Redenci¨®n en el Calder¨®n

Fue un rondo triste, de s¨®lo tres jugadores pas¨¢ndose la pelota en un tri¨¢ngulo esquel¨¦tico. No hab¨ªa nadie m¨¢s. Daba cierta cosa contemplarlo desde la grada. Un equipo modesto, el Astana, para quien el partido del pr¨®ximo fin de semana era m¨¢s importante que el que ten¨ªa por delante. Enfrente un Atl¨¦tico para quien la ocasi¨®n val¨ªa la pena. Hab¨ªa alguno que necesitaba el partido m¨¢s que nadie. Ese era Jackson. Un jugador atado a la peor maldici¨®n del delantero: sentir que el gol te huye. Y acab¨® sonriendo, rodeado de compa?eros. Hubo quien celebr¨® su gol como propio. Tiago levant¨® los brazos y golpe¨® el cielo con rabia. Una rabia de la que se deshizo Jackson en el centro de una pi?a enorme. Hab¨ªa marcado el segundo gol del partido, su segunda diana como rojiblanco.

Antes del festival de cari?o de Jackson hubo un gol de espuela, de Sa¨²l, otro de esos jugadores que no pierden el tiempo. Con delicadeza, como si hacerlo bien no supusiera un desaf¨ªo, envi¨® el bal¨®n a la red sin despeinarse.

En la zona t¨¦cnica del Atl¨¦tico caminaba firme Simeone, vestido de negro, pendiente de todo. En la otra Stoilov, de ch¨¢ndal, con las manos en los bolsillos. Dur¨® sobre el campo lo que tard¨® Sa¨²l en rematar con el tal¨®n un centro raso de Carrasco. Despu¨¦s se sent¨® en la banqueta y poco m¨¢s pudo saberse de ¨¦l. Simeone en cambio ten¨ªa mucho que observar. Consciente de que el Valencia aguarda el domingo, el argentino dio descanso a varios de sus puntales. Savic por Gim¨¦nez, Siqueira en lugar de Filipe, Sa¨²l hizo de Koke y Carrasco ocup¨® la banda en sustituci¨®n de Correa.

Entre todos ellos destac¨® el centrocampista espa?ol. Su fortaleza f¨ªsica le vali¨® para acompa?ar el ataque del Atl¨¦tico y para corregirse continuamente. Tambi¨¦n Carrasco aprovech¨® su oportunidad. El belga, en estado de gracia tras su gol en Anoeta, volvi¨® a ser esa liebre con garbo que traslada la pelota sin doblar la espalda. Se permiti¨® el lujo de tirar alg¨²n ca?o que levant¨® al p¨²blico. Aun as¨ª, todos los jugadores de ataque buscaron continuamente a Jackson. Y se not¨®. Cuando parec¨ªa que la mala fortuna volv¨ªa a acompa?arle (el ¨¢rbitro le anul¨® un gol por fuera de juego), lleg¨® la redenci¨®n. Aunque no de manera sencilla. Agarr¨® un bal¨®n suelto dentro del ¨¢rea y tras acomod¨¢rselo a la pierna izquierda remat¨® r¨¢pido, sin tratar de esquivar a los defensas kazajos. La pelota golpe¨® en uno de ellos desviando el disparo, que a su vez golpe¨® en el brazo del portero Eric.

Vaselina impecable

Despu¨¦s lleg¨® el momento de los cambios estudiados, los de Tiago y Griezmann. Entr¨® primero ?liver, que tambi¨¦n adquiri¨® su cuota de protagonismo. No en vano se sac¨® una vaselina impecable para firmar el tercer gol del Atl¨¦tico. Y para cuando el ataque kazajo quiso entonarse ah¨ª estuvo Oblak, que volvi¨® a desatar esa canci¨®n tan patria con la que la grada deja claro cu¨¢nto le quiere. Para redondear la fiesta una buena jugada de Juanfran que acab¨® en gol despu¨¦s de que Dedechko la introdujera al intentar despejar el centro.

Pero ayer todas las caricias fueron para Jackson, que al ser sustituido por Fernando Torres (que tuvo dos inmejorables oportunidades para firmar su gol 100 con el Atl¨¦tico) pudo comprobar c¨®mo el Calder¨®n le redim¨ªa de sus malas tardes anteriores. Seguramente volver¨¢ a ocupar el ataque ante el Valencia y ah¨ª s¨ª que tendr¨¢ la oportunidad de demostrar si su reconciliaci¨®n con el gol es total. Tiene el apoyo de todos, tambi¨¦n el del Calder¨®n.