Djokovic destrona a Nadal
El n¨²mero uno derriba (7-5, 6-3 y 6-1) por primera vez en Par¨ªs al espa?ol, que caer¨¢ al n¨²mero 10 del r¨¢nking En 10 a?os, el balear solo hab¨ªa perdido ante Soderling (2009)
Tal vez, la inclinaci¨®n de Rafael Nadal ante Novak Djokovic en los cuartos de final de Roland Garros (7-5, 6-3 y 6-1 en dos horas y 25 minutos de partido) marque un punto de inflexi¨®n en la historia del torneo parisino; tal vez, la derrota del espa?ol hable de una nueva era en el tenis, la constataci¨®n de que Nole, ahora un poquito m¨¢s cerca del Grand Slam (la conquista de los cuatro grandes), quiere desmarcarse definitivamente del big four y gobernar en solitario, sin la alternancia de la ¨²ltima d¨¦cada con el balear, Roger Federer o espor¨¢dicamente Andy Murray; tal vez, qui¨¦n sabe. El tiempo, juez de todo (y de todos), lo dir¨¢. Pero si algo expresa la victoria del serbio es, por la forma y el fondo, por encima de todo, que hoy d¨ªa no tiene rival. S¨ª en las semifinales, en las que se batir¨¢ con el escoc¨¦s Andy Murray, ganador (7-6, 6-2, 5-7 y 6-1 en tres horas y 16 minutos) de su duelo ante David Ferrer.
El espa?ol fue sometido a una lluvia incesante de golpes: 45 winners del serbio, por solo 16 con su firma
El serbio, 28 a?os, cinco t¨ªtulos esta temporada, sali¨® a arrollar. Sab¨ªa que para destronar a Nadal, nueve veces campe¨®n en Par¨ªs, deb¨ªa dar el primer golpe, enviar un primer mensaje intimidatorio. Y vaya si lo hizo. Crochet directo a la mand¨ªbula, juego en blanco para empezar. De inmediato, para que el espa?ol no se revolviera y cogiese aire, una ruptura. Derechazo al h¨ªgado. Y a continuaci¨®n, a arrinconar de nuevo al de Manacor, sometido a una lluvia de golpes dur¨ªsimos y planos (45 winners, por 16 del balear), muchos de ellos besando las l¨ªneas, para minar su moral. Otros dos juegos a su saco y en medio, un punto maravilloso que hizo rugir a los 15.000 asistentes de la Chatrier. Rotundidad.
No se encontraba Nadal, precisamente el d¨ªa de su 29? cumplea?os. 4-0 abajo, un alud en camino y sin refugio aparente. Mal¨ªsimo plan para comenzar. Una carga demasiado pesada para muchos, que tambi¨¦n podr¨ªa haberla sido para el espa?ol, al que en el ¨²ltimo a?o la mente le ha jugado muy malas pasadas. Pero no fue el caso aqu¨ª. Empu?¨® su raqueta y apret¨® los dientes. Contra la ofensiva, piernas y r¨¦plica. Break y juego en blanco, aderezado de dos aces. La grada, poblada de sombreros para protegerse del sol, bramando a su favor: ¡°?Rafa, Rafa, Rafa!¡±. No se iba a rendir, de ning¨²n modo. No. Ni aunque el juez le se?alase un warning con 5-4 y 40-40. No. Esta vez no.
Par¨ªs, esos aires que le dan alas y le engrandecen. Estir¨® el set y combati¨®, como siempre. Por ah¨ª no negocia. Otra es que Djokovic ponga todo su capital sobre la mesa, como lo hizo, para llevarse el primer set. Sus bolas ca¨ªan con plomo y cicuta. Tambi¨¦n en el segundo parcial, en el que el serbio volvi¨® a exhibirse como un acorazado s¨®lido y fiable (76% de puntos ganados al primer servicio y 60% al segundo, en total). Atac¨® el rev¨¦s de Nadal, que aguant¨® el ritmo hasta que sus segundos saques perdieron fuelle?(solo retuvo el 38%) y le abrieron la v¨ªa a Djokovic.
No perdona hoy d¨ªa Nole. Salvo un par de exabruptos en direcci¨®n al tendido, por un par de bolas que el ¨¢rbitro le cant¨® fuera, no tuvo ni una salida de tono ni una laguna. Atr¨¢s quedaron otros tiempos en los que se dispersaba con facilidad o se cortocircuitaba si el guion de la pel¨ªcula no le agradaba.Esas cicatrices del pasado por haberlo tenido tan cerca, y tan lejos, en los dos ¨²ltimos a?os.
Ahora carbura como un todoterreno. Decidi¨® el segundo parcial con un punto de giro que cambi¨® el sentido del encuentro, con una ruptura de servicio que para el 5-3 y el broche posterior del set. Rem¨® y rem¨® Nadal, pero en todo momento dio la sensaci¨®n de que Djokovic no le har¨ªa ninguna concesi¨®n. Tampoco en la tercera manga, rota desde el principio. As¨ª gobierna el serbio. No admite disidencia ni voz discordante alguna. Dictatorial.
Atr¨¢s quedaron la dispersi¨®n y los cortocircuitos de Nole, las cicatrices del pasado. Ahora es un acorazado
Cay¨® Nadal (tambi¨¦n en el r¨¢nking, del s¨¦ptimo al d¨¦cimo escal¨®n), que en esta pista solo hab¨ªa sido batido una sola vez (por Robin Soderling, en 2009), rey de Par¨ªs en nueve de las ¨²ltimas 10 ediciones; ahora, 11. Pero,? m¨¢s all¨¢ de sus nueve coronas en la capital francesa, de los 14 grandes que adornan su palmar¨¦s y de los d¨ªas de esplendor que ha regalado al deporte espa?ol; del ¨¦xtasis, de la ¨¦pica; de todos esos cap¨ªtulos que componen la epopeya, si por algo ha conseguido Rafael Nadal esa legi¨®n de adeptos es por su equilibrio en la victoria y la derrota. Es, para muchos, un h¨¦roe reconocible y palpable al que le han visto crecer; de carne y hueso, pese a las haza?as. As¨ª ha edificado el mito. Proporci¨®n en el triunfo y naturalidad cuando han venido mal dadas. Porque, como ¨¦l bien dice, la vida contin¨²a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.