As¨ª es el Estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn y esta es su historia
Construido por orden de Hitler para los Juegos de 1936, el Olympiastadion encumbr¨® a dos velocistas, Owens y Bolt y vio a Italia ganar el Mundial
Su majestuosidad no enga?a. Han desparecido las esv¨¢sticas de la Puerta de Marat¨®n, dos enormes columnas de bienvenida, pero el Estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn conserva el nombre y las reminiscencias de otro tiempo. Tiene todav¨ªa el tufo de quien lo mand¨® construir, Adolf Hitler, cu¨¢ndo, en 1934, en plena ascensi¨®n del Tercer Reich, y para qu¨¦: para mayor gloria de su idea de la superioridad de la raza aria. Suerte que el deporte siempre se guarda sorpresas y ayuda a encumbrar a h¨¦roes inesperados, como lo fue Jesse Owens en los Juegos Ol¨ªmpicos de 1936. De todo ello dio buena muestra la documentalista Leni Riefenstahl en su documental Olympia (1938), la primera que pudo grabar en v¨ªdeo la cita ol¨ªmpica, recordada su obra por ser t¨¦cnicamente magn¨ªfica y por ayudar a afianzar lo que llamaban orgullo alem¨¢n, que no era m¨¢s que un producto de la propaganda.
Berl¨ªn y su estadio, Riefenstahl y sus c¨¢maras, contribuyeron a la creaci¨®n de un mito, Owens, ganador de cuatro oros para desgracia de Hitler, y alumbraron una de las m¨¢s bellas historias del deporte, la de un afroamericano de Estados Unidos que ten¨ªa que subir al autob¨²s por la puerta de atr¨¢s con un rubito de ojos azules, alem¨¢n, y tambi¨¦n atleta, Luz Long, que ayud¨® a su rival a calmarse tras hacer dos nulos y poner en peligro sus opciones de medalla. Owens pas¨® a la final de longitud gracias a ¨¦l y tras un tercer salto, discreto pero v¨¢lido. Y super¨® a Long, que se conform¨® con la plata. Su amistad dur¨® tanto como lo hizo la vida del alem¨¢n, muerto en combate en 1943.
No es la ¨²nica historia tr¨¢gica que guardan los muros del estadio berlin¨¦s. La del Rapid de Viena, ese equipo que, durante la Segunda Guerra Mundial, y anexionada Austria, lleg¨® a la final de la liga alemana y le gan¨® el t¨ªtulo (4-3) al Schalke 04, es solo una an¨¦cdota m¨¢s de la barbarie de la guerra. Muchos de los jugadores del equipo vien¨¦s acabaron formando (y muriendo) en la primera l¨ªnea del ej¨¦rcito alem¨¢n contra los sovi¨¦ticos.
El escenario en el que este s¨¢bado se jugar¨¢ la final de la Champions resisti¨® mejor la guerra de lo que lo hizo la vieja Europa. La torre del estadio, de la que se alz¨® una reproducci¨®n en 1962, fue lo ¨²nico que no aguant¨® los bombardeos. Fue acondicionado para el Mundial de F¨²tbol de 1974 y remodelado despu¨¦s para el de 2006.
Hoy aquel estadio que d¨¦cadas atr¨¢s acogi¨® los desfiles anuales del ej¨¦rcito hitleriano y que fue cuartel general del ej¨¦rcito brit¨¢nico durante la Segunda Guerra Mundial es sujeto de las bromas de los propios berlineses, que asumen con humor ser la ¨²nica capital de Europa que no tiene a su equipo, el Hertha, en primera. Adem¨¢s, aunque es la sede de la final de la Copa Alemana desde 1985 el equipo local nunca la ha jugado. Su mastod¨®ntico coliseo, dise?ado por Werner March (1934-1936), con capacidad para 76.065 espectadores, no se llena habitualmente para ver partidos de f¨²tbol. Otra cosa son los conciertos, que encuentran en este espacio un lugar ideal, fresco, amplio y con una ac¨²stica excelente. En el Olympiastadion han actuado los Rolling Stones y Madonna, por ejemplo. Pero al Hertha no van a verlo ni los berlineses, con cierto desapego a un estadio erigido en medio del bosque, a m¨¢s de diez kil¨®metros del centro de la ciudad, y en el que el term¨®metro siempre marca diez grados menos que en Berl¨ªn.
Lo recuerda perfectamente Luis Enrique, que volver¨¢ al campo en el que marc¨®, en 1999, un gol bajo la espesa niebla. Fue el partido seguramente m¨¢s importante de la historia del Hertha, por fin en la Champions, y los espectadores ni siquiera pod¨ªan ver el bal¨®n. El estadio berlin¨¦s tambi¨¦n traer¨¢ buenos recuerdos a algunos jugadores de la Juve como Pirlo o Buffon, pues en ese mismo escenario ganaron el Mundial de 2006. Francia puso el f¨²tbol y se despidi¨® de Zidane (cabezazo a Materazzi incluido), mientras Italia vivi¨® de la especulaci¨®n hasta que se llev¨® la Copa en los penaltis. Un cl¨¢sico. Como cl¨¢sico ser¨¢ en unos a?os Usain Bolt, otro de los grandes personajes a los que ha encumbrado el inmenso monumento alzado por Hitler. En los Mundiales de Atletismo de 2009 no solo gan¨® (poca sorpresa) los tres oros en 100, 200 y 4x100m, sino que dej¨® la marca de los 100m en 9,58 segundos y la de los 200m en 19,19 segundos. A Bolt, m¨¢s veloz incluso que Owens, igualmente triunfal, le ayud¨® Tyson Gay, que corr¨ªa casi tanto como ¨¦l.
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