Zach Johnson se hace grande
El norteamericano, que ya gan¨® el Masters en 2007, conquista el Open en el desempate ante Oosthuizen y Leishman
Es el Open un escenario que abona la ¨¦pica y las bellas historias, donde se dan las f¨¢bulas y se crean las leyendas. Y en Saint Andrews, la cuna y la biblia del golf permanentemente remojada, en la que parece surgir en ocasiones un drag¨®n que exhala bocanadas feroces de viento, se relat¨® una excepcional competici¨®n de cinco aspirantes que se batieron con denuedo por la Jarra de Clarete. Uno era Jason Day (-14), que se agarr¨® al campo como pudo, con salidas irregulares y estupendas recuperaciones, al final condenado por unas pocas briznas que le negaron el putt definitivo; otro, marciano ¨¦l, fue Jordan Spieth (-14), que se marc¨® un putt kilom¨¦trico en el hoyo 16 que ech¨® por la borda en el siguiente con un bogey. Se le resisti¨® la historia porque no pudo conquistar el tercer grande del a?o de forma consecutiva, hito que no se lograba desde 1953 (Ben Hogan). Los otros tres (-15) se citaron en el playoff. Y ah¨ª Zach Johnson (Iowa, Estados Unidos; 39 a?os), que ya conquist¨® la chaqueta verde de Augusta en 2008 tras superar a Tiger Woods y Retief Goosen por dos golpes, se hizo grande frente a Louis Oosthuizen y Marc Leishman. ¡°Estoy sin palabras, los sue?os se hacen realidad¡±, acert¨® a decir con la voz entrecortada por la emoci¨®n; ¡°felicitar tambi¨¦n a mi dos rivales, dos grandes ganadores¡±.
Sergio Garc¨ªa acaba sexto
Hasta el hoyo 12, Sergio Garc¨ªa pele¨® por el grande, por el t¨ªtulo que le falta. Llevaba cinco 'birdies' y en varias ocasiones levant¨® el brazo para animarse. Pero dos 'bogeys' seguidos le condenaron y acab¨® sexto (-11), empatado con Danny Willet, Justin Rose y Jordan Niebrugge, que gan¨® la medalla de plata como mejor amateur. Super¨® as¨ª al incre¨ªble Paul Dunne, que lider¨® el torneo en la tercera jornada pero se hundi¨® en la ¨²ltima con un +6.
El desempate se jug¨® a cuatro hoyos: el 1, 2, 17 y 18, tal y como estipula la R&A. Aspiraba Oosthuizen a revalidar su laurel en Saint Andrews ¡ªgan¨® en 2010 con siete golpes de ventaja sobre el segundo¡ª e igualar a Tiger Woods (2000 y 2005) y Jack Nicklaus (1970 y 1078) como los ¨²nicos jugadores que han gobernado por dos veces el Old Course de forma consecutiva. Pero se estamp¨® en el tercer hoyo del desempate con un bogey. Peor lo hizo Leishman con un +2 que le impidi¨® el mejor de los regalos para su mujer Audrey. Resulta que cuando estaba en Augusta preparando el Masters, una llamada del doctor le dijo que estaba en coma con una infecci¨®n bacteriana que le afectaba a los pulmones. ¡°Tiene el 95% de probabilidades de no superarlo¡±, le dijeron del hospital. Se le vino el mundo encima a Leishman, que durante una semana apenas comi¨® ni se movi¨® de la habitaci¨®n de la cl¨ªnica, m¨¢s all¨¢ de para dar las buenas noches a sus dos ni?os, de tres a?os y 20 meses. Pasados los d¨ªas, su mujer sali¨® del coma y al abrir los ojos, tras una sonrisa, le dijo: ¡°Lo siento por el Masters...¡±. En el Open, sin embargo, s¨ª que estuvo y de qu¨¦ manera, con una tarjeta r¨¦cord de 64 en el tercer d¨ªa y en el desempate que se llev¨® Johnson.
Zacharias Johnson se curti¨® en el Hooters Tour, circuito de segunda divisi¨®n norteamericano en el que se mezclan veteranos que buscan unos cuartos y j¨®venes con hambre y esperanzas de hacerse un hueco en el PGA. Lejos le queda eso, como tambi¨¦n que mientras estudiaba en la universidad de Drake (Iowa) y a falta de patrocinadores, convenci¨® a un grupo de socios del Cedar Rapids, su club, para que le financiaran al menos unos pocos a?os. ¡°Es alucinante ver de d¨®nde part¨ª¡±, cuenta el golfista. Pero quiz¨¢ lo es m¨¢s d¨®nde ha llegado. Incluso ¨¦l pareci¨® no creerse su triunfo de anoche porque cuando Oosthuizen no emboc¨® el ¨²ltimo putt, Zach se qued¨® petrificado, sin mover un solo m¨²sculo, mirando a su caddie, Damon Green, que rompi¨® a llorar para darle un abrazo. Entonces, ya sonriente y con las l¨¢grimas desbocadas, reaccion¨® Johnson, que se llevar¨¢ 1,5 millones en premios. ¡°Ser campe¨®n del Open suena bien, extremadamente irreal. Poner mi nombre en este trofeo es incre¨ªble¡±, expuso el campe¨®n al tiempo que Saint Andrews le ovacionaba. Suya era de nuevo la gloria.
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