¡°Compra, compra... ?vende!¡±
?Con qu¨¦ van a fantasear en verano los aficionados si sus equipos no pueden fichar?
Fichar es un placer hipn¨®tico, casi oscuro, como todo lo que se consigue con dinero. No importa qu¨¦ fiches. Puede ser un futbolista, un dise?ador gr¨¢fico, o un abrigo cruzado con doble botonadura, en tonos dorados. En la segunda temporada de Los Soprano,por ejemplo, Tony ficha a Furio Giunta, que adem¨¢s de asesinar de maravilla sabe llevar con enorme clase una camisa horrorosa. Existen muchas maneras de fichar, y en casi todas habita algo apasionante. No es dif¨ªcil figurarse al directivo de un club, despu¨¦s de varios meses persiguiendo a un futbolista, en el momento de llamar a la puerta del t¨¦cnico, entrar sin esperar a que diga ¡°adelante¡± y anunciar: ¡°Aqu¨ª tienes a tu maldito goleador; ahora tr¨¢eme la Liga¡±.
Cuando un club tiene pasta, es como si la pasta lo tuviese a ¨¦l y lo remolcase de estadio en estadio en busca de jugadores nuevos, para calmar los nervios. En ese instante fatal, en el que se apuesta todo a un futbolista, y se empujan las fichas al centro de la mesa, igual que si se jugase a la ruleta, se mezclan drama y belleza. Arrastrado por los demonios, en la cabeza del directivo s¨®lo arde una pregunta: ¡°?Y si gano?¡±.
¡°Yo quiero esto¡± es una de las tramas m¨¢s comunes en la vida de cualquier persona. No hay que dedicarse al f¨²tbol. Todos fichamos, en alg¨²n sentido. Hace dos meses, en mitad de un bar, me puse a gritar como un imb¨¦cil por el tel¨¦fono: ¡°?Compra, compra¡ vende, joder!¡±. ¡°?Con qui¨¦n diablos hablas?¡±, me pregunt¨® el camarero, preocupado por que estuviese enredando con los ahorros de mi hija. Me encog¨ª de hombros, porque en realidad hablaba con mi pareja. ¡°Es que nos hemos abierto una cuenta en Wallapop¡±, le confes¨¦.
Todo el mundo quiere algo. En su taller de escritura, Kurt Vonnegut recomendaba a los alumnos que hicieran que sus personajes literarios quisieran alguna cosa enseguida, al comienzo del relato; aunque s¨®lo fuese un vaso de agua. Era la clase de confabulaci¨®n que consegu¨ªa que los lectores siguiesen leyendo. En f¨²tbol, cuando finaliza la temporada, y un equipo quiere que sus seguidores sue?en con grandes ¨¦xitos en la siguiente, le cuenta una historia de fichajes. El argumento es siempre el mismo: el club aspira a contratar a un futbolista, el equipo al que pertenece se resiste, y s¨®lo en el ¨²ltimo instante cede y se embolsa una pasta preciosa.
Me temo que la prohibici¨®n de fichar jugadores que la FIFA pretende aplicar a Madrid y Atl¨¦tico va a destrozar muchos corazones. ?Con qu¨¦ nuevos afanes van a fantasear en verano los aficionados? Su frustraci¨®n ser¨¢ doloros¨ªsima. Sin fichajes, tendr¨¢n la impresi¨®n de que afrontan el a?o con un equipo viejo, arrugado y sucio, como cuando vas a tu cuarta boda con la misma ropa. No habr¨¢ una historia en el mundo tan triste desde que en D¨ªas de radio, de Woody Allen, el protagonista admit¨ªa que de ni?o quiso tener un perro, pero sus padres eran tan pobres que s¨®lo pudieron comprarle una hormiga.
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