La mala cabeza de Krychowiak impulsa a la Real Sociedad

Hay d¨ªas en los que es mejor no levantarse, hacerse fuerte entre las s¨¢banas y esperar a que vuelva a amanecer. Algo de eso debe pensar el polaco Krychowiak, tras despejar dos veces de cabeza al lugar equivocado. Dos quebraderos de cabeza que le dieron dos goles a la Real Sociedad y la primera victoria en Anoeta. Y el primer triunfo de Eusebio Sacrist¨¢n en su primer partido como entrenador del equipo donostiarra. Y el noveno gol en Liga de Agirretxe, y el primero de Xabi Prieto, olvidado por el olvidado David Moyes. Pasaron demasiadas cosas por la cabeza de Krychowiak, el guardia de seguridad del centro del campo sevillista, el ancla del equipo, el solidario acompa?ante de centrales y centrocampistas, el todoterreno con su carcasa de futbolista de otros tiempos.

El primer dolor de cabeza sucedi¨® en el minuto 73 a la saluda de un c¨®rner cuando Krychowiak se elev¨® como sale un cohete de las manos y fue a despejar el bal¨®n poniendo alma coraz¨®n y vida en su acci¨®n. Quer¨ªa despejarlo hacia la banda y de haber golpeado bien la pelota se hubiera ido a la grada, pero la dio tan mal que tom¨® el camino contrario, es decir, hacia su ¨¢rea peque?a con el infortunio para ¨¦l de que por all¨ª andaba Agirretxe, (?qui¨¦n si no?) y el perd¨®n no entra en los planes del delantero guipuzcoano. Cruz¨® el bal¨®n y Sergio Rico, tan grande y con los brazos tan largos fue una miniatura siguiendo el bal¨®n con la mirada. Buscaba un imposible.

No hab¨ªan pasado cinco minutos cuando el polaco volvi¨® a tropezar con la misma piedra demostrando su humana condici¨®n. Y para su desgracia andaba por all¨ª, otra vez, en el ¨¢rea peque?a, un tipo fr¨ªo y milim¨¦trico como Xabi Prieto, capaz de superar la muralla movediza de Sergio Rico que se abalanzaba contra ¨¦l para colocar el bal¨®n en la red. Rico, el tercer guardameta de la selecci¨®n buscaba otro imposible. A¨²n tuvo tiempo Krychowiak para materializar un tercer mal despeje, esta vez con la pierna, cuando su cabeza seguramente a¨²n echaba humo, que no supo aprovechar Oyarzabal, el ¨²ltimo talento de Zubieta.

Dif¨ªcil decir en tales circunstancias que Krychowiak hizo un buen partido. Pero lo cierto es que hizo 70 magn¨ªficos minutos en un Sevilla rampl¨®n. Cuesta encontrar las huellas de lo que recientemente fue el Sevilla, pura intensidad, todo atrevimiento y pegada indiscutible. No hubo rastro de ese Sevilla en Anoeta. Y cuesta todav¨ªa encontrar la huella que quiere dejar en la Real Sociedad Eusebio Sacrist¨¢n. Se intuye su pasi¨®n por el f¨²tbol combinativo, por el toque, pero no est¨¢ a¨²n la Real a la altura de sus requerimientos. En toda la primera mitad solo lo consigui¨® en un par de ocasiones por la banda derecha aprovechando la desidia defensiva de Reyes y la velocidad de Bruma, muy activo pero no siempre eficaz.

El partido lo gobernaban los medios centros. Illarramendi tiene los galones bien limpios en la Real, brillantes ayer, ara recuperar, ordenar y empujar al equipo. Lo mismo le pasa a Krychowiak. Pero los dos est¨¢n muy lejos del ¨¢rea. Sus buenos comienzos no llegaban a ninguna parte. Por eso el partido funcionaba a impulsos. Ni Iborra ni Immobile eran una amenaza para los defensores realistas ni Agirretxe ni Prieto amenazaban a los defensores sevillistas (lesionado Andreolli le sustituy¨® Kolodziajczak muy pronto). Era un futbol impulsivo que dej¨® disparos hacia afuera salvo en dos magn¨ªficas intervenciones de Rulli y Rico a disparos de Immobile y Xabi Orieto, respectivamente. Eusebio tom¨® su primera gran decisi¨®n: dejar en la grada a los dos mexicanos, Carlos Vela y Diego Reyes, que hab¨ªan jugado con la selecci¨®n de su pa¨ªs. Emery tambi¨¦n reserv¨® a Gameiro y Konoplyanka aunque tuvo que recurrir a ambos cuando comenz¨® la jaqueca de Krychowiak.

Ambos tienen mucho trabajo por delante para encontrar el rastro de lo que fueron y de lo que quieren ser. No siempre el infortunio premia o castiga a unos y otros, por encima o por debajo de sus m¨¦ritos. No era ese el debate. La Real necesitaba ganar en Anoeta porque quien no gana en su campo est¨¢ condenado a sufrir. Y necesitaba ganar fuera el Sevilla, porque quien no gana a domicilio est¨¢ condenado a la vulgaridad, en el mejor de los casos. Y la moneda que estaba a punto de caer de canto dio en la cabeza de Krychowiak y rompi¨® el pron¨®stico.