A Contador, ganar el Giro le est¨¢ costando m¨¢s de lo que pensaba
En la llegada a Lugano, la ciudad donde vive el l¨ªder, segunda victoria al sprint del italiano Sacha Modolo
En el hotel, antes de desayunar hambriento, Andrey Amador se da la vuelta con gesto de modelo y dice. ¡°Ya no tengo ni culo, ?eh¡± Ha perdido cuatro kilos, de 72 a 68, el costarricense, ha descarnado el rostro, escala como nunca, est¨¢ cuarto en la general y duerme junto a Aprica, en Corteno Golgi, el pueblo de Camillo Golgi, aquel que gan¨® el Nobel de Medicina a medias con Ram¨®n y Cajal. No entend¨ªa nada de ciclismo Golgi y un d¨ªa, al bajarse del tren en Pav¨ªa, vio que en la estaci¨®n una banda musical entonaba una marcha de bienvenida. ¡°?Pero c¨®mo me reciben as¨ª, si nadie sab¨ªa que ven¨ªa en este tren?¡±, le pregunt¨®, extra?ado, a su acompa?ante. Y este le respondi¨®, ¡°perdona, Camillo, pero no tocan para ti, sino para un campe¨®n ciclista, Giovanni Rossignoli, que viene de ganar una carrera en Francia¡¡±
A Amador seguramente le esperen bandas y multitudes cuando regrese a Costa Rica, pero antes tiene que lograr, por lo menos, terminar en el podio de Mil¨¢n, un objetivo del que le separan 56s y unos cuantos puertos. ¡°Quedan puertos muy famosos¡±, dice su director, Txente Garc¨ªa Acosta. ¡°Pero el que m¨¢s tememos es el m¨¢s desconocido, el Monte Ologno, que subimos el jueves, antes de bajar a Verbania, un puerto del que todo el mundo habla y nadie ha subido en competici¨®n¡±. Al subirlo rozar¨¢n el cementerio en el que est¨¢ enterrado Bernhard Riemann, el matem¨¢tico de los n¨²meros primos, quien fue al lago Mayor a buscar una cura que no encontr¨® para su tuberculosis. Muri¨® a los 40 a?os y no le podr¨¢n rendir homenaje pleno ninguno de los grandes, pues todos sus dorsales son divisibles, ni Amador (dorsal 112), ni Landa (24), ni Aru (21), ni tampoco Alberto Contador (201), quien de Ologno solo conoce lo que ha o¨ªdo, que es muy duro y mucha pendiente.
Contador lleg¨® a Lugano, final de etapa (victoria al sprint de Sacha Modolo, el campesino de Treviso que no sab¨ªa pronunciar la che y acab¨® diciendo que se llamaba Saca, y Saca le llaman sus abuelos, su madre, sus amigos: es el segundo triunfo del velocista del Lampre, lanzado perfectamente por su pareja querida Ferrari-Richeze, despu¨¦s de una persecuci¨®n loca a Luca Paolini en las curvas finales, una mezcla de descenso del Poggio y de circuito de F1 de Montecarlo) y casa suya, donde le esperaban su mujer, Macarena, de verde, y un paisaje de tarjeta postal, con tanto sol reflejado en las aguas del lago y las monta?as al borde. Lleg¨® feliz el l¨ªder de rosa y tambi¨¦n algo preocupado. ¡°En este Giro hasta las etapas de transici¨®n, como esta, se hacen duras, en este caso por el viento¡±, dijo el chico de Pinto que vive en Lugano desde hace tres a?os. ¡°Est¨¢ siendo un duro bastante m¨¢s duro de lo que hab¨ªa imaginado, aunque menos duro que el de 2011. En el Mortirolo, por ejemplo, me tuve que exprimir m¨¢s de lo que me habr¨ªa gustado. Tengo que medir los esfuerzos porque dentro de cinco semanas me espera otra carrera dur¨ªsima [el Tour] y los excesos se pagan¡±.
Tanto est¨¢ poniendo de su parte para endurecer el Giro el Astana, el equipo de Landa y Aru, los que anuncian la guerra del weekend alpino, y tambi¨¦n el equipo de Vincenzo Nibali, que defender¨¢ su t¨ªtulo en el Tour, que ya circula por la sala de prensa la maledicencia de que los de Vinok¨²rov suicid¨¢ndose en el Giro matar¨¢n a Contador en el Tour.
Tan tocado suele dejar la carrera rosa a sus vencedores que ning¨²n ciclista, desde Marco Pantani en 1998 ha podido ganar Giro y Tour el mismo a?o. En 2011, Contador, despu¨¦s de llegar de rosa a Mil¨¢n, sucumbi¨® en el Tour de Cadel Evans. ¡°Pero entonces¡±, recuerda siempre el espa?ol, que lleg¨® al liderato del Giro en la quinta etapa, antes de lo que es su costumbre, ¡°no lo hab¨ªa preparado como esta temporada¡±.
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