La ficci¨®n del director deportivo
Cuando un jugador gana cien veces lo que gana un directivo o un entrenador es dif¨ªcil que les haga caso

En la presentaci¨®n de Sean Marks como director deportivo de los Brooklyn Nets hace unas semanas se escucharon los t¨®picos habituales de este tipo de eventos. Mikhail Prokhorov, propietario de la franquicia, declaraba estar francamente impresionado por ¡°la visi¨®n, los valores, la personalidad y el entusiasmo¡± del exjugador neozeland¨¦s. Algo un poco raro porque pocos d¨ªas antes hab¨ªa dicho que no ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era Marks.
Las alarmas tambi¨¦n saltaron al saberse que el nuevo director general cobrar¨¢ m¨¢s de dos millones de d¨®lares por temporada durante los pr¨®ximos cuatro a?os. Demasiado dinero para alguien cuya funci¨®n principal es estar al tanto de un grupo de adultos que tiran un objeto esf¨¦rico con la intenci¨®n de que atraviese un aro. Pero probablemente poco para alguien cuya funci¨®n principal es tratar con una panda de millonarios.
Muchos propietarios de la NBA piensan que cualquiera sirve para el trabajo y contratan a los m¨¢s baratos, normalmente exjugadores o exentrenadores sin experiencia ni formaci¨®n en el ¨¢mbito de la gesti¨®n
Cuando jugaba en Phoenix escuch¨¦ c¨®mo nuestro preparador f¨ªsico le preguntaba a uno de mis compa?eros si iba a ir a entrenarse. La franquicia exig¨ªa un m¨ªnimo de ocho entrenamientos al mes y el jugador en cuesti¨®n no estaba cumpliendo. No pude reprimir un gesto de sorpresa ante su negativa y, al ver mi cara, el preparador se encogi¨® de hombros: ¡°Cuando un jugador gana cien veces lo que gano yo es dif¨ªcil que me haga caso¡±.
Sean Marks ganar¨¢ m¨¢s que un preparador f¨ªsico, pero tampoco mucho m¨¢s si lo comparamos con el promedio de los jugadores (diez millones al a?o). Es decir, el empleado medio gana cinco veces m¨¢s que su jefe. Imagina que el chaval que est¨¢ en la freidora del McDonald¡¯s ganase cinco veces m¨¢s que el gerente. Ser¨ªa el sue?o de Karl Marx pero probablemente no sea un sistema eficaz a largo plazo.
En parte esto se debe a que es dif¨ªcil medir el impacto en el rendimiento del equipo de un puesto ejecutivo, as¨ª que muchos propietarios de la NBA se enga?an a s¨ª mismos pensando que cualquiera sirve para el trabajo. Contratan a los m¨¢s baratos, normalmente exjugadores o exentrenadores sin experiencia ni formaci¨®n en el ¨¢mbito de la gesti¨®n. Y entonces, cuando tienen un peso menor en sus equipos, se convencen de que no son tan importantes.
Estoy seguro de que las cosas van a cambiar, aunque s¨®lo sea por el creciente valor econ¨®mico de las franquicias, y que alguien desarrollar¨¢ alg¨²n m¨¦todo para medir su proyecci¨®n.
Pero hay un atajo. Los equipos deber¨ªan pagar a los directores deportivos salarios estrafalarios antes de decidir su influencia. Y tambi¨¦n deber¨ªan pagar m¨¢s a los preparadores f¨ªsicos. As¨ª obligar¨ªan a los jugadores a comprometerse con su filosof¨ªa, evitando err¨®neos movimientos cortoplacistas provocados por el p¨¢nico que suele aparecer cuando la estrella de turno declara estar harto de los fichajes del director deportivo (o de las rutinas de entrenamiento del preparador f¨ªsico).
Los grandes trabajos requieren salarios a la altura porque adem¨¢s, en este caso, sirven para salvaguardar a los propietarios de sus propios egos antes de que aprendan por las malas. Es decir, teniendo que utilizar sus cerebros.
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