El Athletic golea al Eibar en un partido psicol¨®gico
Un error de Berj¨°n (con 1-1) frena a los armeros y resucita a los rojiblancos, que terminan goleando en San Mam¨¦s con tres goles de Aritz Aduriz.
Hay muchos axiomas en el f¨²tbol que deber¨ªan someterse a revisi¨®n. Por ejemplo, si la mejor defensa es un buen ataque, habr¨¢ que convenir que el mejor ataque es una buena defensa. Lo mismo ocurre con el gol psicol¨®gico, un valor que se atribuye a lo que se consigue cuando en realidad tiene m¨¢s que ver con lo que se malgasta. El Eibar de San Mam¨¦s podr¨ªa ser un testigo para explicar ambos asuntos. El partido naci¨® con una filigrana del conjunto guipuzcoano que cosi¨® un gol de alta costura: apertura a la banda tras una recuperaci¨®n, pase diagonal de Capa que Enrich deja pasar entre sus piernas para que Bast¨®n, que llega solo lo env¨ªe a la red. Un gol con ojos en la espalda, de esos que tanto emocionan por lo que tienen de memoria acumulada en los entrenamientos. Era el minuto cuatro y el Eibar hab¨ªa conseguido lo que se suele llamar un gol psicol¨®gico. Un golazo que acall¨® la Catedral menos a los 2.000 seguidores del conjunto armero que pusieron m¨²sica al silencio. Lo que nadie sab¨ªa es que el partido entraba en una terapia psicol¨®gica de incierto final.
Con el Athletic confuso, pero orgulloso y herido, una mezcla explosiva en San Mam¨¦s, el Eibar tuvo una alteraci¨®n algo m¨¢s que psicol¨®gica. Ramis en una acci¨®n de choque, se levant¨® dolorido, hizo una madeja con los brazos pidiendo el cambio. Entre eso y la salida de Pantic en su lugar, apareci¨® el depredador Aduriz para sacarse una volea entre los centrales. Golazo por golazo, el primero una obra de arte colectiva, el segundo una obra de arte individual. Aqu¨ª la psicolog¨ªa rescat¨® al Athletic que evit¨® tocar fondo ante el tejemanje del Eibar de medio campo hacia adelante.
Y entonces, s¨ª, entonces lleg¨® el gol psicol¨®gico, el gol que no fue y hundi¨® demasiado tiempo al Eibar. Un pase horrible del Athletic lo cazo Berj¨®n con el campo vac¨ªo como un muerto y el portero aterrorizado. Adem¨¢s llevaba a su costado a Borja Bast¨®n, que masticaba el gol como un chicle. Pero el asturiano eligi¨® la gloria y su sue?o top¨® con el larguero.
El partido desde entonces fue otro. El Athletic combinaba con una facilidad pasmosa y los delanteros m¨¢s que pasillos encontraban alfombras rojas entre la defensa. Sin Ramis, el Eibar fue un buque hundido. Su buen ataque era su peor defensa. A la salida de un c¨®rner, Sabin Merino cabece¨® de espaldas a gol. A la salida de un libre indirecto, Laporte cabece¨® por detr¨¢s de dos defensas. Definitivamente la retaguardia de Mendilibar hab¨ªa sido asaltada y diezmada. Demasiados misiles para tan pocos inhibidores. Todos explotaban en el mismo lugar, entre los centrales, enviados a izquierda y derecha.
Se recompuso el Eibar con la entrada de Escalante y Jota Peleteiro, agresividad del primero, tacto el segundo y repiti¨® el esquema. A los cinco minutos consegu¨ªa aminorar los da?os con un penalti de Laporte a Keko -ya redivivo- que transform¨® Bast¨®n, como si quisiera reeditar la terapia de la primera mitad, ahora en desventaja. M¨¢s que un discurso, el gol se qued¨® en improperio, porque a los dos minutos Aduriz volv¨ªa a marcar aprovechando que la defensa del Eibar segu¨ªa en huelga.
Nunca estuvo tan desatendido el depredador como este d¨ªa. El castigo ya pas¨® de la psicolog¨ªa a la f¨ªsica. El Athletic estaba lanzado por un clarividente Be?at y un hiperactivo Susaeta. Y al Eibar le pesaban los errores tanto como las piernas. Solo se asomo al gol en una acci¨®n individual de Keko, pero antes Aduriz hab¨ªa tenido el hat-trick en un bal¨®n que se le fue por un costado tras elev¨¢rselo a Riesgo. Antes, Dos Santos hab¨ªa metido el bal¨®n en su porter¨ªa en un pase de Lekue que no lleg¨® a los pies de Aduriz. Ya eran an¨¦cdotas, que pod¨ªan ser goles, en un partido fren¨¦tico con m¨¢s idas y vueltas que un puente festivo en la carretera.
El Eibar muri¨® un poco en aquella oportunidad de Berj¨®n. El Athletic resucit¨® precisamente en ese momento. Y lo hizo a lo grande. Redivivo.
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