F¨²tbol y otra cosa
Est¨¢ por ver que un futbolista no lo sea todo el tiempo, tambi¨¦n cuando no juega al f¨²tbol. Algunas profesiones te persiguen si las interrumpes. No basta con cerrar los ojos y dormirse para que desaparezcan. Siguen ah¨ª, como el Tetris, a todas horas. M¨¢gico Gonz¨¢lez muchos d¨ªas ni siquiera acud¨ªa a los entrenamientos, y por las noches sal¨ªa hasta las cinco de la ma?ana, para pensar en otra cosa. Sal¨ªa con segundas. Simbolizaba una estirpe de delantero que jugaba todo el tiempo, aunque estuviese en un bar y llevase un pedalazo de puta madre.
En cambio, Karim Benzema prefiere subirse a sus coches y apretar el acelerador a fondo, mientras acaricia la velocidad. En diciembre de 2009, tras el cl¨¢sico ante el Bar?a, el delantero franc¨¦s se meti¨® en su Audi Q7 para huir de la derrota, y a los pocos kil¨®metros se estamp¨® contra un ¨¢rbol, sin consecuencias. S¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s, en compa?¨ªa del rapero Rohff, destroz¨® un coche en la isla Reuni¨®n, en pleno Oc¨¦ano ?ndico. Pasado el tiempo, en una continuaci¨®n del f¨²tbol por otros medios, un radar lo caz¨® a 211 kil¨®metros por hora. Le retiraron el carn¨¦ durante una temporada. Pero un piloto de f¨²tbol, como ¨¦l, no sabe dejar de serlo, y sigui¨® conduciendo.
En algunas profesiones, al suspender su actividad para hacer otra cosa, la actividad sigue su curso, en segundo plano, como una especie de inercia. Pep Guardiola, hasta cuando parece distra¨ªdo en el Ockoberfest, vestido de b¨¢varo, est¨¢ pensando en la posesi¨®n y sus desarrollos. Y acaso tambi¨¦n Benzema, esos d¨ªas que conduce a doscientos por hora, est¨¦ entrenando el desmarque. O quiz¨¢ s¨®lo quiera olvidar que es futbolista.
Al f¨²tbol se juega de muchas maneras, aunque sea dentro de un coche, con la m¨²sica a tope; algunas de esas maneras te ayudan a descansar de ¨¦l. Hay, digamos, muchos f¨²tboles. Nadie puede limitarse a ser todo el tiempo la misma persona, con las mismas ocupaciones. Para ser algo, a veces hay que ser tambi¨¦n otra cosa diferente. Imaginen un barman que actuase s¨®lo como camarero, o una poeta que lo fuese todas las horas de su vida sin opci¨®n a ser algo m¨¢s, para variar. Gil de Biedma, por ejemplo, era un especialista en escribir poemas durante las reuniones de negocios, en segundo plano. Estaba con gente cerrando tratos, y simult¨¢neamente escribiendo poes¨ªa en esa soledad rodeada. ¡°Se puede estar hablando con alguien y pensando en el poema. Es, adem¨¢s, bueno para el poema¡±, aseguraba.
El futbolista moderno, asfixiado por su fama, est¨¢ abocado a la huida una vez finaliza el partido, se ducha y sale por la puerta de atr¨¢s. Puede huir en coche, en avi¨®n, o simplemente a trav¨¦s de un cambio de peinado. Cristiano Ronaldo, por ejemplo, vende ropa interior, y hace unos d¨ªas, en otra modalidad de fuga, vimos a Messi disfrazado de yudoca y a Iniesta de casi Picasso, vendiendo una compa?¨ªa a¨¦rea. No lo parece, pero eso tambi¨¦n es f¨²tbol. En concreto, f¨²tbol y negocios.
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