El Betis manda al Valencia al infierno
Un gol de Rub¨¦n Castro derrota a un equipo sin alma, que acumula 12 partidos sin ganar
En la tarde de los muertos vivientes en Heli¨®polis, las carreras de un chaval, Musonda, el oportunismo de Rub¨¦n Castro y un parad¨®n de Ad¨¢n en el alargue le permitieron al Betis lograr un triunfo de oro ante el Valencia. Apenas quedan palabras ya para explicar la crisis que atraviesa el equipo todav¨ªa entrenado por Gary Neville, quien corre un serio peligro de despido despu¨¦s de acumular su partido n¨²mero 12 sin ganar. Todas las alarmas se han encendido ya en un Valencia que hizo una desastrosa segunda parte y solo tuvo ocasiones para empatar en el tramo final de partido, cuando, curiosamente, jugaba con uno menos por la expulsi¨®n de Gay¨¤.
El Betis respira mucho con la victoria, pero Merino tiene un mont¨®n de trabajo por delante, pues su equipo fue un flan y no supo aprovecharse de su superioridad num¨¦rica en el tramo final del encuentro para agarrar una victoria que se le pudo escapar. En el camino, result¨® llamativa la actuaci¨®n de S¨¢nchez Mart¨ªnez, quien sac¨® miles de amarillas. Sus ayudantes, adem¨¢s, invalidaron dos goles, a Jorge Molina y Mustafi, por dos fueras de juego de lo m¨¢s justo. El partido, escaso de calidad, fue un horror en la primera mitad y algo m¨¢s emocionante en la segunda. El Valencia, si no reacciona, es un firme aspirante a pelear por el descenso. En eso lo han convertido unos jugadores sin alma, un entrenador sin experiencia ni capacidad y una surrealista direcci¨®n.
Un rayo de desesperaci¨®n debe haber fulminado a Betis y Valencia, dos equipos en franca decadencia, sin capacidad para competir y casi sin alma. Uno no gana en casa desde el 12 de septiembre y acumula nueve jornadas sin ganar. Lo del Valencia, si cabe, es m¨¢s significativo, pues se trata de un grande del f¨²tbol espa?ol que acumulaba 11 jornadas sin conocer el triunfo. El secuestro social que sufre el Valencia se traslada, sin duda, al terreno de juego, donde jugadores con prestigio y una carrera m¨¢s que decente apenas pueden pasarse el bal¨®n. Resulta incomprensible el nivel de Mustafi, el juego parsimonioso de Parejo o el estado de forma de Negredo. Tres jugadores destinados a conformar la columna vertebral del Valencia que se movieron en la soleada tarde sevillana con demasiado plomo en sus piernas. Eso, por no hablar del nivel de futbolistas como Abdennour. Ni del pasotismo de elementos como Feghouli. Como no pod¨ªa ser de otra forma, el partido fue un aut¨¦ntico dolor de muelas.
El Betis, otro espanto. Sin criterio con el bal¨®n, demasiado despegado en sus l¨ªneas y con un reci¨¦n llegado, Musonda, sacando los saques de esquina con dos d¨ªas de entrenamiento junto a sus nuevos compa?eros. Entre falta y falta, entre amarilla y amarilla, y a c¨¢mara lenta, el primer tiempo solo registr¨® un lanzamiento de Van Wolfswinkel que detuvo bien Ryan. Era el minuto 45.
El partido sali¨® de su marasmo gracias a un oportunista gol de Rub¨¦n Castro. El canario se aprovech¨® de la debilidad de la defensa del Valencia. El tanto tranquiliz¨® los ¨¢nimos del Betis y, al mismo tiempo, motiv¨® algo al equipo de Neville. Negredo tuvo el empate, que sac¨® Vargas bajo palos en una acci¨®n decisiva. El colegiado anul¨® un gol a Jorge Molina y al Betis, un manojo de nervios, le toc¨® sufrir incluso con un jugador m¨¢s por la expulsi¨®n de Gay¨¤. El Valencia tir¨® de orgullo y pudo empatar en el remate de cabeza anulado a Mustafi y dos claras ocasiones de Rodrigo. Ad¨¢n se alz¨® como un gigante para darle a su equipo tres puntos de oro y sumir al Valencia en una gigantesca desesperaci¨®n. No es su a?o y, lo m¨¢s grave, es que lo peor todav¨ªa puede estar por llegar.
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