F¨²tbol, dedo, culo
Los jugadores como Jara odian a los delanteros fisgones, tipo Cavani, que se meten a lo loco en su ¨¢rea, reci¨¦n fregada, y rematan a gol sin pedirle siquiera disculpas
El f¨²tbol es una secuencia infinita de gestos, unas veces elegantes y otras inh¨®spitos. Entre los ¨²ltimos se encuentra el de Jara, meti¨¦ndole un dedo por el culo a Cavani. Al verlo, los espectadores dimos un respingo, por miedo a un cortocircuito. Despu¨¦s supimos que ya un a?o atr¨¢s el defensa chileno le hab¨ªa toqueteado los test¨ªculos a Luis Su¨¢rez. Quiz¨¢s Jara tenga un plan. O tal vez s¨®lo sea uno de esos graciosos que se pasa el d¨ªa esperando a que alguien diga "cinco" para hacer una rima, por otros medios. Su gesto, tosco, se sum¨® a las decenas de ellos que componen cualquier partido, y que van desde una finta, a una protesta, un desmarque, una cobertura, un chut, un escupitajo o la porlase?al. Este juego es una mezcla de ambientes, cloacas incluidas.
Jara est¨¢ empezando, y posee un futuro prometedor, pero nadie estrujar¨¢ test¨ªculos como Vinnie Jones. Jug¨® en el Wimbledon, un equipo rudo, al que seg¨²n Gary Lineker era mejor seguirle en el teletexto que en el campo. En 1988, en un partido contra el Newcastle, se acerc¨® a Paul Gascoigne y se present¨® formalmente: "Me llamo Vinnie Jones, soy gitano, gano mucho dinero. Te voy a arrancar la oreja con los dientes y luego la voy a escupir en la hierba". Al final no fue exactamente as¨ª, e intent¨® s¨®lo arrancarle los genitales, como si fuesen piezas de Lego. Pasados los a?os, en una entrevista, Vinnie se maravillaba de que Gascoigne pudiese seguir us¨¢ndolos despu¨¦s de aquello.
Hay jugador del que s¨®lo puedes esperar, cuando entra en el campo, que rompa una ventana, o tire una maceta, o haga migas al comer el bocadillo. Es hosco en la ejecuci¨®n de cualquier detalle. Su f¨²tbol es un decir. Incluso cuando la toca de tac¨®n, con sutileza, se mueren las flores. Le cuesta ser amable con los rivales y propinarles unas cuantas patadas sin m¨¢s, por placer, como si fuesen latas de sopa Campbell. Es s¨®rdido por necesidad, no por gusto. Raramente unos golpes le parecer¨¢n suficientes, a semejanza de aquel jugador gal¨¦s que afirm¨®, tras un partido con su selecci¨®n, que no le hab¨ªan gustado las patadas que hab¨ªan dado al rival. "Les hacemos da?o, pero se levantan", lament¨® en el vestuario.
Los jugadores como Jara odian a los delanteros fisgones, tipo Cavani, que se meten a lo loco en su ¨¢rea, reci¨¦n fregada, y rematan a gol sin pedirle siquiera disculpas por dejar las pisadas de los zapatos. Har¨ªan cualquier cosa por cerrarles el paso, aunque sea introducirles un dedo en el culo. Sin embargo, eso en ocasiones no basta. En el Mundial del 74, durante la semifinal Holanda-Brasil, la defensa canarinha lo intent¨® todo con Cruyff. En especial Francisco das Chagas Marinho, uno de los primeros carrileros con vocaci¨®n ofensiva, que a causa de los espacios que dejaba en defensa apodaban Avenida Marinho Chagas. En relaci¨®n a Cruyff, admiti¨® que era tan fr¨ªo, que ese d¨ªa "le escup¨ªamos, le dec¨ªamos maric¨®n, le pas¨¢bamos la mano por el culo, y no se inmutaba". Eso fue lo que m¨¢s los irrit¨®: su indiferencia.
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