Nadal a¨²n no es sue?o

Cuando ten¨ªa 17 a?os a Rafa Nadal le hizo ver el periodista Manel Serras en EL PA?S que McEnroe iba diciendo por ah¨ª que en seis meses estar¨ªa entre los primeros diez tenistas del mundo. Nadal contesta que cree que es una broma y resuelve: es imposible. Despu¨¦s se sincera de forma poco apropiada para un ni?o que ya estaba entre los 50 mejores: ¡°Tal vez ni siquiera llegue nunca al top ten¡±.
Fue como si antes de la mayor¨ªa de edad Rafa Nadal depusiese lentamente las armas ante la mirada de su entrevistador: se envolvi¨® no en el pesimismo de los derrotados de antemano sino en el escepticismo de los iluminados. ¡°Quiz¨¢s no pase lo que va a pasar. Quiz¨¢s nadie tenga idea de lo que ocurrir¨¢ en los pr¨®ximos diez a?os. Yo s¨ª lo s¨¦, por eso dudo de que pase¡±.
Nadal hablaba con nostalgia del futuro; echaba de menos lo que a¨²n no hab¨ªa conseguido. En una frase tan inocente hab¨ªa resumido lo que le ocurri¨® a partir de entonces. Ser n¨²mero uno del mundo, ganar la mejor final de la historia, derrumbar al mejor tenista que hubo nunca. Todo hab¨ªa pasado en un suspiro. Todo antes de los 25 a?os. Todo de tal forma que en plena juventud daba la impresi¨®n de ser un hombre de futuro irreparable: lo hab¨ªa quemado todo, lo hab¨ªa ganado todo, los hab¨ªa tumbado a todos. En el peor de los casos pasar¨ªa el resto de su vida boqueando como un pez en tierra; en el mejor, vivir¨ªa buscando en cualquier acci¨®n algo de las antiguas emociones, como si hubiese dejado pendiente un ¨²ltimo Roland Garros para conced¨¦rselo en la madurez, a modo de cumplea?os.
A Nadal su t¨ªo lo educ¨® entre ficciones: le dec¨ªa que pod¨ªa hacer llover cuando le fuese mal en la pista. No fue al empezar a crecer sino al empezar a ganar cuando Nadal se liber¨® de la fantas¨ªa: cuando consigui¨® que la realidad fuese a¨²n mejor que la ficci¨®n. Nunca se desprendi¨® de las dudas, siempre sobre s¨ª mismo, que espantaba de forma cruel en la pista sometiendo a los rivales a su dictadura. ¡°Mi poder es la cabeza¡±, dec¨ªa cuando era un cr¨ªo. Al borde de la treintena su cuerpo est¨¢ maltratado y su juego es irregular. Pero ha encontrado una emoci¨®n desconocida cuando las cre¨ªa todas amortizadas: amagar con la derrota como la primera vez, extra?ando lo que va a ocurrir, y volver a tumbarlos a todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
