El ¡®crack-up¡¯ de Vald¨¦s
Hay pocas historias como la de V¨ªctor Vald¨¦s. No se resume explicando los equipos en los que jug¨®, los entrenadores que tuvo, las paradas que hizo, los t¨ªtulos que gan¨®. Esas son glorias que, cuando el tiempo se pone amarillo en las esquinas, producen melancol¨ªa y se vuelven glosas. Vald¨¦s lo ten¨ªa todo y un d¨ªa consider¨® que todo no serv¨ªa de mucho y se vaci¨® los bolsillos para hacerse una biograf¨ªa nueva, lejos de Barcelona, donde siempre pens¨® que no lo valoraban lo suficiente. Cualquiera habr¨ªa hecho lo imposible para quedarse y cosechar m¨¢s honores. Por eso la historia de Vald¨¦s es especial. ?l hizo la maleta. Ya conoc¨ªa la gloria del Bar?a y decidi¨® partir en busca de una distinta. Eligi¨® el M¨®naco.
En algunas personas el miedo a repetirse las paraliza. No aguantan demasiado tiempo viviendo la misma historia, aunque acabe bien. Un d¨ªa le preguntaron a Gabriel Ferrater por qu¨¦ dej¨® de escribir poes¨ªa y respondi¨® que ¡°el verdadero poeta deja de hacer las cosas cuando ya las sabe hacer, no las alarga, porque entonces hace estilo de su propio estilo¡±. A su modo, Vald¨¦s procur¨® un estilo nuevo, en otra ciudad, con otros compa?eros. Pero a veces no hay segundos actos en la carrera del futbolista. Antes de abandonar el Bar?a, se destroz¨® la rodilla en un lance solitario, atajando un bal¨®n desolado en una jugada muerta. La vida lanza ofensivas diversas y una tarde te alcanza. ¡°Me romp¨ª la rodilla, pero la pelota me la qued¨¦ yo¡±, se consol¨®.
Vald¨¦s se encomend¨® a un cirujano alem¨¢n, que quiso saber con qui¨¦n ir¨ªa a la cl¨ªnica el d¨ªa de la intervenci¨®n. ¡°Solo¡±, dijo Vald¨¦s. Y solo vivi¨® en Augsburgo durante el a?o que se prolong¨® la rehabilitaci¨®n. Pas¨® de la celebridad al anonimato. Su manera de venirse abajo, su crack-up, est¨¢ recogida en algunos libros de ficci¨®n de Scott Fitzgerald. Cada ma?ana sub¨ªa a un tranv¨ªa y se dirig¨ªa a la cl¨ªnica, donde no era m¨¢s c¨¦lebre que cualquier anciano que se trataba los achaques propios de la edad. Cuando se recuper¨® de la lesi¨®n, el M¨®naco lo repudi¨®.
Pocos se reponen de sacudidas as¨ª. Vald¨¦s s¨ª. Qued¨® sometido al color blanco de la cl¨ªnica, y pasado el tiempo fich¨® por el Manchester United. Jug¨® con el filial. Se pele¨® con Van Gaal. Volvi¨® al ostracismo. Se entren¨® solo. ?Pero se derrumb¨®? No. Su historia se parece a la del coronel Chabert. En la batalla de Eylau, un oficial ruso le abri¨® el cr¨¢neo de un sablazo. Murat acudi¨® al auxilio y su caballo lo pisote¨®. Adi¨®s. Lo arrojaron a una fosa. Su muerte se recogi¨® en los libros de historia. Pero estaba vivo, sali¨® de la fosa, pen¨® diez a?os por Europa y regres¨® a Par¨ªs. Cuando lo miraban, y le recordaban que estaba muerto, ¨¦l preguntaba: ¡°?Pero es que hacen mal los muertos en volver?¡±. A su manera, Vald¨¦s tambi¨¦n pen¨®, hasta fichar por el Standard de Lieja, donde despu¨¦s de un partidazo, en el que lo par¨® todo, meti¨® al equipo en la final de Copa. Se ve que ¨¦l tampoco estaba muerto.
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