiera Stuani.

Lo que vino despu¨¦s casi sobr¨®. Demasiada monta?a para un Eibar agotado y demasiado f¨¢cil para un Espanyol que era puro orden, en defensa, y puro talento, en ataque. Y el final lleg¨® como quien llega a la playa.