Messi o c¨®mo se visualiza un milagro
Algunos deportistas, sobre todo los elegidos, suelen recogerse en su interior y reflexionar en cuesti¨®n de segundos en c¨®mo encarar una adversidad
Antes de salir al campo, Lionel Messi no suele hablar con nadie. Se pudo constatar una vez m¨¢s esta circunstancia, cuando el Bar?a se preparaba para saltar al campo en la segunda parte contra el Bayern en el partido de vuelta de Champions. Las c¨¢maras enfocaban a los jugadores sonriendo entre ellos, intercambiando risas o alg¨²n comentario en torno a un lance de la primera parte. Todo consist¨ªa en disimular la tensi¨®n, en enfundarse en un sosiego imposible. Messi no lo necesita. Se a¨ªsla entre el murmullo. Mira fijo en un punto que ignoramos. Nadie lo interrumpe, saben que algo bulle en su cabeza. Algo determinante para el futuro de todos. Este cuadro se repiti¨® nuevamente frente al Athletic de Bilbao. Y se seguir¨¢ repitiendo independientemente de los resultados y de las ligas, Copas o Champions en juego. El jugador argentino tiene que apartarse unos segundos del mundanal ruido.
El jugador argentino tiene que apartarse unos segundos del mundanal ruido
Algunos deportistas, sobre todo los elegidos, suelen recogerse en su interior y reflexionar en cuesti¨®n de segundos en c¨®mo encarar una adversidad. Se amparan en una inteligencia distinta a la del resto de los mortales. Tienen que hermanar el v¨¦rtigo y la meditaci¨®n. No necesitan algo parecido a un retiro monacal. No hay tiempo para ese lujo del esp¨ªritu. Recuerdo en las memorias de Andr¨¦ Agassi una an¨¦cdota casi inveros¨ªmil. Un d¨ªa se enfrentaba a un rival de mucho fuste, aunque nada parecido al colosal Pete Sampras. Mientras transcurre el partido llega a la conclusi¨®n de que ese rival estaba jugando mejor que ¨¦l. No que fuera mejor que ¨¦l. En un descanso del partido descubre, como un fogonazo milagroso, que su parcial derrota no se deb¨ªa a que jugara mal sino a todo lo contrario. Cuanto mejor jugaba Agassi, su contrincante lo superaba. Hundido en esa imprevista paradoja, no le queda otra soluci¨®n que comenzar a jugar mal. Lo decide en un s¨ª o s¨ª. Y as¨ª es como su oponente comienza a cometer fallos peores que los de Agassi. Y as¨ª gana Agassi ese match todav¨ªa para ¨¦l ininteligible.
Cuando Messi, hace ya algunas semanas, amag¨® hacia el interior y sali¨® por la derecha de Boateng para enfilar la vaselina sobre el inexpugnable Neuer, algunos comprendimos que esa celestial jugada la alumbr¨® Messi unos segundos antes de saltar al c¨¦sped. Messi nunca decide en el momento. La devastaci¨®n que inflige ya la visualiz¨® en los vestuarios o en las escalinatas que lo retornaban al partido. Messi juega siempre con dos tiempos. El suyo propio y el de los partidos. Su herm¨¦tico tiempo interior y el de sus milagros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.