Modales de futbolista
En un trabajo como este, sin una educaci¨®n distinguida se vive m¨¢s tiempo. Si la tuviera, pasar¨ªa a la historia
En futbol tambi¨¦n hay algo que se llama modales, pero no se usan. En una corriente de pensamiento muy extendida se considera que los gestos maliciosos, la marruller¨ªa, los aspavientos o las protestas maleducadas al ¨¢rbitro, contribuyen a la victoria m¨¢s que los buenos modales. El refinamiento, en resumen, no marca goles. Estamos tan acostumbrados a su ausencia que ni siquiera nos parece que falten. De hecho, yo repar¨¦ en la carencia durante el Mundial de rugby. ?Pero qu¨¦ educaci¨®n es esta?, protest¨¦ al advertir la cortes¨ªa que se dispensaban los rivales, y el respeto con que trataban al ¨¢rbitro. En el colmo, nadie escup¨ªa ni echaba los mocos al c¨¦sped.
Ni que decir tiene que en este deporte de gente bruta, aunque educada, los espectadores se limitan a animar a voces, si bien cort¨¦smente, como si el seguidor del rugby fuese el mismo que al salir del estadio llena los palacios de la ¨®pera o los recitales de poes¨ªa. En el futbol, sin embargo, te pueden lanzar un pl¨¢tano o una cabeza de cerdo; o peor a¨²n, una escoba, como hicieron los hinchas de Boca con Orlando Gatti, el portero de River, que con los reflejos justamente de un all black o un springbok, la recogi¨® con buenas formas, sin afectaci¨®n, y se puso a barrer su ¨¢rea.
En general, el futbolista sabe que no tiene modales, y no le importa demasiado. Prefiere no pensar en esa clase de dramas. Si lo hiciese, le har¨ªan llorar en las noches de invierno. En un trabajo como el suyo, sin una educaci¨®n distinguida se vive m¨¢s tiempo. Mucho se teme que si la tuviese, pasar¨ªa a la historia por ello, y le llamar¨ªan gentleman, y alg¨²n d¨ªa el mundo olvidar¨ªa que fue futbolista.
?Qui¨¦n le va a afear los malos modales a un delantero, en un deporte donde nos pasamos el tiempo mirando la clasificaci¨®n? ?El presidente? No tiene tiempo para esas cosas: est¨¢ obrando milagros con las cuentas del club. ?El capit¨¢n? A veces el capit¨¢n es ese delantero. ?El entrenador, entonces? Puede, pero justo ese d¨ªa lo expulsan por montar un cisco en la banda y menospreciar al linier. ?El periodista? Seguramente, si en sus comentarios hubiese sitio para una secci¨®n llamada mala educaci¨®n. A?os atr¨¢s, hurgando en la hemeroteca, cay¨® en mis manos una vieja cr¨®nica de un partido regional. El redactor la cerraba con una frase elaborada en seda: ¡°En el cap¨ªtulo de modales, los jugadores visitantes, despu¨¦s de los dos penaltis en contra, no trataron al ¨¢rbitro de usted¡±.
Pero los periodistas muchas veces tambi¨¦n fallamos estrepitosamente en los modales. Hace 20 a?os, un redactor de Faro de Vigo, enemistado con un delegado de La Voz de Galicia, public¨® una cr¨®nica sin nada de particular, hasta que el lector se fijaba en el apartado de incidencias: ¡°Campo en mal estado. D¨ªa lluvioso. Menos de media entrada. Presenciando el partido se encontraba el delegado de La Voz de Galicia en Ourense acompa?ado de una mujer que no era su esposa¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.