La asesina impune
Matallanas acaba de publicar 'Mi batalla contra la ELA'. Un libro que se presenta con la misma delicadeza con la que un paciente le dice al m¨¦dico que no
Ahora se supone que yo deber¨ªa decir que iba a escribir de un tema mundano, pero que se impone algo de verdadera trascendencia: la enfermedad de un compa?ero, de un deportista, Carlos Matallanas; una enfermedad de prestigio, la ELA, por lo que tiene de cruel y porque su superviviente m¨¢s c¨¦lebre es Stephen Hawking. La asesina impune, la llama Carlos. Algo que mantiene la mente l¨²cida mientras el cuerpo se autodestruye poco a poco.
Digo que deber¨ªa decirlo pero lo cierto es que ha sido al contrario: sin darme cuenta he ido evitando la enfermedad de Carlos por un tema m¨¢s period¨ªstico, por decirlo en una palabra que detesto. Por decirlo en una palabra que no s¨¦ lo que significa. Ha habido este a?o muchas figuras y muchas iniciativas que han dado publicidad a la ELA. Pero sobre todo ha sido ¨¦l quien ha hecho lo que todos necesitamos que hagan alguna vez por nosotros: contar lo que no sabemos por experiencia, pero podemos llegar a saber. Ante eso poco pod¨ªa hacer uno. Ahora s¨ª: ahora puedo recomendar algo.
Matallanas acaba de publicar un libro, Mi batalla contra la ELA, que publican los compa?eros del medio en que escribe, El Confidencial. Es el libro de una demolici¨®n que se presenta con la misma delicadeza con la que un paciente le dice al m¨¦dico que no. Hay muchas negativas en esta vida (Cercas les dedica unos pasajes en su libro sobre Enric Marco; la vida cobarde que resulta del s¨ª, la inc¨®moda que procede del no) pero la m¨¢s antol¨®gica es la que se le dice al m¨¦dico, o sea a la ciencia. Sobre todo cuando el que la ha vencido no es Rodr¨ªguez, el de los cementos, sino Hawking, el de los agujeros.
El libro de Matallanas dice no, pero no esquiva la verdad: el derrumbe hay que documentarlo. Un enfermo de ELA tiene una esperanza de vida de entre tres y cinco a?os. En un texto publicado hace algo m¨¢s de un a?o, Carlos escribi¨® una primera frase impactante (¡°Hola, soy Carlos Matallanas y me acaban de diagnosticar ELA¡±) y un final ejemplar: ¡°En lo que a m¨ª respecta (si tambi¨¦n me toca perder finalmente la batalla contra la enfermedad), cuantas menos dudas sobre lo que me ha pasado y por qu¨¦ me ha pasado me lleve de este mundo, m¨¢s satisfecho me sentir¨¦. Simplemente porque estar¨¢ m¨¢s cerca el momento en que nadie muera de esta manera tan absurda e incomprensible¡±.
Su libro se vende en VIPS y El Corte Ingl¨¦s, y se distribuye por Seur. Cuesta 15 euros. Todo el dinero est¨¢ destinado a investigar una enfermedad que nadie sabe por qu¨¦ surge y nadie sabe vencer. Por tanto no es un libro triste, ni mucho menos. Es un libro necesario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.