Los mojitos en Cuba, pero el f¨²tbol en Estados Unidos
Ambos pa¨ªses se enfrentan en el campo de f¨²tbol horas antes de su reconciliaci¨®n diplom¨¢tica
Aunque el estadio de Baltimore, Maryland, estaba solo medio lleno, la bandera cubana que hab¨ªa tra¨ªdo Rafael Valle era imposible de divisar. Con la tanda de goles que Estados Unidos empez¨® a meterle a Cuba nada m¨¢s comenzar el partido de cuartos de final de la Copa Oro, los fans cubanos tuvieron poco que celebrar ¡ªdeportivamente¡ª en la tarde del s¨¢bado. Pero aunque hubieran logrado la improbable proeza de imponerse al equipo favorito, que adem¨¢s jugaba en casa, la imponente marea de banderas estadounidenses que dominaban las gradas habr¨ªa hecho imposible descubrir a los escasos cubanos que, como Valle, acudieron a alentar a su equipo.
No import¨®. Pese a la desigualdad de fuerzas en el campo y en las gradas, el estadio M & T de Baltimore vivi¨® como una fiesta el ¨²ltimo enfrentamiento deportivo de los dos pa¨ªses como enemigos pol¨ªticos. Apenas 30 horas despu¨¦s de la contienda en el campo de f¨²tbol, Cuba y Estados Unidos simbolizar¨¢n el comienzo del fin de su batalla pol¨ªtica con la reapertura de las embajadas cerradas por m¨¢s de medio siglo en Washington y La Habana.
La pol¨ªtica estaba bastante lejos de la mente de los que el s¨¢bado desafiaron el fuerte calor y humedad para disfrutar del desigual partido. Aun as¨ª, muchos espectadores del duelo en Baltimore, la mayor¨ªa de los cuales ni siquiera hab¨ªan nacido cuando Cuba y EE UU rompieron sus relaciones diplom¨¢ticas en 1961, manifestaban su deseo de acabar con las tensiones y, quiz¨¢s, poder viajar un d¨ªa libremente a la isla a disfrutar de un partido similar.
"Venimos por el f¨²tbol, pero nos alegra la reconciliaci¨®n. Me gustar¨ªa much¨ªsimo que Cuba y EE UU vuelvan a tener una buena relaci¨®n. Ser¨ªa mejor para los dos pa¨ªses", dec¨ªa Donald, que viaj¨® desde Pennsylvania a Baltimore para ver el partido con un pu?ado de amigos. "No deber¨ªa haber animosidad entre nuestros pa¨ªses... Eso s¨ª, aqu¨ª vamos a darles una paliza porque somos mejores", acotaba entre las risas del grupo uno de sus compa?eros.
No deber¨ªa haber animosidad entre nuestros pa¨ªses... Eso s¨ª, aqu¨ª vamos a darles una paliza porque somos mejores Un aficionado estadounidense
"Otra cosa ser¨ªa si hubiera sido un juego de pelota" (b¨¦isbol), se consolaba el cubano Valle, que tambi¨¦n luc¨ªa la bandera cubana tatuada en su antebrazo. Y que se declaraba en este d¨ªa tan orgulloso de la isla en la que naci¨® como en el EE UU en el que reside desde hace a?os. Para Valle, ver c¨®mo el lunes se iza la bandera cubana en Washington supone una gran "emoci¨®n". "Parece que ya los grandes vecinos son amigos, poco a poco, gracias a Obama".
Michael Garc¨ªa tambi¨¦n es cubano, aunque lleva tanto tiempo residiendo en EE UU ¡ªadonde lleg¨® de ni?o en los a?os 60¡ª que hasta le cuesta hablar espa?ol. Tampoco tiene, admite, ni idea de f¨²tbol. Pero no quiso perderse el s¨¢bado el encuentro entre los equipos de los dos pa¨ªses que dice sentir suyos.
"Creo que esto va a ser el principio de muchas oportunidades, de que Cuba pueda venir aqu¨ª y ganarse el coraz¨®n de la gente", dijo. Incluso el seleccionador cubano, Ra¨²l Gonz¨¢lez, valor¨® un acontecimiento que sin embargo se perder¨¢ puesto que la selecci¨®n ¡ªo lo que queda de ella tras la deserci¨®n de cuatro jugadores durante la Copa, muestra de que no todo cambia el lunes¡ª regresa el domingo a Cuba.
"Lo que est¨¢n haciendo ambos pueblos por renovar las relaciones es una cosa muy importante", dijo al t¨¦rmino del partido.
"Esto es como una celebraci¨®n de lo que va a pasar" el lunes, coincid¨ªa Joe, un joven de Filadelfia que disfrut¨® del partido con una bandera estadounidense colgada a modo de capa sobre los hombros. Tambi¨¦n se hab¨ªa anudado a la cabeza un pa?uelo con el mismo motivo patri¨®tico, decoraci¨®n abundante en todo el estadio que rabi¨® con cada uno de los seis goles de EE UU a una Cuba que se fue con el marcador a cero.
?Qu¨¦ tal asistir en el futuro a la revancha en Cuba? Por supuesto que s¨ª, contest¨® sin dudar tambi¨¦n Dan, vecino del Washington que el lunes escenificar¨¢ el reencuentro con la isla. Al fin y al cabo, sonri¨®, "los mojitos son mejores en La Habana que en Baltimore".
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