La leyenda de Zatopek

Durante aquella jornada de los Juegos Interaliados de Berl¨ªn de 1946, el estadio se hab¨ªa partido de risa al ver a aquel checoslovaco desfilando solo, precedido por el americano que portaba el cartel con el nombre del pa¨ªs participante. Al americano no le hac¨ªa ninguna gracia aquello. Y el checoslovaco, algo ofendido, est¨¢ a punto de llegar tarde a la salida de los 5.000 metros. Minutos despu¨¦s, el estadio brama de emoci¨®n ante aquel tipo que dobla a sus rivales.

No se sabe muy bien si Correr (Anagrama), de Jean Echenoz, es una novela basada en la vida de Emil Z¨¢topek o si la vida del corredor era ya de por s¨ª una novela, pero el resultado es una especie de carrera literaria que no tiene nada que ver con las carreras de la vida real. No fatiga. M¨¢s bien al contrario, dan ganas de seguir acompa?ando a Emil, a trav¨¦s de aquellas primeras carreras por Zlin en las que no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s.

Emil corr¨ªa. Y sonre¨ªa. Como cuando en 1952, en los Juegos de Helsinki, gan¨® el oro en las pruebas de 5.000 y 10.000 metros, adem¨¢s de la marat¨®n. Y, en medio del esfuerzo, ten¨ªa tiempo para mirar a la c¨¢mara y bromear. Dicen los expertos que su forma de correr era poco ortodoxa. Su palmar¨¦s dice que en el deporte la ortodoxia parece ser secundaria.