El Real Madrid de Cristiano sofoca a la Roma
El Madrid se impone al equipo italiano en un duelo de ida y vuelta con muchas ocasiones en ambas porter¨ªas
Le?azo por le?azo, gan¨® el Madrid, de pu?o superior a la Roma, que lleg¨® a Chamart¨ªn a pecho descubierto. Sin maquillaje italiano, los de Spalletti aceptaron la ruleta rusa y resistieron una hora, periodo en el que anudaron las gargantas madridistas con media docena de ocasiones, claras y clar¨ªsimas. El Madrid tampoco tir¨® de fogueo, ni mucho menos, siempre fue a por la eliminatoria, ni un vistazo al resultado de la ida. De imponerse la l¨®gica, mazo a mazo, era cuesti¨®n de tiempo que el partido lo descorcharan los blancos, por mucho que planeara la sombra del Schalke el pasado curso. En esta ocasi¨®n, se impuso lo deductivo: a la Roma no le alcanz¨® con Salah, un galgo con tacos y mala punter¨ªa, y al Madrid le lleg¨® con Cristiano, un optimista del gol, un devorador. Fin de la faena para este Madrid que pasa del cuarto de los ratones en la competici¨®n dom¨¦stica al sue?o europeo. No es ninguna quimera, le restar¨ªan cinco partidos para Und¨¦cima y tiene memoria a la que aferrarse: sus podios de 1998, 2000 y 2002 llegaron tras un trayecto por casa deprimente. Y esta vez logr¨® romper un embrujo, por fin ventil¨® a un italiano 29 a?os despu¨¦s y tras ocho cruces en bancarrota.
En Chamart¨ªn se retaron dos equipos faldicortos. El destape provoc¨® un partido en la noria, sube y baja para unos y otros. La Roma, por mucha etiqueta italiana que le cuelgue, interpret¨® que deb¨ªa alistar un pelot¨®n ofensivo, aunque la manta se le quedara exigua. El Madrid, m¨¢s obligado por el linaje que por la lectura del resultado de la ida, quiso ser el Madrid, liquidar la eliminatoria antes que gestionarla. Como resultado, ambos tuvieron sofocos. Los de Spalletti por su incapacidad para trenzar el juego en est¨¢tico, no es un conjunto para la ch¨¢chara con la pelota, es una escuadra para volar, no para poner par¨¦ntesis al encuentro. Los de Zidane por su querencia a la tromba ofensiva sin mayor factor corrector que el de Casemiro, el alguacil de todos. En definitiva, los blancos padecieron cuando consintieron esprintar a Salah y sus liebres; los romanistas cuando no encontraron pista para despegar.
Los dos t¨¦cnicos movieron ficha. Con la baja de Nainggolan, un medio tap¨®n, Spalletti envid¨® con Dzeko, un ariete, una p¨¦rtiga con botas, el t¨ªpico delantero que juega m¨¢s con la cabeza y el pecho que con los pies. Despobl¨® el eje del campo, con solo dos volantes, Keita y Pjanic, que no son precisamente de hormig¨®n, para potenciar el ataque. En la otra orilla, recuperados Kroos y Modric, Zidane mantuvo a Casemiro para liberar al alem¨¢n y al croata, y repesc¨® sin fortuna a James, que hoy es cualquiera menos James, un fantasma, incluso con su gol, el segundo de la noche. Insuficiente para elevar su mala nota.
Definidas las pizarras, el duelo no tuvo gobierno, un colonizador, solo fogonazos aqu¨ª y all¨¢. Los primeros llegaron por el costado izquierdo de la vanguardia madridista, con Marcelo y Bale como ovillo de Florenzi. Al joven capit¨¢n romano, que no es un defensa puro, en nada auxiliaba Salah. A cambio, el egipcio, un Bolt del f¨²tbol, se convirti¨® en la gran amenaza para el equipo espa?ol. Un jugador de ida, pero sin vuelta. Los dos rivales ten¨ªan motivos para inquietarse, por m¨¢s que el marcador de Roma fuera un gran colch¨®n para el Madrid.
Navas acumul¨® 720 minutos imbatido, la segunda mejor marca del torneo tras la del alem¨¢n Lehman con el Arsenal (853)
A los madridistas les interesaba cerrar las jugadas, que los ataques concluyeran para abortar toda contra italiana. Cristiano, Modric, Bale, Marcelo, Kroos¡ Casi todos probaron la punter¨ªa desde lejos. Sczzesny, un portero ¡°quebrantalenguas¡±, estuvo firme. En direcci¨®n contraria, Keylor tambi¨¦n result¨® capital. Eso s¨ª, sin necesidad de tocar la bola durante casi una hora. En el primer despegue sin motor de Salah, Dzeko se plant¨® en las narices del costarricense, algo escorado a su derecha. El portero le sell¨® el espacio y el bosnio estamp¨® el bal¨®n contra el lateral de la meta. Luego, a¨²n en el primer acto, la jugada a la inversa. Fue Salah el que se cit¨® en situaci¨®n similar con el guardameta tico, pero por su izquierda. Un calco de la acci¨®n ante Dzeko, Keylor puso la cerradura y el africano revent¨® el otro lateral de la porter¨ªa. El Madrid necesitaba con urgencia decretar prisi¨®n para este Salah, una bala, aunque poco sutil cuando echa el freno para golear. En las mismas, tambi¨¦n floje¨® en otro duelo de ¡°OK Corral¡± con Keylor, ya tras el intervalo.
Nada alter¨® el descanso, ambos mantuvieron sus perfiles, aunque Navas ya tuvo que mostrar las manos y a su colega polaco de la Roma se le multiplic¨® el tajo. El Madrid no se conformaba con ganar a los puntos, a su contrincante no le quedaba otra que disputar cada segundo como si fuera el ¨²ltimo asalto. Salah sigui¨® a lo suyo, de carrera en carrera, y Cristiano fortaleci¨® su liderazgo ofensivo. En pleno pulso, Zidane retir¨® a Bale, todav¨ªa sin todo el dep¨®sito despu¨¦s de haber reaparecido como titular tras 51 partidos, y ech¨® el lazo a Lucas, el gran agitador de las ¨²ltimas jornadas. El chico repiti¨® el papel y, a la primera, sac¨® la cadena a Digne y a su centro se anticip¨® CR a Manolas. Trece goles en ocho partidos suma el luso en esta Champions. Todo un certificado de garant¨ªa. Su tanto finiquit¨® la contienda. El f¨²tbol en su integridad dej¨® paso a lo epis¨®dico. A detalles como que Casemiro, un tit¨¢n muy necesario para este Madrid, evitara una tarjeta que le hubiera dejado sin la ida de cuartos, lo mismo que Ramos. Navas, por su parte, acumul¨® 720 minutos imbatido, la segunda mejor marca del torneo tras la del alem¨¢n Lehman con el Arsenal (853). Y, como brindis de cierre, el Bernab¨¦u pudo homenajear como merece a Totti, en el que quiz¨¢ fuera su ¨²ltimo paso por la Copa de Europa. Cosas del destino, en ella debut¨® ante el Madrid en una fecha tr¨¢gica, el 11-S de 2001. Al Madrid s¨ª le queda carrete en su competici¨®n fetiche. Su historia le da motivos para so?ar.
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