Prudencia de los grandes ante los Pirineos
Ninguno de los favoritos del Tour parece tener prisa por influir en el desarrollo de la carrera, que llega el martes a la alta monta?a para quedarse tres d¨ªas
Un viejo profesor de filosof¨ªa, mala persona por otra parte, seg¨²n cuenta su alumno, dec¨ªa que los tontos aprenden solos y que los listos aprenden de los tontos, de sus errores.
Huele a Pirineos en Pau, que se ven ah¨ª cerquita, sus bosques y las piedras grises y cuando a Nairo Quintana un periodista le pregunt¨® si, estando a dos minutos del maillot amarillo se encontraba en la situaci¨®n de tener que arriesgarlo todo para intentar alcanzarlo, el colombiano respondi¨® como lo har¨ªa un alumno listo, hablando de la prudencia y la capacidad de observaci¨®n como dos de las grandes virtudes del ciclista. ¡°Vamos a ver c¨®mo act¨²an los que est¨¢ con mejor tiempo¡±, dice. ¡°Y respecto de ellos me mover¨¦ aprovechando la fuerza del rival¡±. Como se acercan los Pirineos, tres d¨ªas seguidos de martes a jueves, tres puertos hors cat¨¦gorie, uno por d¨ªa, y tres primeras, Quintana sonr¨ªe con su enorme sonrisa blanca que ilumina su rostro fresco. ¡°Me gustan los puertos largos y duros¡±, dice el ciclista que sabe que ya ha llegado su terreno, que es tambi¨¦n el terreno de los dem¨¢s favoritos, todos ellos tan escaladores como el Tour m¨¢s monta?oso de los ¨²ltimos a?os reclama, que son, por orden de clasificaci¨®n: Chris Froome, l¨ªder, TJ van Garderen, Alberto Contador y Vincenzo Nibali.
El optimismo del colombiano, el ciclista al que no han podido eliminar sus rivales en la primera parte del Tour, en la que todos esperaban que se perdiera, es similar al del rey sol del Tour, al de Froome, que, oyendo la forma en que lo expresa, parece hasta excesivo, tan superior se siente el brit¨¢nico que gan¨® el Tour del 13 y tuvo que frenar para no ganarle a su compa?ero Bradley Wiggins el del 12. Froome analiza el rendimiento de los dem¨¢s en los d¨ªas de llano y crujir de dientes y solo parece lamentar que Quintana no perdiera m¨¢s que dos minutos. ¡°Por eso¡±, dijo Froome, ¡°ser¨¢ a Quintana a quien tendr¨¦ que vigilar en los Pirineos. Nibali no creo que ande muy bien de moral, pues ha perdido tiempo en el terreno m¨¢s favorable para sus condiciones, y Contador tampoco estar¨¢ muy animado dada su irregularidad, pero habr¨¢ que tener cuidado con ¨¦l, pues es un maestro a la hora de aprovecharse de los fallos de los rivales¡±.
En un intento de contradecir lo que se dice de ¨¦l, Nibali no quiso ver por ning¨²n sitio la superioridad de Froome, se declar¨® alto de moral, achac¨® las p¨¦rdidas de tiempo a errores de principiante y a la mala suerte y dijo que hab¨ªa llegado el momento de que, en el primer puerto del Tour, Soudet, Contador y Quintana se quitaran la ¡°m¨¢scara¡± con la que hab¨ªan corrido. Quintana, parco, ni entr¨® a analizar a sus rivales: ¡°Hasta que no llegue la monta?a no sabr¨¦ como est¨¢n¡±.
La monta?a, la alta monta?a, llega, y de sopet¨®n, con la ascensi¨®n a la estaci¨®n de Arette-Saint Martin v¨ªa Soudet, un puerto que a los veteranos que lo subieron en marcha neutralizada en el Tour del 95 en la etapa que sigui¨® a la muerte de Fabio Casartelli lo recuerdan con escalofr¨ªos: recuerdan, sobre todo, el calor, la falta de corrientes de aire en el embudo que es al comienzo; recuerdan beber y beber hasta que la barriga hinchada le imped¨ªa casi pedalear, y ducharse con botellas hasta agotar el agua. Todos advierten: alguno reventar¨¢. Todos esperan que la etapa, llana en sus primeros 152 kil¨®metros, hasta el pie del puerto, que son 15 kil¨®metros al 7,4%, sea una exhibici¨®n del tren negro del Sky, del que se desgajar¨¢, en su guion ideal, Froome radiante para dar el golpe de gracia a la carrera faltando dos o tres kil¨®metros. Es la se?al de los campeones, mostrarse los m¨¢s fuertes en la primera llegada en alto. Es lo que le gustaba hacer a Contador tambi¨¦n, aunque, dadas las circunstancias, y su retraso en la general a m¨¢s de 1m de Froome, el chico de Pinto, otro de los alumnos listos, espere mejor a la segunda etapa pirenaica, al descenso del Tourmalet que tan bien interpreta y tanto teme el l¨ªder brit¨¢nico, para sembrar el caos que desestabiliza y desmoraliza a los que quieren todo organizadito, o al jueves, cuando se llega al Plateau de Beille, el lugar en el que, en 2007, logr¨® su primera gran victoria en el Tour.
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