El hurac¨¢n Manchester City arrasa al Sevilla

La Liga de Campeones le estall¨® en toda la cara al Sevilla. Como si se tratara de una aut¨¦ntica bomba at¨®mica, el City arras¨® Nervi¨®n. La superioridad absoluta del conjunto ingl¨¦s le hizo mucho da?o al Sevilla. Le demostr¨® que la Liga de Campeones le viene grande, al menos en un grupo tan complicado, y que el potencial de su plantilla le impide competir por ahora en tan altas citas. La derrota le deja al borde de la eliminaci¨®n y, lo que es peor, abre heridas entre la grada y Emery, injustamente cuestionado, obligado a competir por encima de sus posibilidades. La bofetada de realidad que el City le dio al Sevilla fue tremenda. De tal calibre, que Nervi¨®n acab¨® rendido a la superioridad del conjunto de Pellegrini, al despliegue de Tour¨¦, a la clase de Sterling, a las conducciones prodigiosas de Navas o la fuerza de Bony. El City lleg¨® al ¨¢rea andaluza en multitud de ocasiones y perdon¨® una goleada que pudo ser de esc¨¢ndalo. El Sevilla tuvo la virtud de intentarlo siempre. Fue muy honrado. Acab¨® reventado, superado y aplastado. Todo en v¨ªsperas de recibir al Madrid en la Liga. Es el tremendo peaje que exige una competici¨®n tan bonita como complicada, al alcance de muy pocas plantillas, esas que reinan en el f¨²tbol europeo con modelos basados en inversiones millonarias. En esa fastuosa corte, el Sevilla no tiene m¨¢s remedio que ocupar un rol secundario por m¨¢s que su fe e insistencia fueran dignas de elogio. Su mundo ideal reside en la Liga Europa o en un grupo menos duro que el bombo le depar¨® en suerte.

Cuando se enter¨® de qu¨¦ iba la pel¨ªcula, el Sevilla perd¨ªa 0-2. Como un elefante espantando moscas, el City apabull¨® a los de Emery con una puesta en escena portentosa. El l¨ªder de la Premier fue un gigante, un equipo poderoso armado en torno a la se?orial figura de Tour¨¦ y la velocidad de dos pu?ales como Navas y Sterling. En 13 minutos, el City hab¨ªa lanzado a puerta en ocho ocasiones, hab¨ªa metido dos goles, hab¨ªa tirado una vez al palo y mostraba unas credenciales de superioridad absolutas. Todo, con gente como Silva y Ag¨¹ero lesionados y un futbolista de 80 millones de euros, De Bruyne, en el banquillo. Nervi¨®n se rindi¨® ante la excelencia del equipo ingl¨¦s, que no fue el grupo comod¨®n de la ida, que se dej¨® sorprender en Manchester por el buen toque del Sevilla, que hasta se gust¨®. Todo fue distinto, negativo para el Sevilla, incapaz de competir ante un poderoso rival. Superado f¨ªsica y t¨¢cticamente, solo el orgullo salv¨® al conjunto andaluz. Su defensa hac¨ªa aguas por todos los lados, los laterales comet¨ªan un error infantil tras otro y el centro del campo del City machacaba una y otra vez a Banega, incapaz de marcar el ritmo ni de tener el bal¨®n para poder capear el temporal. Ese orgullo del Sevilla le permiti¨® lanzarse al ataque y acortar distancias para intentar so?ar con una igualada que hubiera sabido a oro. Era tanta la distancia entre ambos, tanta la diferencia t¨¢ctica y f¨ªsica en cada uno de los contendientes que la l¨®gica acab¨® por imponerse. El protagonista de la nueva lecci¨®n de f¨²tbol fue Navas, quien control¨® un bal¨®n la banda, despidi¨® a Banega con un recorte y asisti¨® a Bony para que este hiciera el tercero. El sabio silencio de Nervi¨®n asist¨ªa al triunfo inapelable del City, se?or del juego, con Tour¨¦ jugando como los ¨¢ngeles. Ante ¨¦l, Krychowiak era un chiquillo y Llorente, en su estreno en la Liga de Campeones, adem¨¢s de ser engullido por los centrales del City demostr¨® que es absolutamente incompatible con el juego que defiende Emery para su equipo. El City, contento con superioridad, se dej¨® ir en la segunda mitad, desperdiciando una oportunidad tras otra. Eso le dio algo de ox¨ªgeno al Sevilla, que, al menos, no fue humillado. Salv¨® el honor, aunque la guerra estuviera absolutamente perdida. Le quedar¨¢ pelear por la tercera plaza con el Borussia.