La ley de Messi da al Bar?a su 27? Copa
El argentino sella con dos goles y una actuaci¨®n sobresaliente ante el Athletic
En un Camp Nou te?ido de rojiblanco, Messi tambi¨¦n se sinti¨® en casa. Pocas cosas le extra?an, as¨ª que de nuevo impuso su reinado. La Pulga descorch¨® la 27? Copa para el Bar?a tras un partido emotivo en las gradas, la ¨²nica estancia en la que pudo reinar el Athletic, con su hinchada abarrotando el estadio enemigo, entregada de principio a fin a sus muchachos. Sobre el campo, la ley de Messi. Ante semejante barrera, poco hay que hacer. El argentino fue el catalizador absoluto de un Bar?a que transita de cima en cima, ya con un doblete a la espera de la final de Berl¨ªn. El coraje del Athletic no fue suficiente ante un rival que nunca le dio vidilla, que se despleg¨® con el timbre de autoridad de un 10 imperial, inalcanzable, autor de dos goles y una sinfon¨ªa de buen f¨²tbol. Por si fuera poco, el Bar?a ha dado con la coreograf¨ªa perfecta alrededor del genio. Desde la zaga hasta los puntas. Los tres pistoleros ya suman 120 goles en los 59 partidos oficiales que ha disputado el Bar?a hasta la fecha.
Athletic, 1-Barcelona, 3
Athletic: Herrer¨ªn; Bustinza, Etxeita, Laporte, Balenziaga; San Jos¨¦, Be?at (Ibai G¨®mez, m. 75); Iraola (Susaeta, m. 58), Mikel Rico (Iturraspe, m. 75), Williams; y Aduriz. No utilizados: Iraizoz; Aketxe, Gurpegi y Kike Sola.
Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqu¨¦, Mascherano, Alba (Mathieu, m. 77); Busquets, Iniesta (Xavi, m. 55), Rakitic; Messi, Luis Su¨¢rez (Pedro, m. 77) y Neymar. No utilizados: Bravo; Bartra, Rafinha y Adriano.
Goles: 0-1. M. 20. Messi. 0-2. M. 36. Neymar. 0-3. M. 74. Messi. 1-3. M. 79. Williams.
?rbitro: Velasco Carballo. Mostr¨® la tarjeta amarilla a Piqu¨¦, Iraola, Balenziaga, Williams, Aduriz, Neymar y Busquets.
Camp Nou: 98.000 espectadores.
Este Messi descarga por igual goles que f¨²tbol. A los veinte minutos, cuando a¨²n manten¨ªa la cerradura el Athletic, se le vio en una habitaci¨®n cerrada. Balenziaga le hab¨ªa decretado prisi¨®n por todo el campo. Esta vez, cuando ya le hab¨ªa desquiciado, Rico y Be?at acudieron a la custodia. Leo, con el candado, enclaustrado en la banda derecha. Una ratonera, no hab¨ªa escapatoria posible. As¨ª hubiera sido para cualquier terrenal, no para Messi, un desmentido perpetuo. Se libr¨® de todos, y hasta de una tarascada de Rico. No hay cepos antiMessi. El 10 encendi¨® el turbo, enfil¨® a Herrer¨ªn y dio un pase terminal a la red, un zurdazo de autor ante el que el portero vasco se acost¨® tarde por su palo. Este tipo alg¨²n d¨ªa ser¨¢ objeto de una tesis doctoral, su tratado de f¨²tbol no tiene fin. Es un simposio en s¨ª mismo.
Ante un Messi as¨ª no hay nada que hacer. Es ¨²nico por muchas cosas, pero ¨²ltimamente porque ha a?adido a su infinito cat¨¢logo una innovaci¨®n para la historia. Nunca el cerebro del f¨²tbol estuvo orillado, nunca el ilustrado jug¨® con tal panor¨¢mica, con una visi¨®n diagonal del juego. La Pulga gestiona los partidos con el periscopio de un extremo. Inaudito. Se corre, se acelera y se frena cuando lo dicta el argentino. De nada sirvi¨® que Balenziaga le acosara con un marcaje personal. Cuando prende mecha, Messi hace lo que le viene en gana. Cada vez que se anim¨® a despegar fue un tormento para el Athletic, al que le ca¨ªan en cascada el propio Messi, Neymar y Su¨¢rez, que parecen trillizos. Otra de las patentes del rosarino es la asistencia telesc¨®pica para el brasile?o, siempre en diagonal. Todos la saben, nadie la pilla. En la final, solo un linier, que marc¨® un fuera de juego por una u?a en un gol de Neymar. Tan misterioso es Messi que lo con ¨¦l parece casual es la pura l¨®gica.
Del Athletic no hab¨ªa noticias. Solo le cab¨ªa apelar al hero¨ªsmo de la debilidad, abrigado por un San Mam¨¦s en el casco urbano de Barcelona. Los chicos de Valverde trataban de aplicarse en la contenci¨®n a la espera de alg¨²n destello epis¨®dico. Williams interfer¨ªa a Busquets y todo el regimiento rojiblanco manten¨ªa las l¨ªneas apretadas. Un espejismo en cuanto se enchufaba Messi y la trama del equipo bilba¨ªno quedaba al descubierto. Desde la ¨®rbita del argentino se fragu¨® el segundo tanto. Con Leo colabor¨® Rakitic, que tras un tuya-m¨ªa cit¨® a Su¨¢rez con la porter¨ªa de Herrer¨ªn. Como el tridente va de concilio en concilio, con los divismos bien repartidos, el uruguayo prefiri¨® la generosidad con Neymar, al que bast¨® con soplar la pelota a la red. Tajo y tajo para Herrer¨ªn, que ya hab¨ªa metido la pierna a punto ante Su¨¢rez, y luego un guantazo en una falta ejecutada por Messi. Solo Williams, en un disparo al filo del intermedio, puso los focos sobre Ter Stegen, m¨¢s defensa l¨ªbero que portero ante el nulo flujo ofensivo del Athletic.
Con un tiempo por delante, al conjunto vasco le quedaba subir el volumen, elevar la presi¨®n e incomodar todo lo posible al Bar?a, atosigar a sus zagueros para evitar la circulaci¨®n fluida. Lo intent¨® el Athletic, pero este Bar?a tiene m¨¢s de un equipaje. Si le encapotan se da a la fuga a la carrera, le agrada el contraataque. Los adversarios titubean, no saben a qu¨¦ es mejor exponerse, si al rondo permanente o al f¨²tbol a campo abierto. Mientras decid¨ªa, Xavi relev¨® a Iniesta y tras unos minutos de empuje rojiblanco, el gobierno regres¨® al Bar?a. Al Athletic no le alcanzaba con el entusiasmo. Menos aun cuando Alves, por la ruta de Messi, conect¨® con el genio, esta vez en posici¨®n de ariete, pillo para meter la punterita antes que el batall¨®n de los Valverde. De Messi a Messi, una brecha definitiva para el cuadro vizca¨ªno, pese al tanto final de Williams, un estupendo cabezazo de espaldas de este prometedor futbolista. Una floritura sobrante de Neymar, que los rivales entendieron burlesca, estuvo a un paso de cerrar de mala manera una noche festiva. Por fortuna no fue as¨ª y todo acab¨® en paz.
Nada tuvo que reprocharse el Athletic. Como se vio en Barcelona por en¨¦sima vez, con una marea oce¨¢nica de camisetas rojiblancas, su estado social es excelente. En estos tiempos de f¨²tbol burs¨¢til, que con su innegociable singularidad alcance finales y entre en Europa resulta mucho m¨¢s que encomiable. Sus gentes se lo hicieron saber con una despedida gloriosa. Para su desgracia, ya son tres las veces que Messi se ha cruzado en su camino hacia el trono copero. Un imposible para muchos, una gozada para este Bar?a a un paso del segundo triplete de su historia.
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