Arturo Vidal: tierra y altar
La historia del jugador chileno, talento guerrero, pudiendo ser muchas entre tal pobreza y tantas privaciones, no pudo ser otra
Lo primero que habr¨ªamos de retratar, ser¨ªa esa desvencijada porter¨ªa pegada a una casa, que ratifica el paradigma freudiano de ¡°infancia es destino¡±. Pero retrocedemos un par de metros, porque el encuadre resulta m¨¢s revelador con algunas de las piedras, forjadoras del futuro temperamento del personaje, que asoman en plena ¨¢rea grande. Un trecho m¨¢s para atr¨¢s, que hemos hallado variedad de basura sobre la terracer¨ªa. Otro poco, hasta llegar a la difusa raya que divide las dos mitades del campo de juego. Algo m¨¢s, porque ahora unos p¨¢jaros comen (o desesperan buscando qu¨¦ comer) por el ¨¢rea grande del otro costado. Finalmente, la porter¨ªa opuesta, en cuyas agujeradas redes reposa una pelota ponchada.
Ah¨ª, en El Huasco, extrarradio de Santiago, comenz¨® la carrera de Arturo Vidal; predeterminado por la ubicaci¨®n de su marginal casa, elegido por los azares del bal¨®n, predestinado por los astros del sur, vivi¨® y so?¨® a no m¨¢s de cuatro metros de una porter¨ªa.
En eso pensamos, cuando emerge entre rechinidos de bicicleta un personaje maduro y de desordenados cabellos que se hace llamar Chumi. Como todos aqu¨ª, sabe que si hay una c¨¢mara, que si se efect¨²a un reportaje, es por el hijo pr¨®digo de la localidad.
Predeterminado por la ubicaci¨®n de su marginal casa, elegido por los azares del bal¨®n
Grita: ¡°?Un caso aqu¨ª del barrio para el mundo! ?Aqu¨ª en la poblaci¨®n tenemos treinta a?os y ¨¦l tiene veintiocho! ?Aqu¨ª est¨¢ su destino, la felicidad de todo el vecindario!¡±. Insiste que en su taller hay algo muy especial, pero no accede a decirme qu¨¦ es; incluso sobre el camino insin¨²a que quiz¨¢ no me dejar¨¢ grabarlo. Pasamos por calles de trazado imposible, esquivamos coches por donde no habr¨ªan de caber y llegamos al santuario del crack juventino.
Peri¨®dicos y memorabilia, uniformes y mu?ecos, esculturas y dibujos, presididos por el altar m¨¢s ca¨®tico: incienso, v¨ªrgenes, bendiciones, cirios, para rogar por este (o acaso, a este) futbolista. Fe sincr¨¦tica con el rey Arturo como especie de profeta.
Es salir del taller de Chumi y escuchar c¨®mo todos tienen algo que decir de la ni?ez de Vidal. ¡°Es que naci¨® con el futbol; sal¨ªa de su casa y casi a pie pelado jugaba en ese arco¡±, asevera Jos¨¦; ¡°lo conozco desde que era chiquitito, cuando jugaba en la esquina, en mi pasaje, y su mam¨¢ era como la empleada de una casa¡±, complementa Daniel.
Cancha que nunca tuvo pasto y cuyas piedras dieron rigor de vida a quienes ah¨ª persiguieron pelota. Polvareda que se levanta y deja ciego a quien atrape. Historia que pudiendo ser muchas entre tal pobreza y tantas privaciones, no pudo ser otra. Arturo Vidal, talento guerrero, naci¨® aqu¨ª y naci¨® para esto.
Alberto Lati es periodista deportivo de la cadena Televisa y autor del libro Latitudes: cr¨®nica, viaje y bal¨®n.?@albertolati
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