El presunto Nadal
Las declaraciones de una exministra francesa acusando de dopaje a Nadal tienen un punto miserable tan rutinario que se da por supuesto que, si alg¨²n d¨ªa Nadal da positivo, ella tendr¨¢ raz¨®n. De esta manera legitima la pr¨¢ctica, si bien desde una posici¨®n tan poco respetuosa como un ministerio, de elevar una sospecha a condena. Da igual que la acusaci¨®n aspire a impugnar una carrera. Hay una raz¨®n de peso para poner los t¨ªtulos de Nadal bajo sospecha: ella, Roselyn Bachelot, lo ha escuchado por ah¨ª. Incluso los gui?oles se han hecho eco.
No es que disponga de pruebas y no pueda exhibirlas: es que no sabe si existen, y si existen no sabe d¨®nde encontrarlas. Ella miente o algo peor: cree que dice la verdad. Con la ventaja de que al acusarlo se ha situado en una posici¨®n de igualdad con ¨¦l, de tal manera que Nadal no s¨®lo no puede demostrar su inocencia, sino que ella puede ampliar la acusaci¨®n de dopaje a pederastia utilizando el mismo m¨¦todo.
Quien acusa tiene la responsabilidad de modelar al acusado a imagen y semejanza de los delitos que crea convenientes. Cuenta con buena parte del p¨²blico de su parte, acostumbrado a condenar seg¨²n sospechas y prejuicios (es gente reconocible: cuando les tocan a un pol¨ªtico de su cuerda piden a voces que se extinga el ¨²ltimo recurso al Supremo y luego, agotadas las v¨ªas, advierten de la corrupci¨®n de la justicia). Pero sobre todo la exministra cuenta con la ayuda del tenista. Si como acusado no ha hecho nada para que se le acuse, ?qu¨¦ puede hacer como v¨ªctima para defenderse?
Las acusaciones a Nadal suelen resolverse en Espa?a con un despliegue de testosterona que produce verg¨¹enza ajena, muy del tipo a joderse gabachos con un corte de manga fuera de la ventanilla. Esa sobreactuaci¨®n no oculta que lo hecho por la exministra, por torpe, est¨²pida o fan¨¢tica, tiene tal correspondencia en Espa?a que aqu¨ª los personajes p¨²blicos se prefieren construir con una acumulaci¨®n de sospechas antes que de hechos. Un pa¨ªs en el que tiene mucha m¨¢s fuerza un sustantivo cuando lleva un presunto delante que cuando no lo lleva, como si fuese un adjetivo de refuerzo.
Invertir el significado es tan importante como trasladar las acusaciones a un ¨¢mbito en el que los triunfos sean tan morbosos como los fracasos, de tal forma que la exministra francesa confiese en televisi¨®n que un adolescente mallorqu¨ªn con problemas de drogas lleva 15 a?os desaparecido, ¡°y todo el mundo sabe qu¨¦ hace esa gente cuando sale del radar¡±.
¡ª?Ganar 9 Roland Garros?
¡ªEso lo ha dicho usted, yo no quiero tener problemas.
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