Una final tan parecida y tan diferente

Escribo esto desde un bar del barrio coreano de Los ?ngeles. Soy amigo del due?o y he venido para cenar con otro amigo. Despu¨¦s se nos uni¨® un tercer colega que me estuvo contando detalles del gui¨®n en el que est¨¢ trabajando. Una noche completa porque, minutos antes, los Golden State Warriors hab¨ªan dado cuenta de unos Cleveland Cavaliers que evidenciaron falta de profundidad de banquillo en los seis partidos de la final.

Hace tres a?os las finales de la NBA me pillaron en plena mudanza de Kansas City a Los ?ngeles. Estaba atravesando el pa¨ªs en coche y par¨¦ en Las Vegas para ver el ¨²ltimo partido y escribir sobre aquel desenlace. LeBron James tambi¨¦n estaba en la cancha y, aunque en aquella ocasi¨®n sabore¨® la victoria, su ¨¦xito no es relevante para esta columna porque lo que quiero se?alar con ese recuerdo es el sentido de continuidad.

Cuando me traslad¨¦ a Los ?ngeles casi no conoc¨ªa a nadie: mi hermano, un antiguo compa?ero de equipo y mi casero. Tres a?os despu¨¦s conozco a todo el mundo. Bueno, quiz¨¢ ser¨ªa m¨¢s preciso decir que conozco a mucha gente. A ratos lo he pasado mal, pero tambi¨¦n he conocido a gente maravillosa. S¨¦ que esto no me hace especial, la mayor¨ªa de nosotros conocemos a gente maravillosa all¨¢ donde vamos, pero me hace pensar en la continuidad. Apenas han pasado tres a?os y jam¨¢s imagin¨¦ que terminar¨ªa aqu¨ª, en un bar del barrio coreano, rodeado de amigos.

Lo verdaderamente importante es que todos los a?os dos equipos disputan el t¨ªtulo y que somos capaces de acordarnos de d¨®nde est¨¢bamos hace tres a?os cuando eran otros los que se jugaban el anillo

La inmovilidad clim¨¢tica de Los ?ngeles hace especialmente aguda la dificultad para ser consciente del paso del tiempo. Supongo que aunque quiera unirlo a mi ubicaci¨®n geogr¨¢fica, esa consciencia se hace m¨¢s dif¨ªcil en general cuando creces. Dejar atr¨¢s la regularidad de los a?os acad¨¦micos hace que tu percepci¨®n del tiempo sea distinta y que sientas que todo pasa de otra forma. Para evitarlo buscamos hitos, cosas que den textura a nuestras vidas, cosas como cumplea?os, aniversarios, vacaciones y, en fin, acontecimientos deportivos.

No puedo evitar sentirme un poco idiota al medir mi vida con este ¨²ltimo marcador. ?A qui¨¦n le importa el paso de una temporada cuando la siguiente est¨¢ ya a punto de comenzar? Pero al mismo tiempo tengo que admitir que (lo s¨¦, est¨¢is alucinando con mi capacidad de conciliar paradojas) me parece que hay algo hermoso en esa idea. Hay cierto encanto en ser consciente de que los Warriors han ganado este a?o y que el a?o que viene, probablemente, otro equipo sea campe¨®n de la NBA. Realmente da un poco igual quien gane, lo verdaderamente importante es que todos los a?os dos equipos disputan el t¨ªtulo y que somos capaces de acordarnos de d¨®nde est¨¢bamos hace tres a?os cuando eran otros los que se jugaban el anillo. Eso nos hace conscientes de que el tiempo pasa, al mismo tiempo, lenta y r¨¢pidamente. Conscientes de que, a pesar de ese devenir, hemos sobrevivido para disfrutar de otro partido, de otra final.

Una final igual que las dem¨¢s y, al mismo tiempo, completamente diferente.