El Athletic supera un final de infarto ante el Olympique de Marsella
Un gol de Sabin Merino, que empata el partido y resuelve el cruce, deja sin premio el buen juego del Olympique de Marsella
F¨²tbol, el Athletic puso poco, el que le queda en estos momentos, en tanto llegue su remineralizaci¨®n, pero nadie pudo moverse de San Mam¨¦s hasta que el ¨¢rbitro pit¨® el final. Cuando se asomaba la pr¨®rroga, cuando el Olympique jugaba al f¨²tbol por obra y gracia de un muchacho talentoso, Cabella, que todo lo hac¨ªa bien, lleg¨® el gol de Sabin Merino en la ¨²nica jugada que hilvan¨® el Athletic en todo el partido. Un gol que hac¨ªa valer el obtenido en la ida y le daba al Athletic el pase a la siguiente eliminatoria. Se frotaba los ojos el Marsella para intentar despertar de una pesadilla que nublaba su buen f¨²tbol. Y se los frotaba el equipo de Valverde que apenas dio dos pases en todo el encuentro y sin embargo se llev¨® el gato al agua. Justo o no justo, fue lo que ocurri¨® y en las eliminatorias la regularidad tiene poco peso espec¨ªfico. Al borde del infarto, el coraz¨®n rojiblanco volvi¨® a latir cuando las pulsaciones del Olympique repicaban en San Mam¨¦s como tambores de guerra.
Hay datos objetivos que explican las cosas. Y hay datos subjetivos que afianzan el argumentario. Objetivamente, el Athletic sufre cansancio psicol¨®gico, agotamiento imaginativo, desgaste creativo. Subjetivamente, el mal se agiganta cuando le faltan lo artistas, que siempre son capaces de gestar una frase, o sea, un pase, o sea, un gol. O sea, que le faltaban tipos como Be?at, sancionado, y Williams, lesionado. Pero objetivamente, el Athletic sufre cansancio f¨ªsico. Basta mirar a De Marcos, el incansable, el superh¨¦roe para darse cuenta de la impotencia. Cuando N?Koudou se le fue por piernas como un joven ladr¨®n a un polic¨ªa a punto de jubilarse, San Mam¨¦s estornud¨®. Era lo nunca visto y eso no pod¨ªa anunciar nada bueno. Ambos cansancios llevaron al Athletic al departamento de objetos perdidos, donde habitualmente depositaba el bal¨®n en cada pase y generalmente en zonas sensibles para un rival, como el Olympique de Marsella, que hab¨ªa puesto tres balas en la l¨ªnea de tres cuartos.
Hab¨ªa dejado dicho Valverde que especular con un resultado tan corto era una incitaci¨®n al suicidio. Y el Athletic sali¨® con el firme deseo de no especular, pero con la convicci¨®n de proteger sus ahorros sin aventuras burs¨¢tiles en el ¨¢rea del Marsella. Es consciente de que su productividad est¨¢ bajo m¨ªnimos y ya no es el equipo arrogante que encajona al rival, le asusta y a la m¨ªnima lo sentencia. El OM ten¨ªa las ideas m¨¢s claras. Michel alter¨® medio equipo respecto al partido de ida y la revoluci¨®n le vino al pelo. La defensa fue mejor con Rekik que con Rolando, Mendy dio profundidad y solvencia a la banda izquierda y Cabella encendi¨® la chispa que necesita su equipo para sorprender al rival. Isla, en el centro, era el tap¨®n necesario para que Diarra fuera una espada de filo largo. Ni San Jos¨¦ ni Iturraspe pudieron nunca con ¨¦l, rejuvenecido hasta la saciedad, art¨ªstico como casi nunca lo fuera.
Tanto ol¨ªa a gol en San Mam¨¦s, cuando Herre¨ªn despej¨® un rebote en el ¨¢rea, cuando N?Koudou dispar¨® al poste, cuando Bathsuayi dispar¨® al exterior de la red, que el olor pas¨® de colonia a perfume por obra y gracia del delantero belga, cuando se asomaba el descanso. Era lo justo porque lo que tiene que llegar suele acabar llegando. Pero la realidad quiso que el Athletic, acuciado, perseguido, tembloroso (pudo fallar veinte, treinta, cuarenta pases), sin liderazgo, sin m¨¢s ocasiones que dos manos que el ¨¢rbitro no vio (una dentro, otra fuera del ¨¢rea) y un libre directo de Susaeta que despej¨® Mandanda como un gato, encontrase una jugada, la jugada, al viejo estilo: pase a la banda, profundidad, centro y cabezazo en plancha en el segundo palo de Merino. Fue el gol que daba el pase y fue el homenaje al viejo estilo, el de Iriondo, al que se homenaje¨® al principio y que aparec¨ªa en la imagen del videomarcador con el paraguas en la mano. Siempre fue muy previsor aunque fuera un futbolista imprevisible.
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