El Madrid reina en el Palau

El Real Madrid es el campe¨®n de Liga, de Copa, de la Euroliga, de la Supercopa, de lo que se le ponga por delante. El equipo forjado por Pablo Laso, versi¨®n 2014-2015, parece que no tendr¨ªa l¨ªmites, a no ser porque la temporada toca a su fin. Barri¨® al Barcelona en la final, se llev¨® el t¨ªtulo del Palau Blaugrana, tras el partido m¨¢s igualado de la serie, con un 85-90, que sin embargo, no hace sino honrar su esplendorosa temporada y que cuadra, en definitiva, un concluyente 3-0.

Volvi¨® a dominar el juego el Madrid, pero esta vez la remontada del Barcelona al final del tercer cuarto (57-62), sirvi¨® para poner de relieve la dureza que le falt¨® en temporadas precedentes al grupo de Laso. La brillantez de su juego estaba m¨¢s que vista y comprobada desde hac¨ªa tres o cuatro a?os. Le faltaba ese punto de dureza y superaci¨®n en situaciones extremas del que se aprovecharon el Olympiacos y el Maccabi en dos finales de la Euroliga o el propio Barcelona hace un a?o, en la Liga. Esta vez el Madrid barri¨® en su cancha en los dos primeros encuentros y se sobrepuso en el tercero, en el Palau. El santuario blaugrana no tuvo m¨¢s remedio que rendirse a la evidencia. El Madrid fue superior en el partido, en toda la final, toda la temporada.

Carroll dio la estocada cuando solo faltaban 14 segundos, en una acci¨®n que defini¨® la templanza, la confianza y la sincron¨ªa de su equipo. Atacaba el Madrid, con 83-86 en el marcador. Sus jugadores no se inmutaron pese a que se les agotaba el tiempo de posesi¨®n. Se fueron pasando el bal¨®n, hasta que lo llevaron a la esquina desde la que el tirador estadounidense la clav¨®. Culmin¨® as¨ª la temporada m¨¢s espectacular que se le recuerda al Madrid. Hab¨ªa hecho el pleno, dicen los libros y los m¨¢s viejos del lugar, en 1965 y 1974.

Su curso ha sido arrollador, sin fisuras, el de un equipo en el que tan MVP puede ser Felipe Reyes, indestructible, como Rudy Fern¨¢ndez, siempre presente, como Sergio Rodr¨ªguez o Llull, dos tipos a los que la NBA perseguir¨¢ porque es de caj¨®n. Pero en el que la aportaci¨®n de hombres como Maciulis, Nocioni, Ay¨®n, Carroll y compa?¨ªa ha sido igualmente determinante.

Y eso delata a la perfecci¨®n el bloque que ha modelado Pablo Laso, un t¨¦cnico que ha perseverado en sus ideas, tambi¨¦n en los momentos m¨¢s cr¨ªticos, como el de hace un a?o, cuando tuvo que irse, expulsado y derrotas del Palau, en silla de ruedas, convaleciente de una operaci¨®n del tend¨®n de Aquiles, perdida la Liga. El Bar?a se agarr¨® a Tomic, espl¨¦ndido, pero insuficiente en un equipo que ech¨® en falta a Navarro, lesionado. Pero mucho m¨¢s que a Navarro, el Barcelona careci¨® de lo que puede presumir el Madrid, una l¨ªnea de actuaci¨®n, un juego m¨¢s compacto, una mayor confianza en todos y cada uno de sus componentes.

El Madrid irradi¨® un despliegue ofensivo con muchas aristas: penetraciones, uno contra uno, triples, alg¨²n robo, alg¨²n bal¨®n para Ay¨®n... El juego monocorde del Barcelona no resist¨ªa el chaparr¨®n multicolor de su rival. Tras un primer cuarto saldado con empate a 17, el Madrid empez¨® a despellejar el partido con la misma soltura que hab¨ªa exhibido en los dos primeros de la serie.

Los nervios cund¨ªan en el Barcelona. La segunda unidad del Madrid caus¨® los primeros estragos en la defensa del Barcelona, un triple de Carroll, otro de Sergio Rodr¨ªguez. La sensaci¨®n de impotencia se instalaba en la grada del Palau Blaugrana en la misma medida que atenazaba las mu?ecas de los jugadores de Pascual. Satoransky fall¨® dos tiros libres y poco despu¨¦s hizo un molinillo con los codos en la cara de Ay¨®n que los ¨¢rbitros castigaron con una falta antideportiva.

El Barcelona iba perdiendo ideas en ataque, mordiente en defensa y el ¨¢nimo y templanza imprescindibles para no verse desbordado. Fue exactamente lo que sucedi¨®. El Madrid hab¨ªa marcado un hito con su paliza en el primer cuarto del encuentro del pasado domingo (31-10). En el Palau imit¨® la zurra con un 17-31 en el segundo cuarto.

El Madrid ganaba todas las peque?as batallas del partido. Si no estaba Felipe Reyes, aparec¨ªa Maciulis; si Llull se desgastaba en defensa peg¨¢ndose con Tomic si era necesario, Sergio Rodr¨ªguez comparec¨ªa para espolear el ataque; si el Bar?a cerraba dentro, Rivers y Nocioni se a?ad¨ªan al festival de triples de Carroll y Maciulis.

El Madrid empez¨® a percutir en el segundo cuarto, con ventajas de 14 puntos. El Barcelona volvi¨® a quedarse en alardes individuales, la mayor parte de las veces de Tomic. Al regreso del descanso, Doellman anim¨® a los suyos con un triple. Pero Llull respondi¨® de inmediato.

Sin embargo, algo empez¨® a cambiar. El Bar?a aument¨® su presi¨®n defensiva, abri¨® l¨ªneas de pase gracias al manejo y la visi¨®n de Oleson. Tomic porfi¨®, Doellman acert¨® y, de repente, emergieron los exteriores del Barcelona. Abrines sum¨® en ese tercer cuarto tres triples y 11 puntos; Satoransky seis puntos.

Con 51-57, la batalla se tens¨®. Afloraron los nervios, la tensi¨®n, las cuitas con el arbitraje. Tomic fue castigado con una t¨¦cnica y, acto seguido, el Barcelona, con otra. Llull lo aderez¨® con un triple que volvi¨® a marcar distancias (51-62). Las posteriores refriegas favorecieron al Barcelona que complet¨® la remontada. Pas¨® de perder por 14 a dominar por cinco tras dos triples de Abrines: 67-62. Fue solo un pasaje. Sergio Rodr¨ªguez demostr¨® su capacidad para sacar r¨¦dito desde cualquier lugar, en cualquier situaci¨®n, en una cent¨¦sima, con un triple sobre la bocina final del tercer cuarto. Y abri¨® el ¨²ltimo acto con otro triple que devolvi¨® la ventaja al Madrid (67-68). A partir de ah¨ª, propulsado por un extraordinario 14 de 23 en triples, un 60% de acierto, el equipo de Laso vol¨®.